Un determinado día, Albert, decidió recrearse de otra manera a la que
usualmente acostumbraba. Al ir en medio del mar dijo a quienes lo acompañaban en la lancha: “quiero experimentar de otra manera como llegar a la costa”. Y asi procedió con uno de sus amigos. Tomó una especie de balsa que llevaba en la la embarcación, y, “manos a la obra” en su aventura. Recorrido unas cuantas millas, y, debido al imprevisto del tiempo, comenzaron fuertes oleajes, que los lanzaron al mar.
Albert, y su amigo actuaron como dos grandes héroes. ¿Por qué?, porque se aferraron a la vida y tuvieron una fe inmensa de que saldrían airosos. Y, aunque los equipos de rescate al saber la noticia, e incluso gracias a la tecnología (con la ayuda de satélites artificiales). Al ver solo la balsa, perdieron las esperanzas. Sin embargo, Albert y su amigo, después de siete horas de nado fueron localizados por los rescatistas. Gracias a Dios, al equipo que lo localizó, y a su perseverancia llegaron a la costa. Ah, y con una nueva experiencia en cuanto a su visión acerca de la existencia, y la fe en una fuerza superior celestial.