PRIMER CONCURSO DE CUENTOS "ARAGUANEY" "El día que me convertí en águila"
La tarde de hoy me invita a recordar aquel día en que me convertí en águila.
Venía llegando de casa cuando noté que mis vecinos estaban agrupados alrededor de algo o alguien. Le pregunté a uno de los niños que andaba por allí qué ocurría. Encogiéndose de hombros me respondió displicente:
- No se. Creo que es un circo o algo así.
¿Un circo? Me abrí paso entre las personas y ví que había un gran cartel apoyado sobre un árbol. En el mismo se leía:
Un grupo de actores se encontraban maquillándose y colocándose accesorios y piezas diversas de vestuario que extraían de un viejo baúl. Entre ellos estaba el profesor César, mi amigo titiritero. Noté un cierto halo de preocupación en su rostro, sin embargo, al reconocerme entre el público, sus ojos se animaron.
Hola, Teresita, qué bueno que estás acá. Necesito tu ayuda.
¿Más o menos como para qué?
Sólo tienes qué ponerte este disfraz de águila, desplazarte entre el público mientras dura la obra que no pasa de unos quince minutos. Cuando yo comience a tocar un repique fuerte de tambor los actores se van a quedar estáticos, paralizados, es cuando entras tú en escena, te colocas al centro, extiendes las alas y gritas "¡El orgullo nos mata!"
¿Y su águila original?
No podrá venir, tiene dolor de muelas. Hazme el favorcito ¿Sí? O, como dicen mas al sur, haceme la gauchada.
No me causaba ninguna gracia pasearme entre mis vecinos vestida de águila Si fuera a representar el papel frente a desconocidos hubiera aceptado de inmediato, sin ambages, pero mi comunidad estaba llena de bromistas. Seguramente dentro de un año todavía todavía tendría que escucharles decir al verme "Ahí viene el pájaro" o "Trúa lorito" o quién sabe qué.
Pero la amistad es la amistad, así que terminé paseándome entre mis vecinos, ahogándome de calor dentro de un disfraz de águila bastante mal hecho, por cierto.
El tambor emprendió su furioso repique, los actores quedaron paralizados, irrumpí en escena, alcé y extendí las largas alas de cartón y por os nervios del momento olvidé mi linea, en lugar de cerrar con broche de oro diciendo "El orgullo me mata" grité con todas mis fuerzas:
- ¡Me caí de la mata!
Mis vecinos rieron a rabiar, me aplaudieron con mucho entusiasmo, los actores se miraban confusos, el profesor César me estaba matando con la mirada, y uno de los actores quiso salvar el momento. De un salto se puso a mi lado, me guiñó un ojo, gritó:
-¡Sí, pero también..!
(Con rapidez me susurró: "Gritamos juntos")
Nuestras voces se unieron en un fantástico grito final:
- ¡El orgullo nos mata!
Ese actor que "me salvó" esa tarde (Y a mi orgullo y a la obra) mientras escribo este recuerdo duerme su siesta en nuestro cuarto mientras nuestro hijo de quince años de edad llena de agua tobo a tobo el pipote o perolón de la cocina.
Tarde dominical, apacible, especial para recordar...
¿Cómo olvidar aquel día en que me convertí en águila?
Se tú también uno de los participantes en este concurso, lee las bases acá:
https://steemit.com/araguaney/@willsaldeno/primer-concurso-de-cuentos-araguaney
excelente profesora @saruya , me encanto su cuento, lo compartí con mi familia, nos reímos y disfrutamos del gran desenlace, felicitaciones
Hola, lisbethy24, me alegra les haya gustado y hecho reír (Esa era la idea) Gracias por su visita a mis letras :)
Muy lindo @sayury,me encantó.
Gracias, dalypolo, qué bueno que te gustó. Gracias :)
Ja ja ja ja que nobleza al cuadrado, me encantó profe.
Gracias por tu comentario, lunasilver, qué bueno que te gustó. Nos seguimos leyendo.
Lo disfrute, que imaginación y el desenlace de quién se iba a imaginar que ese día iba a conocer al padre de su mayor tesoro (su hijo), felicidades, éxitos.
Gracias, primi, me alegro que lo hayas disfrutado.