Narrando mi propia historia

   Agradecido a todos los que se toman un tiempo para leerme. Soy venezolano, mi nombre es Luis Daniel Cambero. El primer nombre fue designado por mi padre biológico y Daniel por mi madre llamada Daniela –también por mi abuelo que se llamaba Daniel Enrique-. 

 Comencé a impactar en este mundo a las 10:30 de la mañana de un sábado 27 de julio de 1996, luego de nacer por cesárea (hasta flojo para nacer) en el HCAMP del estado Lara, Venezuela.

  Fui el resultado del efímero amor entre Luis Emilio, un dominicano establecido en el país, y Daniela Cambero, quienes no duraron mucho tiempo juntos, solo desde mi gestación hasta poco tiempo de haber nacido. Represento los dos apellidos de mi madre, teniendo en cuenta que en aquella época se tenía que esperar un tiempo para reconocer a los niños y cuando me inscribieron en el registro civil mi padre ya no estaba con nosotros. 

   Vengo de una familia humilde que “nunca le faltó el pan de cada día, pero que tampoco sobraba el jamón”.   

  Soy el menor de tres hijos que tuvo Daniela. Un poco contemporáneo con mi hermano Argahin Eduardo, quien me lleva 3 años de diferencia y mi hermana mayor Dayanni Paulimar, quien es mayor que yo por 6 años.  

  Cabe destacar que los tres somos hijos de padres diferentes.  

  Desde pequeño toda mi familia y personas allegadas me llaman jake, porque así llamaban a mi padre biológico, lo que nunca supe si era ese su apellido o solo le decían así. Como es lógico a mi madre no le gusta hablar del tema porque durante ese tiempo que él nos dejó fue muy difícil para mi familia.  

  Durante mi niñez siempre soñé con que el llegaría algún día para recomponer todo el tiempo perdido, reconocerme y llevarme a conocer a su familia en República Dominicana.  

  Cuando tenía 6 años de edad llega a nuestras vidas un hombre llamado Gerardo Escalona, quien se convertiría en un ángel para nosotros, y es a partir de este tiempo cuando se refleja la frase que dice “cuando Dios te quita algo de tu vida es para entregarte algo mejor” y así fue. Desde ese tiempo, este hombre barquisimetano que había vivido toda su vida en Maracay llegó a nuestro hogar para implantarse y formar en nosotros una figura paterna que nos hacía falta.  

  Gerardo, como lo llamo porque nunca me acostumbré a decirle papá, se ha convertido no solo en mi padre sino que también en mi mejor amigo. Si no fuese por el quien sabe dónde estuviese yo en estos momentos ya que junto a mis hermanos nos la pasábamos en la calle y en las casas de nuestros vecinos porque mi madre trabajaba para sustentarnos y los hijos de esos vecinos, quienes eran nuestros amigos ya no están en este mundo o están por el mal camino  

  Iniciando en la formación educativa  

  Comencé mi formación académica en el preescolar “Mundo de Fantasías” lugar donde tuve que presentar dos veces el tercer nivel, teniendo en cuenta que mi madre decidió que "era muy pequeño" y la ocasión se pintaba calva ya que la hija de la mejor amiga de mi mamá era un nivel menor que yo y así estudiábamos todo el tiempo juntos, y en efecto así fue.  

  Estudié desde primer grado hasta sexto en la Unidad Educativa Bolivariana Inocente Vásquez Abreu, escuela que había sido recién fundada en aquel momento. Esta institución quedaba cerca de mi casa y me podía ir solo con mi hermano a clases.   

  En las margaritas -como se le llamaba a la escuela porque queda ubicada en una urbanización que tiene este nombre- pasaba todo el día, ya que era una escuela bolivariana donde proveían a los estudiantes con desayuno, almuerzo y merienda, siendo el horario de 8 am hasta las 4 pm.  

  El último grado antes de pasar a secundaria fue mi mejor año académicamente, resaltando entre el resto de los alumnos, ganando la oportunidad de ser promovido de sexto grado con una medalla al mérito por mi rendimiento.  

  La disciplina en un liceo militar  

  Desde primer hasta quinto año estudié en el Liceo Bolivariano Militar Experimental Coto Paúl, institución donde trabaja mi mamá, razón por la cual no se me hizo difícil encontrar cupo en el Coto, ya que en aquel tiempo el liceo tenía mucha demanda de cupos porque comenzaba la prueba de ser militarizado y muchos padres querían que sus hijos estudiaran en una institución bajo los parámetros militares.  

  Por ser un liceo militar, el Coto Paúl era muy diferente a las demás instituciones, comenzando por la disciplina dentro del recinto impartida por militares quienes se rotaban por rango las asignaciones, pasando por allá Cabos Primeros, Sargentos, Tenientes, Capitanes, hasta el máximo referente del liceo que era el mayor Alexander Zerpa.  

  Una de las características del Coto en cuanto a disciplina era que todos los días se cantaban tanto el himno nacional como el del estado Lara en el patio del liceo, todos formados de mayor a menor en 4 columnas en posición firme.   

  Mientras que los estudiantes que llegaban tarde perdían las primeras clases porque eran castigados con orden cerrado (instrucción premilitar), limpieza por todo el liceo, al igual que los que eran descubiertos fuera de aulas en horario de clases.  

  Decidí estudiar Comunicación Social cuando estaba en tercer año, un poco más maduro y centrado por lo que quería ser de grande, ya que hasta segundo año quería ser futbolista, pero no practicaba fútbol en una escuela deportiva.  

  Siendo un apasionado de los deportes desde niño busqué una rama que se acercara a este ámbito y ser periodista deportivo ha sido mi propósito desde ese momento.  

  Pensar en el mañana, antes que en el ahora  

  Ingresé a la Universidad Fermín Toro en el año 2014 para estudiar Comunicación Social con más dudas que certezas, cada día titubeaba si ese era el camino indicado, hasta que me visualicé en cualquier otra labor que no fuese vinculado a los deportes.  

  Estudiar en una institución privada fue en principio para mí un privilegio por el reconocimiento que tenía la casa de estudio y porque me encontraba con un ambiente diferente, con personas que tenían objetivos en común conmigo, un futuro, dejando atrás aquellos ambientes de ocio y vicio que me habían rodeado en todas partes.  

  Pasar a la tercera etapa significó comenzar a pensar en el futuro, que era lo que quería y para conseguirlo tenía que prepararme mucho y desde entonces trato de realizar diferentes actividades que me den la experiencia y el conocimiento para seguir creciendo.  

  La universidad me ha dado el “hábito de leer” como me dijo un día el periodista deportivo Federico Rojas, también me ha dado mucha competencia interna, querer ser cada día mejor, aprender cosas nuevas y darlas a conocer.  

  Un caballero de 21…  

  Personalmente soy muy tímido, pero como todo apocado esa situación cambia hasta que entro en confianza. Me gusta estar siempre realizando alguna actividad, no creo que sea muy inteligente, pero mi proactividad de querer estar haciendo algo me lleva a dejar atrás a personas que creen tener un intelecto superior.  

  Un caballero de 21 años que sigue aprendiendo cada día de cosas nuevas, ayudando a quien me lo requiera, sacrificando mis deseos por asistir a otras personas a conseguir sus objetivos.  

  Espero que nos podamos encontrar algún día en el futuro para agradecerte por haber terminado esta lectura y estar interesado en un poco de la vida de este humilde servidor. Con mucho que decir, pero con poco espacio para contar, por acá se despide Luis Daniel Cambero.