¿Qué te ha alegrado el día de hoy?

Verdaderamente lo que me ha alegrado en este día ha sido algo simple y sencillo: La temperatura del aire, puesto que ayer llovieron hasta perros y gatos y mi calle se volvió un río. En efecto, a la tierra le estaba haciendo falta el agua, porque hace unos días atrás, en mi ciudad (Ciudad Bolívar) se nos estaban sancochando hasta los huesos por el calor hereje. Por ejemplo, los estados del tiempo, según el móvil, nos indicaban algunas veces 34 grados, pero con una sensación térmica ubicada más arriba. Una locura.

Por lo tanto, una vez que sobre tu rostro te golpea una brisa fresca de unos 24 grados, llegas a la conclusión de que no todo lo malo es para siempre.

¿Piensas que en la vida hay más dolor o más alegrías?

Descartando las veces que nos duele una muela, la cabeza, la barriga o demás partes, los dolores emocionales pareciera que nos pegan más duro que los dolores físicos. De allí que en algunos de mis escritos comienzo así: “Espero que se encuentren muy bien de salud física y espiritual”.

En realidad, la vida no es un asunto tan suave y llevadero, pues siempre existirán las dos caras de una misma moneda: dolor y alegría. Queda de nuestra lado saber manejar todas aquellas situaciones que nos abruman como para no caer en depresión o que la misma no acelere nuestro camino hacia la oficina de San Pedro o, en su defecto, a la oficina de Mandinga.

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¿Normalmente hablas más de tus problemas o de tus alegrías? Puedes compartir con nosotros un momento donde sentiste esa emoción.

Generalmente suelo ser cerrado en esas cosas. Sé que es un error no contar nuestros problemas, bien sea a nuestros familiares o a los amigos más allegados. Es bueno hacerlo, aunque sea con el fin de desahogarnos, más que con la intención de dar lástima o para que nos presten dinero.

Hay personas que son muy buenas echando el cuento de sus vidas privadas. Incluso hay veces que apenas los conocemos y nos cuentan sus problemas domésticos. Y hay otras que se dirigen a los líderes religiosos (lo malo es que pueden salir desplumados con el diezmo o la “colaboración”). También están los más sofisticados que buscan ayuda profesional y se dirigen a los psicólogos, consejeros o a los que leen el tabaco.

Hace dos años atrás sentí una alegría gigantesca porque Argentina ganó su tercera copa mundial. Las alegrías colectivas son de las mejores. Quiera Dios que Venezuela tenga un día de estos una alegría de igual magnitud.

¿Te consideras una persona alegre y que contagie a otras de esa bonita energía?

Para nada. ¿Cómo voy a estar alegre si mi sueldo de jubilado no me alcanza? Y en lo que a contagios se refiere, me acuerdo que me dio el coronavirus tres veces, y quién sabe a cuántos más yo se lo contagié.

Lo que más abunda por estas calles de Venezuela es el pesimismo hereje, que es la más fea de las energías emocionales. Sin embargo, no debemos tirar la toalla y es mejor reír que echarnos a llorar.

_{Invitación: @lirvic, @genomil, @alegnita
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