Palabras para cuando estés al borde del abismo

La depresión es peligrosa

En algún momento de nuestras vidas todos nos hemos sentido un poco decaídos, tristes, desesperanzados. Es más común de lo que parece el sentirse abatido e inconforme con nuestro accionar en la vida. En algunos casos extremos las personas pueden llegar a sufrir de depresión severa por pensar que sus vidas no tienen sentido porque no han tenido "éxito", no han alcanzado las cosas que han deseado o quizás porque las han perdido. Para esos momentos, cuando lleguen o vuelvan, es que va dirigida la reflexión de este post; y me valdré de una de mis herramientas favoritas de reflexión: el cine.

It's a wonderful life (¡Qué bello es vivir!) es una película de 1946, dirigida por Frank Capra y protagonizada por el célebre James Stewart. Cuenta la historia de George Bailey (Stewart), un hombre honrado y modesto que dirige un negocio familiar (un banco) y que en un muy mal momento, con su banco al borde de la quiebra sumado a otros problemas personales, decide suicidarse porque está convencido de que no debería haber nacido. Capra entonces utiliza un recurso dickensiano. Una voz en off que hemos oído antes y que es un ángel, desciende a la tierra para pedir a Bailey que no se suicide, ¿Cómo lo va a convencer? Le "cumple" su deseo: le permite ver cómo sería la vida sin su presencia; es decir, cómo sería el mundo si él no hubiera nacido.

Parece algo extremista, pero en momentos de profunda rabia o tristeza, las personas pueden llegar a pensar eso, a desearlo y a estar convencidos de que el mundo sería mejor sin ellos, pero ¿es así? Uno de los recuerdos de Bailey data de su niñez cuando salvó a su hermano Harry de morir congelado. Pero si George no hubiera nacido, no hubiera podido salvar a Harry y éste no habría ido a la segunda guerra mundial en la que, como piloto de combate, derribó un avión japonés, salvando la vida de soldados americanos. En otra parte de la visión, ve su pueblo transformado en un monopolio económico en manos del gran empresario de pueblo porque, al no existir él que era su pequeña oposición, todo, absolutamente todo, quedó en manos de su rival. Un borracho que había enderezado su vida a raíz de un reclamo de George, sin él, se dedicó a la bebida hasta sus últimos días. Pero lo que devasta a Bailey es ver a su esposa, la madre de sus hijos, la mujer que ama, sin él. Y no sólo por el egoísmo de no tenerla, sino porque el rostro de ella no refleja la felicidad que le infundía su matrimonio.

Pero ese es el cine. En la vida real no vamos a tener la oportunidad de recibir a un ángel que nos muestre el mundo sin nuestra presencia (creo). Sin embargo, dos lecciones pueden desprenderse de esta historia. La primera es que, más que pensar en que la vida no nos ha dado lo que queremos, o en que las personas nos han fallado, deberíamos reflexionar también en lo que nosotros hemos hecho o lo que podemos hacer. Cuando una persona se aísla o se suicida, no genera sólo un vacío de sí mismo, sino también de todas las acciones que podría haber hecho o que hizo. Y la segunda es que toda acción cuenta. Grande o pequeño, un gesto puede hacer la diferencia. Clarence dice "Strange isn't it? Each man's life touches many other lives". ¡Y es tan cierto! Supongamos que un día decides ayudar a una persona que lo necesita, ya sea con un pan, un gesto, una sonrisa o algo sencillo; quizás tú lo olvides, o para ti no pase de una anécdota entre millones; pero para esa otra persona, puede ser significativo, ¿y si ese pan le impidió robar para comer? ¿y si esa sonrisa le contagió y luego sonríe a alguien más? Unos pocos segundos, apenas un instante, pueden marcar la vida de una persona. Para bien o para mal.

Parece una gran responsabilidad (y lo es), pero también representa una oportunidad para ayudar a los demás. Piensa por un momento: si no existieras, si nunca hubieras nacido, ¿qué le faltaría al mundo? ¿como sería la vida de tus seres cercanos sin tu presencia? ¿no existe nadie, nadie, por quien hayas hecho algo y que vaya a echarte en falta? Seguramente darás con muchos casos, o por lo menos con uno. Uno cuenta. Y si no consigues ninguno (cosa que veo difícil), entonces es momento de actuar, de dejar una huella positiva en la vida de los demás. No tiene que ser una donación millonaria ni una ayuda a cientos de personas. Una es suficiente, para empezar. Un gesto, una palabra, una sonrisa. Escuchar a quien está solo, cuidar al enfermo, ayudar a una persona con discapacidad a cruzar la calle, dar las gracias, saludar con una sonrisa, elogiar la obra de un artista de la calle, compartir un pan... parecen cosas sacadas de libros religiosos o de novelas sensibleras, pero en verdad son gestos importantes.

Nos la pasamos buscando el sentido de la vida en lugar de dárselo. Ningún hombre es una isla y "No man is failure who has fiends". Reflexiona sobre tu vida, tus acciones, tu día a día y trata de girar el foco; en lugar de esperar y desear que la vida o las personas hagan cosas por ti, hazlas tú por ellos. Poco a poco te darás cuenta de lo importante que somos todos y cada uno de nosotros. Todos. Incluso tú. Y si llegas a olvidarlo, échale un vistazo a It's a wonderful life, o a Pay it forward; te recordarán la gran responsabilidad que significa el poder dejar huella en la vida de los demás, pero también la felicidad que se deriva de ello. Sin pensar en recompensas ni paraísos, descubrirás que el simple hecho de ayudar a otro te dará tanta felicidad y tanto amor que tus propias alas te salvarán de caer en el abismo.

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