Era una húmeda y calurosa tarde de verano, y el restaurante recién abría. Pedro y Juan, que como siempre habían sido los primeros en llegar, llevaban ya un buen rato esperando a que llegara la comida.

"Las asquerosas" era un lugar tan concurrido como famoso, y debía su nombre a que no era precisamente el lugar más higiénico de la ciudad, pero si el que preparaba las tortas más ricas, por lo que los comensales a pesar de moscas y demás alimañas que no era extraño ver corriendo por debajo de las mesas, solían abarrotarlo todas las tardes y noches, sobre todo los fines de semana.

-¿Cómo de que tiene antojo compadre?

-Pues tengo tanta hambre que la verdad, de lo que sea. Ha sido una semana difícil, y la verdad con estas lluvias ha sido complicado conseguirse el pan de cada día.

-Tiene toda la razón compadre, yo igual he tenido que improvisar y arriesgarme de más para lograr cerrar la semana. Pero al menos nosotros lo logramos, y henos aquí platicándolo, hay quienes no tuvieron tanta suerte. ¿Se acuerda usted de Pascual?

-Si como no, medio loco pero un muy buen tipo. Intrépido pero generoso. En tiempos difíciles como estos siempre compartía los sitios para conseguir comida y víveres que descubría.

-Pues en su última expedición no tuvo tanta suerte y acabo embarrado en la defensa de un trailer.

-¡No me diga! Pobre Pascual. Lo que hace la necesidad. Seguro que con tal de llegar a casa antes de estas lluvias vespertinas calculó mal y se nos acabó adelantando.

-Si, estas lluvias de verano están siendo desastrosas. No hay día que uno no se entere de algún accidente, muchas veces fatal, debido al clima.

A la mesa se acercó una pareja, que sin reparar en Pedro y Juan, se sentó y se enfrascó también en su propia charla sobre el tema del momento: el clima. Y es que las lluvias de los últimos días tenían trastornada la vida de la ciudad, y en los barrios de la periferia como en el que se encontraba "Las asquerosas", esto era sinónimo de problemas. Los apagones y accidentes de tránsito estaban a la orden del día, y según el reporte metereológico, la cosa no pintaba para mejorar en los próximos días.

-¡Mire compadre, ya traen la comida, esto va a ser un banquetazo!

Un mesero se acercó y al retirarse dejó la mesa repleta de comida y bebidas, ya que la pareja que se había unido a Pedro y Juan había ordenado comida para unos amigos que estaban en camino. Justo cuando estaban a punto de empezar a comer, la mujer se quitó un rebozo que traía y cubrió con este prácticamente toda la comida.

-¿Qué haces? -Le dijo el hombre que la acompañaba-.

-Cubro la comida en lo que llegan nuestros amigos, el lugar se ve limpio, pero por las reseñas que he leído ese no es su fuerte, así que por si las moscas, más vale prevenir.

-Si, tienes razón, prevenir nunca está de más.

Al escuchar esto Pedro y Juan voltearon a verse con frustración y tristeza, y en silencio, volaron en busca de otra mesa en la que pudieran tener mejor suerte.

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