Desorden

Hay días en los que simplemente me levanto con un desorden enorme, todo mi día se basa en líneas horizontales, verticales, diagonales, cuadros, pequeños cúmulos de cosas apiladas, ventanas abiertas y algunas cerrada, cosas regadas por todos lados. Y es que de verdad no entiendo qué hay de malo en ello, la gente me lo critica como si ellos viviesen en el universo perfecto donde sólo existe el orden, como si fumar un cigarrillo y tener el cabello largo hasta el hombro estuviera mal, como si todo en la vida fuera una especie de procedimientos tal cual manual que hay que seguir para llegar a quién sabe dónde. Me importa un carajo señor. Y me disculpa que diga groserías, pero así como a usted le choca mi desorden a mi me choca su compulsivo deseo por lo ordinario y lo correcto.

Vivo solo, en la avenida principal esquina Sur 2, en un apartamento alquilado, el más feo del edificio entero y por elección propia. No tengo cama, mi cama es un colchón sobre unas sábanas que rozan el suelo, afiches con las bandas de rock nacional que tanto adoraba en la época de los 90 adornan las paredes, al lado de donde duermo hay dos enormes columnas de libros, no uso ningún aditivo aromático para hacer confortable la estación, ¿Qué mas confortable que el olor del cenicero lleno de colillas y el vodka derramado sobre el suelo cerca de algunos patéticos escritos?

Salgo todas las mañanas a comprar el diario más barato, por supuesto que no leo noticias. Son absurdas y aburridas. Los acumulo para hacer colash los fines de semana con las caras y las expresiones de los que salen en las portadas y algunas páginas. Políticos, deportistas, ciudadanos, símbolos e imágenes curiosas, mujeres esbeltas, ancianas y hasta imágenes religiosas. Todas juntas en una misma pared, como si tratase de generar un pequeño universo perfecto donde todos pudiésemos vivir juntos sin ser juzgado por un color, un pensamiento o una ideología. Mi pequeño sueño, mi gran desorden.

Mi desorden es mi vida, si algo de lo que hay en esta habitación estuviese ordenado, entonces ya no sería mi vida. Entonces ya no sería yo. Dejaría entonces de existir.

Como si vivir en el desorden fuese la orden de venir a este mundo.
Como si sólo hubiese que ser feliz para entenderlo todo.

Así de sencillo y así de complicado.