Se nos acabó el café.

Las mañanas ya están volviéndose frías y me gustaría que estuvieras a mi lado para contrarrestar el efecto gélido de mis albas.
Quizás no fui lo suficientemente buena para ti o tal vez lo fui demasiado, eso solo lo sabes tú.
Tú eres tan sol y yo tan luna.
Te aburrías cuando hablaba de libros o poesía, podría ser.
Bukowski no es para todos, Neruda para los solitarios y Benedetti para los ilusionados.

Hablando de Benedetti, en uno de sus poemas escribe:

Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

Yo no quiero que me necesites, quiero que me quieras.
No sé como, ni con qué pretexto.
Es difícil olvidarte y tomarte como un cero a la izquierda porque cuando yo era contigo, era yo misma.
Contigo mis monstruos encontraron una calma que no cualquiera logra.
Hay noches en que tengo el estomago tan lleno de recuerdos, es como si la muerte misma viniera y me abofeteará una y otra vez para recordarme lo que no fue.

El café por la mañana sabía mejor cuando nos lo tomábamos juntos, además sabías el punto justo del azúcar que me gustaba.
El olor de tu piel al apoyar mi cabeza a tu pecho ¿cómo lo olvido?
¿Cómo podías no gustarme tanto? Si contigo nunca necesité usar una mascara, era yo misma en mi máxima expresión.

Al fin y al cabo no somos un poema de Benedetti mas sí una triste historia de Bukowski.

Mi estrategia es que un día cualquiera, no sé como, ni sé con qué pretexto por fin dejes de dolerme.

• Ella Pietrangeli