Y por fin conocí a Mérida

in #vidapersonal6 years ago

 En unas de mis “aventuras vacacionales” me decidí por conocer a Mérida. Un estado de las andes venezolanos que posee una cantidad inigualable de sitios turísticos. 

Mi viaje comenzó en Maiquetía, en el aeropuerto nacional. Allí abordé la aerolínea Laser, el vuelo fue muy tranquilo, me aterran los aviones. Al llegar al destino me informaron que mi maleta se había extraviado y que me la harían llegar al día siguiente, por error de cálculo me fui en bermudas. Craso error, pasé frío toda la mañana de mi arribo a la ciudad y parte de la tarde. Tenía todo en una maleta de 30 litros aproximadamente. 

Mi pareja (Johana) y yo nos hospedamos en un hotel cerca de la Plaza las Heroínas, pues supuestamente el Teleférico de Mérida Mukumbarí iba a estar listo para esa fecha, una mala planificación del gobierno de ese estado, pues lo inauguraron tres años después. Para aprovechar el poco calor que hace en la ciudad aproveché de desayunar en el mercado municipal de esa ciudad, una referencia gastronómica para los turistas y los lugareños. Yo como soy muy comelón escogí el combo tres: dos arepitas andinas de trigo, un revoltillo con chorizo, una pizca andina, una taza de café, queso y caraotas. 

Johana se fue por lo clásico, una arepa rellena de queso andino y un café con leche. Para apaciguar el frío me pase toda la tarde-noche en el Hotel Luna Azul, ese día el internet no funcionaba. Con ese tremendo desayuno no tuve ganas de almorzar y comimos cualquier cosa en la calle del hambre y luego a dormir y pasar frío. 

Bien temprano como a las 7:00 de la mañana me llegó mi maleta y con ella las ganas de conocer toda la ciudad. El primer paseo que dimos fue para la Montaña de los Sueños. Un lugar que te remonta a épocas que jamás habías vivido. Demasiado buena la experiencia. Carros antiguos, un cine, vestimentas de la época de la dictadura de Gómez. En fin un museo al aire libre donde tu imaginación te lleva a recorrer los años de la dictadura gomecista. 



Al día siguiente a provechamos y fuimos para el museo tecnológico de la ciudad, otro espectáculo más. Dinosaurios robotizados y un sinfín de tecnología que demuestran lo bien desarrollado que está en los andes la ciberobótica. 

Por su puesto, un paseo por el trolebús no pudo faltar. Vagones o carromatos que te transportan de polo a polo y con paradas en sitios claves de la hermosa Ciudad de los Caballeros. Ya ni recuerdo cuantas truchas me comí, creo que esa fue mi comida preferida y los desayunos en el mercado principal. Su cafecito con un toque anisado para pasar el frío y una bebida que le decían vitamina, que tenía más de 15 ingredientes, según los moradores; con una bebida de esa han quedado preñadas más de una merideña, la Viagra criolla le decían. 

Ir al estado Mérida y no conocer los páramos es un pecado, ya ni recuerdo para cuales fui, pero tuve la oportunidad de conocer la famosa Laguna de Mucubají, el Pico Águila y la famosa Laguna de Urao. Un viaje que espero repetir con mis familiares y cuando la cosa se arregle en Venezuela, el país de las oportunidades.  

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