LA VIDA ES UNA SOLA - Historia

Éramos 3 familias, muchas personas entre adultos, niños y adolescentes; cada familia se fue en su vehículo particular, por lo que habían 3 carros, dos de ellos camionetas.

El día transcurrió con toda normalidad, los adultos cocinando, y los pequeños disfrutando, bañándose, explorando el lugar.

A los jóvenes mayores, en una que otra ocasión los mandaban a buscar cualquier tipo de cosa a los carros; éstos siempre se quejaban y a la final siempre terminaban mandando a mi hermana, porque ella era la que hacía más caso.

Llegó la hora de irnos y como siempre existen los grupitos que no se quieren ir; los más grandecitos nos encargamos de caletear las cosas, mientras los pequeños ya estaban cado uno en su respectivo carro.

Salió el primer carro y quedaron las dos camionetas, todos estábamos dentro de los carros, pero el grupo no estaba completo, faltaba una de nuestras primas, contemporánea a nuestra edad, así que como de costumbre mandaron a mi hermana a buscarla.

Ella salió por un camino, y nuestra prima regresaba por otro camino, así que en ningún momento se cruzaron.

Yo noté que algo pasaba, mi hermana se había ido y aún no regresaba, lo dije, pero supongo que, uno, era tan solo una niña de 10 años, y dos, estábamos todos cansados, así que no me prestaron atención.

El segundo carro salió, así que pensé que ella ya iba en él, y sin más salió el último, donde yo estaba.

Hice el comentario de lo que estaba pasando, pero ni mis hermanos ni mis primos lo creían, decían que habían visto a mi hermana montarse en la otra camioneta e insistían en que me quedara tranquila; pero yo no estaba segura, trate hacer señas a la otra camioneta, pero era imposible, no se veían, estaban muy lejos una de la otra, y por supuesto para esa época no existían los celulares.

Casi una hora después, al llegar a nuestras casas, fue que por fin me lograron prestar atención… Mi hermana se había quedado en el río.

Todos empezaron a gritar y a correr, mi papá, sin pensarlo ni un segundo prendió la camioneta y en compañía de uno de mis tíos se fueron a buscar a mi hermana.

Un trayecto de 45 minutos él lo logro en tan solo 20. Al llegar al río mi hermana estaba acurrucada en una esquinita (esto nos lo contó mi papá al regreso), y a pesar de que para esa época existían los guardabosques y trataron de hablar con ella y calmarla, ella no quiso, le dio miedo y en ningún momento se acercó ni dejó de llorar.

Casi dos horas llorando, y mi papá igual no contuvo las lágrimas, la abrazó y le pidió perdón por haberla dejado.

Mi pobre hermana estaba hinchada de tanto llorar, la llevaron a la emergencia de la clínica más cercana, la revisaron, la hidrataron por dos horas, a pesar de que ella insistió que nadie la había tocado e incluso ni siquiera se acercaron, igual le hicieron un chequeo general pero, como todo padre con culpa no sabían que más hacer.

La mala experiencia terminó con un final sin desgracias, tan solo el mal momento vivido por una pequeña de 12 años.

Esta historia nos sirvió de lección a todos de dos maneras; la primera, contar a todas las personas antes de salir, y debido a que siempre en vacaciones las 3 familias se reunían y planeaban sus vacaciones juntos, esto fue aplicado en todos los años siguientes; segunda lección: en el futuro me prestaron más atención.

Espero les haya gustado mi historia y nos vemos en la siguiente.