¿Por qué he decidido no irme de Venezuela?

@Aruska escribió hace un par de meses en Facebook que dejaran de preguntarle porqué no se ha ido de Venezuela, alegando que esto no es comos salirse del salón porque el profesor no te gusta. La amé un poco más por tal genialidad.

Coincido con ella: lo cuento en mis talleres de periodismo, al hablar sobre el locus de control externo y el liderazgo negativo que ejemplifico con El señor de las moscas y las expresiones populares que aseguran que te va mal porque te tienen envidia, el jefe la tiene agarrada contigo o el gobierno no te deja surgir.

También otra amiga, Clarissa Quintero, lo ha dicho en Facebook, sorprendida e indignada porque conoce venezolanos que una vez que se han ido del país, parecen tener amnesia histórica, preguntándole cuándo irá de visita o se va del país. Este lugar que mezcla paraíso e infierno tan difícil de explicar como separar la geografía y la genética, nuestra idiosincracia "bochinchera" de los malos gobiernos y los terribles hábitos rentistas del que tampoco solemos huir demasiado.

Cada vez que alguien me pregunta "¿cómo está Venezuela?" siempre le respondo lo mismo: "¿cuántas horas tengo para responder?". Se lo dije a la empleada de Copa Airlines que me lo preguntó cuando me chequeé para volver de Costa Rica, tras realizar un curso de cobertura de Cambio Climático y cuando otros amigos extranjeros me preguntan por el chat de Facebook.

Hacer una lista para explicarlo fue un ejercicio que hice con graduandos de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello, hablando sobre contextualización. Para responderle a un extranjero habría que hablar de: escasez de alimentos y medicinas, fallas de servicios públicos, inseguridad, hiperinflación, el deplorable estado de los hospitales y del sistema de justicia, la Asamblea Nacional Constituyente, el malestar de la gente con la oposición, con Ramos Allup, con Capriles, con María Corina, con la Asamblea, con la MUD, con los antiMUD, el debate sobre votar o no, la falla de los puntos de venta, la escasez de efectivo, pasajes aéreos, autobuses o cauchos, el carro e Drácula de Lacava, el drama de los CLAP, las epidemias de difteria, sarampión, tuberculosis, Mal de Chagas y paludismo (malaria).

(respiremos)

...el Arco Minero, el control de cambio, DólarToday (y las nuevas tasas), el sueldo mínimo de 4 dólares, digo 3,5 dólares, perdón 2,75... y esa cuenta regresiva, la repartición de sopas y arepas por crowdfundings o recolectas locales, los presos políticos, el TSJ en el exilio, el otro "legal" cuyo presidente estuvo preso dos veces, el pranato, el carnet de la patria, el papel de los militares, los bachaqueros, el robo de cables de Internet, las colas por gasolina (cuyo costo es de 0,00002 centavos de dólar el litro), los zoológicos asaltados y con animales en mengua, la contaminación del Lago de Valencia, periódicos sin papel, radios sin permiso, la censura y la amenaza de regular las redes sociales, la falta de vacunas, el agua contaminada que tampoco llega, la falta de datos públicos, la OLP, la emigración de los profesores con doctorado y del motorizado de confianza, los supermercados pelados, las expropiaciones, la muerte de neonatos, la desnutrición infantil, la guerra económica y la "Ley del Odio".

(Ahora la ironía)

Y junto a eso la abundancia de "bendecidas y afortunadas", cómo Diosa Canales pasó de moda y quién carajos fue para reproducirse como modelo a seguir, la gente que aún tiene camionetotas, come en restaurantes caros y va en yates para los cayos de Tucacas, los edificios de lujo, la centena de cervezas artesanales, el gentío en los centros comerciales, cómo ir al cine es un lujo y cómo es posible que comprarse un carro, una casa, una moto o una bicicleta es improbable, las remesas, la gente huyendo por la frontera, otra vez el tema de los dólares, los rumores, las noticias falsas y las tías de Whatsapp.

Y seguro faltan más cosas.

Fuente

¿Y porqué me quedo?

Algunos amigos que están afuera hace unos añitos, quienes se fueron pero cuando estaban aquí decían que "esto no va a cambiar nunca" o que no son "como el resto de venezolanos" me han preguntado, no sin sorna, si todavía pienso que es el mejor país del mundo, por las mejores playas y mujeres bellas, y otros lugares comunes ideales para el audiovisual que acompaña al himno nacional de las doce de la noche. Es decir, si ya estoy desilusionado del país o de las presuntas bondades que lo hace el mejor lugar para vivir, a pesar de las circunstancias tan adversas, o si "desperté", "abrí los ojos" u otras formas venezolanas de decir, como nuestra María Corina interna: "te lo dije". Porque aquí todo el mundo sabe, menos el otro.

La respuesta, que se ya lleva un montón de palabras, no es tan sencilla. Trataré de hacerlo en forma de lista, a ver si con la suma de todas me permite además estructuras las razones para quedarme.

* Ya viví afuera: el 21 de junio de 1999 yo aterrizaba en el Aeropuerto de Schipol, que comunica con la ciudad de Ámsterdam, Holanda. Viví dos años allí y luego 9 meses en Barcelona, España. Regresé en enero de 2002, y no entendí nada del golpe de Estado ni cómo Alfredo Peña o José Vicente eran políticos y no periodistas críticos. Así que sé que estar afuera no es la panacea, tiene muchísimas cosas buenas (como eliminar la incertidumbre de los cambios de gobierno, golpes militares, inseguridad y la lista de arriba). Bueno, en aquel momento no había Estado Islámico. Pero no lo tienes todo: cada quien descubre que añora cosas distintas, tiene más hábitos venezolanos de lo que suponía (vacaciones en Semana Santa) y pierde todo sus redes y contactos.

* Activismo social: el fallecido psiquiatra y comunicador social Roberto De Vries decía que en los países hay quienes aspiran tener casa, carro y la mejor vida posible para sí y los suyos, y quienes quieren brindar soluciones para los demás: quieren que la escasez de agua en el barrio o urbanización se solucione para todos y luego que no vuelva a pasar en ningún lado. Decía que lo común era que los primeros eran los que emigraban, pero que en Venezuela estaba pasando por primera vez que los segundos se querían ir: gente que trabajaba en ONGs, activismo social, líderes sociales, militantes de partidos, emprendedores. Sin embargo, aún no me pasa.

Insisto con el activismo ambiental, con la charlas para un mejor periodismo, con iniciativas como Invítalo a comer e Invítalo a leer. Me siento más útil aquí. Ya me pasó cuando me mudé tres meses a Caracas en 2015: allí no tenía redes para ayudar, colaborar, impulsar cambios. No tenía la misma pertenencia, dejé de tener un papel en comunidad, sólo trabajaba, me transportaba, consumía.

* Red social: Irse del país implica perder además el destino que he construido aquí: desde que nací hasta los 19 años que me fui, y de nuevo desde los 22 hasta mis 40 años. Eso implica contactos dentro y fuera del país, reputación, confianza y conocimiento, puntos de vista relativos y resiliencia, para lo personal, lo laboral, lo profesional. Como me dijo un amigo hace un mes: "sí, todo lo que preguntes aquí es interesante, mejor o bueno, me gusta, tengo un trabajo, casa, seguridad, pero no tengo amigos". Ya me pasó, y por ahora lo evito. Agradezco la recordatoria.

El Picnic Urbano, que dio paso a Invítalo a comer, reunía a amigos viejos y muchos nuevos creando un tejido social novedoso para la ciudad y mi círculo de amigos
Fuente: @picnicurbanomcy

Vale admitirlo: mi experiencia, relaciones construidas y conocimiento me han puesto en una posición mucho mejor que una buena cantidad de personas, aunque aún tengo tres trabajos. He logrado viajar de esta forma a México, Costa Rica y Turquía con gastos pagos, aunque con mérito propio. Mi sistema inmune, aún siendo una persona con psoriasis, me ha mantenido lejos de problemas de salud importantes y a mi círculo familiar más cercano. Y no he sufrido graves desencuentros con la violencia o la delincuencia. Eso pesa y mucho.

* Conveniencia: permanecer en el país también tiene ventajas competitivas: estás en un lugar muy noticioso (lo que me ayuda y a otros colegas a escribir para medios internacionales), aún hay costos sumamente bajos para operar (telefonía, gasolina, luz, agua, salarios) como ahora propone el gobierno para incentivar la criptominería (a pesar de sus fallos) y somos atractivamente muy baratos como trabajadores freelances y en el país hay oportunidades únicas para emprender: geografía, gastronomía, infraestructura levantada y muchísima capacidad instalada que aprovechar. Digo, eso aprovechó Costa Rica (muchos vuelos y espacio en aviones que no se usaba, para convencer a Intel de instalarse allá, al poder exportar con bajísimos costos).