La casa de Ocumare, un cuento de Virgilio Leon Puppio, el poeta de la 106 de Calicanto

La casa de Ocumare. Un relato de Virgilio Leon Puppio, el poeta de la 106 de Calicanto.

La casa de Ocumare, las de vacaciones y fines de semana, tenía un techo de cin que cuando
llovía, era tal el alboroto, llegando a silenciar las olas del mar. Con un cuarto grande y dos ventanas al frente, precedidas por un corredor, donde al pie de una de ellas, papá improviso la cocina, nunca podre olvidar aquella cocina de kerosene, usada por todos, su marca era Corona, y a un lado traía un envase de vidrio donde iba el combustible. De la forma más sencilla, nuestro padre sobre cuatro bloques y dos tablas, puso la cocina a funcionar.

La única comida de la que guardo recuerdo, es cuando Mamá freía el pescado en la cocina sobre las tablas, porque habían tablas y bloques por toda la casa, eran tiempos de construir, andaba en esa edad de seis o siete años y todas esas cosas me llamaban la atención.

El pescadero, el señor negro, pregonando su pescado con un “si llevo el mero fresco la catalana y la curvina” desde la bicicleta de reparto con corneta de perilla de goma que día a día, descamado y limpio los dejaba a la puerta de la casa, y en su voz dejaba oír:

No se preocupe señora, decía, me los paga el sábado cuando llegue El Capitán.

Las conservas de coco de Marisol, la negrita cariñosa alta y flaquita, vestida con traje de dril, donde venia ensacada la harina Gol Medal que descalza por la playa pregonaba,:

Mira! Que si llevo las conservas de coco y bajando de su cabeza la batea de madera, y en un plato de peltre, ella con mucho cuidado, no se le fueran a partir, una a una las iba colocando para que nosotros por las noches las disfrutaramos frente al mar, oyéndole a Mamá los cuentos de grandes buques de Corsarios de otros mares que venían a la playa de Ocumare a repartirse y enterrar el botín, arrebatado a otros piratas.

En las mañanas, después de pasar la noche soñando con piratas, caminaba por la playa, tratando de recordar donde mamá nos dijo, habían enterrado el tesoro.