Venezuela, donde la situación "país" nos lleva a sus habitantes a quejarnos constantemente.

Es cierto que nuestro día a día se ha convertido en desafíos a enfrentar pero, ¿qué tan desagradecimos nos hemos vuelto los Venezolanos? Es muy fácil darnos cuenta de lo mal que puede ir nuestro día: las colas que debemos hacer, los costos de la comida, la administración del insuficiente sueldo, la falta de efectivo, el colapso del transporte público, en sí, el colapso de TODO. Tantas limitantes para una calidad de vida en decadencia que nos lleva a quejarnos, volver a quejarnos y por último, quejarnos aún más.

Es necesario que tomemos un tiempo para respirar profundo y reflexionar, ¿qué está pasando a mi alrededor aparte de lo que me molesta? ¿qué tan negativo soy? ¿en qué me beneficia la queja? entonces, ¿qué tan desagradecido me he vuelto? analicemos cada una de las preguntas que podamos hacernos en cuanto a lo que estamos viviendo.

El cambio no es tan simple ya que la queja se ha vuelto un hábito, mi recomendación: cambia la queja por la gratitud, encuentra ese pedacito de positivismo en la situación, te darás cuenta al cambiar el enfoque que en toda esta oscuridad hay rayitos de luz y así, puedes encontrar la paz y tranquilidad que por momentos necesitas.

Entiendo que no es fácil ya que, es un proceso donde poco a poco dando lo mejor de nosotros podemos sacar provecho de esta situación. Mira a tu alrededor, valora lo que hoy tienes más de lo que te hace falta, agradece por tu comida que aunque no sea la misma de antes o la cantidad que deseas, tienes un sustento; tus zapatos no son los más cómodos quizás sin embargo, no andas dolorosamente descalzo; y así, para cada cosa o situación que enfrentas.

Lo negativo atrae lo negativo, atraigamos entonces todo lo positivo que podamos en nuestra vida: hagamos de la gratitud un hábito.

“Si eres agradecido con lo que tienes, generarás más. En cambio, si te concentras en lo que no, jamás tendrás lo suficiente”.— Oprah Winfrey