Hola querida comunidad de steemit. Hoy quiero compartir con ustedes algunos detalles de un paseo que hice junto a mi esposa a Choroní y Puerto Colombia. Estas son dos poblaciones muy cercanas entre sí, y no se puede hablar de una sin hacer mención a la otra. Ambas están situadas en la costa del estado Aragua, al norte de Venezuela.

Para ir a Choroní primero deben llegar a la ciudad de Maracay. Ubiquen la avenida Las Delicias y recórranla hasta el final, hasta llegar al zoológico, luego se sigue por la av. El Castaño, pendientes al pasar una estación de servicio BP, es la última que se encuentra antes de Choroní, luego de pasar de pasar la urbanización El Castaño comienza la carretera hacia choroní. El trayecto, desde su comienzo y hasta llegar a Choroní, es a través de la belleza y el verdor del Parque Nacional Henry Pittier. En su paso, quedaran embelesados con la biodiversidad de este camino, a nosotros nos llamo la atención la cantidad de bambúes que le dan un toque de misticismo al recorrido.

Para nosotros llegar hasta el pueblo fue toda una experiencia, es una carretera montañosa de angostas curvas, en algunos tramos sólo es posible el paso de un vehículo a la vez, en los cuales, hay que estar pendiente de una ensordecedora corneta que anuncia que en sentido contrario se aproxima algún colorido autobús, cuyo experto chofer toma las curvas mejor que cualquiera en un vehículo más pequeño. Romerito es el primer caserío que se consigue en la carretera, al cual le siguen Uraca, la Loma, El Charal, Barro Colorado, La Esmeralda, Santa Bárbara, La Rinconada y El Parnaso. Fue en Romerito donde ocurrió la crecida del rio en agosto de 2017.

Al llegar, justo en las faldas de la cordillera de la costa, se revela ante nosotros Choroní, un hermoso pueblo con casas de tropical color, grandes ventanas y techos de teja, con calles y aceras muy estrechas que parecieran infinitas. Más adelante, ya frente al mar, esta Puerto Colombia, por donde se encuentran la mayoría de las posadas y restaurantes, y en cuyo malecón se exhiben cañones ya corroídos por el paso del tiempo y que datan de la época colonial, desde donde, si corren con suerte, en las noches podrán escuchar el retumbar de una fiesta con tambores, que contagia hasta al que no sabe bailar, como es mi caso, que mi cadera parece atornillada.

Junto al malecón, verán el embarcadero, reconocible por la fila de peñeros organizada por los pescadores, quienes con una paciencia increíble, desenredan las redes con las que saldrán a atrapar los peces al amanecer.