La mano de la reja

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Esta leyenda cuenta que Leonor, una bellísima joven, tuvo que vivir siempre bajo el odio y la envidia de su madrasta, segunda esposa de su padre. Sin embargo, un noble de la corte del virrey tuvo la oportunidad de conocerla, quedando prendado de su belleza.

La cortejó y ella aceptó, viéndose siempre a través de las ventanas de la casa donde residía la joven.

Cuando se enteró, la madrastra decidió cerrar todas las ventanas e incluso enviar al sótano a Leonor para que no tuviese contacto con el noble. Este, sin saber las circunstancias, tuvo que irse urgentemente de la ciudad durante unos meses para llevar a cabo una misión encomendada por el virrey.

Día tras día, ella tenía la esperanza de que el noble le tomase de la mano y la salvase. Sin embargo, cuando el joven pudo regresar, Leonor apareció muerta en el sótano debido a que su madrastra no la alimentaba.

Al enterarse, el joven denunció los hechos y mandó a prisión a su madrastra y padre. Además, le rindió sepultura enterrándola con un traje de novia que él le tenía preparado para el día que se casaran.

Esta historia se remonta a la época del virreinato en México. En ese tiempo, la zona conocida hoy como Morelia era conocida como Valladolid.

Un día, se mudó a vivir Don Juan Núñez de Castro en compañía de su mujer, Doña Margarita Estrada. Con ellos venía también la hija de ambos, conocida como Leonor. Ella solo era hija natural de él, pues la había concebido con otra mujer.

Leonor era extremadamente bella, por lo que no tardó en llamar la atención de los pobladores de la región. Un día conoció a un pretendiente, que luego de un tiempo ambos terminaron bastante enamorados.

Pero las cosas no salieron bien: su madrastra Doña Margarita estaba celosa de la belleza de su hijastra. Es por eso que Leonor para poder comunicarse con su enamorado, se veían por medio de una ventanilla del sótano.

Pasó el tiempo y el romance iba bien, ellos seguían con sus citas a escondidas y su amor simplemente crecía. Pero un día, Doña Margarita se dio cuenta del espacio que habían utilizado los enamorados para verse.

Enfurecida, puso su empeño para evitarlo: mandó a clausurar la ventanilla, acabando con toda posibilidad de comunicación.

Desafortunadamente, su joven enamorado tuvo que viajar para atender asuntos del reino, por lo que ella se quedó sola. Los inicios de la la leyenda de la mano en la reja.
Comienza a aparecer una mano misteriosa.

Leonor no se rendía. Se encontraba encerrada, pero quería vivir lo suficiente para volver a ver a su amado en algún momento. Pero el encierro le impedía realizar cualquier cosa.

Por eso es que empezó a sacar la mano por un espacio que quedó. De esta forma, se encontraba pidiendo comida, lo que sea, un pedazo de pan. Quería mantenerse viva, luchaba por encontrar un poco de comida.

Desde ese momento, la gente empezó a rumorar sobre una mano saliendo por la ventana, que causaba miedo. Estos rumores llegaron a oídos de doña Margarita, que se encargó de disipar todos esos rumores.

Con el paso del tiempo, Leonor murió.

El joven enamorado regresó de sus deberes y regresó a buscar a Leonor. Al hablar con el padre, se dieron cuenta que ella no estaba con el joven. Que nadie sabía de su paradero, que había desaparecido.

La mandó a buscar, para encontrar el cadáver en el sótano. Lleno de furia, mandó con las autoridades a encarcelar a su esposa y a los criados que estuvieron involucrados.

Desde ese día, comenzó la leyenda de la mano de la reja. Algunas personas aseguran que hasta el día de hoy, puede llegar a verse la mano en la reja pidiendo un trozo de pan, por amor a Dios.

La historia comenzó en España. Ahí, don Juan Núñez de Castro, un joven poderoso y acaudalado, conoció a doña Leonor del Paso. Desde el primer momento, los dos quedaron profundamente enamorados el uno del otro. Poco tiempo después decidieron casarse y luego tuvieron a su primera y única hija: la pequeña Leonor.

Sin embargo, para desgracia de la familia, doña Leonor murió una semana después de que la bebé naciera. A pesar del dolor que don Juan sentía, decidió que él necesitaba una esposa y su hija una madre. Así que don Juan volvió a las tertulias y ahí conoció a doña Margarita quien parecía ser una buena mujer.

No obstante, pasaron los años y, aunque los negocios de don Juan no andaban bien, Leonor se había convertido en una joven de belleza extraordinaria. Debido a esto, doña Margarita comenzó a sentir celos y envidia de la muchacha.

Todo empeoró cuando, por problemas económicos, don Juan decidió mudarse junto con su familia a la ciudad de Valladolid, ahora Morelia. Ahí logró acrecentar significativamente su riqueza, aunque el trabajo lo absorbía por completo. Don Juan debía viajar por largos periodos a Guanajuato. Fue precisamente durante esas ausencias cuando doña Margarita aprovechó para encerrar a Leonor.

La joven permanecía enclaustrada toda la semana a excepción de los domingos. Esos días, doña Margarita le permitía acudir al Santuario Guadalupano. Fue en uno de esos días cuando Leonor conoció a Manrique de la Serna y Frías, un gallardo capitán que pertenecía a la guardia virreinal.

Los dos jóvenes quedaron prendados el uno del otro. Comenzaron a verse a escondidas. De hecho, todo su romance se desarrolló a través de la tercera ventana del sótano donde varias veces juraron casarse y amarse para siempre.

Sin embargo, en un momento de descuido, los jóvenes amantes fueron sorprendidos por doña Margarita quien, furiosa, encerró a Leonor en esa misma habitación mientras Manrique viajaba a la Ciudad de México. La intención de Manrique era solicitar una carta al virrey para después pedir la mano de Leonor.

A pesar de los esfuerzos, los trámites demoraban demasiado y la crueldad de la madrastra solo aumentaba. Llegó un punto en el que prohibió a los sirvientes acercarse a Leonor para darle comida o agua. Esto causó que, en un momento de desesperación, Leonor rompiera uno de los maderos que daban al exterior. Desde ahí, Leonor pedía a quien pasara un poco de pan o agua.

La gente comenzó a sospechar sobre el encierro de Leonor. Sin embargo, doña Margarita se dio cuenta y tapizó la ventana. Además, se libró del asunto diciendo que eran habladurías de la gente chismosa y argumentando que Leonor estaba de viaje. Cabe señalar que doña Margarita no podía ser investigada pues se trataba de una dama de la alta sociedad.

Después de algún tiempo, por fin regresaron a Valladolid don Juan y don Manrique. Al encontrarse, el joven le extendió la carta para pedir la mano de Leonor a don Juan. Al mismo tiempo, doña Margarita trató de huir, sin embargo, fue detenida.

Entonces, una de las sirvientas se dirigió aterrorizada hacia los dos varones para pedirles ayuda. Se trataba de Leonor, quien continuaba encerrada en el sótano. De inmediato bajaron. No obstante, Leonor yacía muerta. La imagen fue desgarradora: Leonor estaba sucia, con un aspecto cadavérico que se había llevado consigo su inigualable belleza.

Los dos hombres estaban devastados. Aunque, aun así, decidieron que se llevara a cabo la boda. Leonor y Manrique se casaron en el lugar que los había unido: el Santuario Guadalupano. Después, velaron a Leonor a los pies de la tercera ventana del sótano y al día siguiente, el joven Manrique llevó el cuerpo de su amada al último árbol de la Calzada y ahí la enterró.

Contrario a lo que pudiera pensarse, la historia no terminó ahí. De hecho, Karen nos contó que, algunas personas han asegurado que después de las 8:30 de la noche, es posible ver una mano cadavérica que sale de la tercera ventana del sótano -que ahora pertenece al Centro Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)-. Esta aparición es acompañada de una voz que dice con voz desgarradora “un poco de agua o un pedazo de pan por el amor de Dios que me estoy muriendo”.

¿Te atreverías a pasar por ahí de madrugada?

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