UN VIAJE INCREÍBLE - RORAIMA - BITÁCORAS - HISTORIA - FOTOGRAFÍAS - BLOG

in #travel7 years ago (edited)

La Historia de un Gran viaje y una experiencia de vida... Narrativa. Selección de Grandes Fotografías.

Prologo. 

Esta narrativa es atemporal, los tiempos gramaticales van y vienen, pasado, presente, futuro, forma parte de esta historia. Es una combinación de algunos trozos sucios y mojados de papel, escritos en algún descanso del trayecto y otros vivos recuerdos que he decidido plasmar. Al escribirlos siento hacerlo aun sin desempacar.   


De niño siempre miraba en los libros de Parques Nacionales de mi país, Venezuela, fotos de lugares increíbles, preguntaba con gran curiosidad si aquellos lugares realmente existían, me contaba mi padre que sí. Playas, montañas nevadas, cuevas, lagunas, ríos, saltos de agua, fue entonces cuando observe una fotografía aérea de una gran meseta rodeada de nubes, en medio de una sabana, era pues el Monte Roraima, desde ese instante imaginaba y recreaba en mi mente historias fabulosas, llegando a aquel lugar en globos aerostáticos, en paracaídas y aviones.  Así crecí, deseando tener algún día la dicha de conocerle.  


Zoom.   

América del Sur, Venezuela, Valencia, estado Carabobo. Nací en estos suburbios tropicales, a 1200 km de distancia de estas tierras ancestrales, dos días de recorrido por vía terrestre, sin contratiempos.   Roroimö Pon (Monte Roraima), Parque Nacional Canaima, Guayana Venezolana, al sur del río Orinoco, sobre el Macizo Guayanés, Estado Bolívar. Patrimonio de la Humanidad. Una de las regiones más antiguas de la corteza terrestre. Un gigante frágil.    


Introducción.   

Puede que cada uno de mis compañeros, perciba de distintas maneras esta travesía, esta aventura, pero será innegable en cada historia que esa persona que regresa  no será ya la misma.   Esta es una de esas historias, mi historia, una experiencia de vida. Estas son “Mis Bitácoras”.  

 

Por James V Machado -- © 2017.   


Foto: Laura Tablante  © 2017.  

Previos.

Luego de un largo recorrido por carretera,

arribamos a la población de San Francisco de Yuruani,

llamada por los nativos Pemones como Kumarakapay.

Mi grupo de viaje está conformado por el guía Yei, Karl, Emm, Lu, Fer, Lama y yo,

luego conocimos a Emiliano,

guía y porteador lugareño.

Esta noche nos dará posada,

armaremos nuestro primer campamento junto a su casa.


Suena una campanada,

una voz inquisidora habla sin parar.

Canticos e instrumentos musicales.

Suena una segunda campanada,

¡He de estar muerto!,

por fortuna no es así.

Abro mis ojos, 

me percato que estoy dentro de mi tienda,

todo parece estar en orden.

6:00 a.m.

- “!no!, no quiero arrepentirme!”,

es el habitual sermón diario de la iglesia,

justo frente a nuestro provisional campamento. 

Es despedido a fuerte voz por unos parlantes,

dirigido a toda la comunidad,

alienada y convertida a esta creencia religiosa.

Despierto contra mi voluntad,

Ha salido el sol.

Comienza un nuevo día.


Niños descalzos y sonrientes,

apenas si les puedo entender,

están por toda la casa,

la viva esencia, inocencia.

Nos miran, no dejan de hacerlo,

pequeñas gemelas,

niños de todas las edades y estaturas.

Nos abrazan, nos invaden las tiendas,

toman por asalto nuestros dulces.


Experimento una inmensa sensación de libertad.

Caminamos a orillas de la carretera.

Estamos a plena luz de la mañana.

Sombrero, agua, repelente de insectos y mis compañeros.

Siento el calor del asfalto en la planta de mis pies.

Espejismos de vapor de agua en ascenso.

La vía se pierde de vista entre montículos que suben y bajan.

Da lo mismo caminar en cualquier dirección o pedir un aventón.

Es un día de explorar los alrededores.

Primer encuentro con los pasos de agua.

Llegamos a un caudaloso rio, saltos, rápidos y remansos.

En esta ocasión siento indignación,

Encuentro desperdicios, latas, vidrios, plásticos dispersos por doquier,

Disonante combinación.

Algunos del grupo hacen su esfuerzo por llevar consigo parte de estos desechos.


Foto: Laura Tablante  © 2017. 


Llega el ocaso.

Recorro el pueblo calle arriba y calle abajo

víctima de los antojos de Lu, un perro caliente,

que milagrosamente encontramos.

Un pueblo lleno de sabores y curiosidades,

“domplinas” con queso,

ventas de artesanías, guindalejos,

adornos, recuerdos,

picante de bachaco,

helados de coco,

el agua fría,

pan dulce,

café, cerveza,

frutas y verduras,

leña quemándose.


Debemos dormir,

mañana comienza nuestra travesía.

En pocas horas llagara el transporte 

que nos dejara en el punto final de la carretera,

la comunidad de Peraitepuy,

allí inicia nuestro recorrido a pie.


Foto: Laura Tablante  © 2017. 

El comienzo.

La luna nos observa en la distancia.

Desarmamos el campamento y preparamos nuestros morrales.

Ha llegado el transporte.

Salimos en madrugada rumbo a nuestro destino.

Monte Roraima.


Nos adentramos por un irregular camino tierra,

ya comienza a aclarar,

en el horizonte la espesa neblina arropa los Tepuyes.

Mis ojos quedan perplejos ante el paisaje.

Contemplo el amanecer,

el sol haciendo su aparición escondido entre los tepuyes.

Me percato de cada tonalidad, rojo, naranja, amarillo.

Nos invade una sensación de alegría,

salimos expirados del transporte,

todos saltan y corren como niños,

¡me siento Bendecido!

Imágenes y sensaciones que se guardan en el alma.

Cada quien experimenta sus emociones ante tal recibimiento.


Fotos: Laura Tablante  © 2017. 

Caminata.

Un paisaje llano, fresco, de verdes pastos,

se pierde en la mirada, en el horizonte.

La cálida brisa juguetea a mí andar,

pareciera escucharla silbar,

es Lu y su “Tonada de Luna llena”.


Con cada paso el tiempo y la distancia 

Adquieren distintas características.

Los sentidos se agudizan, sensibilidad.


Encuentro algunos ríos en mi camino,

voy lavando mis manos, mi rostro,

calmando mí sed,

dejando correr.

Llevo conmigo lo necesario,

nada más.


Foto: James V. Machado  © 2017. 

Campamento militar.

Nuevamente llego el ocaso,

después de un largo día de caminata

llegamos al “campamento militar”.

Esperaba encontrarme una gran estructura,

hombres vestidos de verde camuflaje,

pero solo es una pequeña planicie entre dos pasos de ríos,

en medio de la sabana.


Cae la noche y armamos nuestras tiendas.

Preparamos la cena y nos relajamos un poco

planeando nuestro siguiente día. 

Hemos tomado el reto de llegar a la cima en dos días.

Normalmente toma tres días.

Aceleramos el paso para optimizar las provisiones 

y poder llegar a “La Proa”,

punto final y emblemático en la cima del Tepuy.


Una noche fresca y bañada de estrellas,

estrellas como nunca se podrán observar desde la ciudad.

Descansamos.


El astro sol marca la pauta del día.

Abro el cierre de mi tienda y en primera fila 

veo el Monte Roraima y el Kukenan.

Ya los siento más cerca.

Dos gigantes milenarios,

imponentes.


Vienen a mi mente muchas imágenes como fotografías.

Pongo la mirada aguas arriba del rio,

en la escena, se sobrepone una canoa, 

Grandes rocas que son bañadas por las aguas del caudaloso rio Teck,

al fondo el imponente Tepuy Kukenan,

sereno y misterioso,

rodeado de neblina,

pareciera adoptar personalidad propia,

atento, vigilante y apacible.

El cielo entre blancas figuras de nubes y azul claro.


Se pueden encontrar lugares y paisajes durante el recorrido muy particulares,

como sacados de una película medieval.

Vi una pequeña capilla de piedra,

entre la verde sabana, 

en medio de la nada,

en un montículo.

Una ironía entre la naturaleza, lo terrenal y lo sublime,

todo en una misma imagen.


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 

El ascenso.

Nos acercamos al pie de la montaña, la pared,

así le llaman.

Emiliano es el primero en llegar,

nos pide aguardar en silencio,

“Senök etök, Roroimö Pon, Tenámasen!”

“Esta piedra del Monte Roraima, es Respetable”

nos hace señas para acercarnos.

Asiento las palmas de mis manos sobre la pared.

Inexplicable conexión.

Me invade una sensación de respeto, grandeza, majestuosidad.

Mis sentidos armonizan con todo a mí alrededor.


Agotados del primer tramo de recorrido,

descansamos y hacemos una merienda.

Me alientan mis compañeros a cada paso.

Cada uno con particulares “poderes”

que en oportunos momentos compartieron

con humildad, gracia y espontaneidad.


Comienza el ascenso,

llevo a cuestas mi mochila,

mi única conexión con mi mundo exterior.

Me han dicho que he de ponerle un nombre,

al llegar a la cima le encontrare alguno.


Delirio, alucinaciones, cansancio.

Cuestiono todo lo que había considerado “real” hasta ahora.

El entorno nos arropa y nos hace parte de él.

Las necesidades se hacen cada vez más sencillas e instintivas,

más no simples.

Con cada paso voy dejando atrás rastros de mí.


Llevar control del tiempo y de las horas se ha convertido en un absurdo,

Nuestra infalible referencia es la salida del sol y su ocaso.

Me siento tranquilo,

nos acompaña un aficionado meteorólogo,

sé que no doblegara el tiempo,

pero nos mantendrá al tanto de él, de ser requerido.


Senderos de roca, pasos de agua, densa vegetación, 

cascadas, abismos, extravagante flora,

nos adentramos en antiguas tierras.

Lagrimas caen de la montaña.

La cima pareciera mantenerse allí a lo alto,

nosotros insignificantes.


Resbalo y caigo sobre unas rocas en el camino,

sin intentar siquiera levantarme,

delibero la importancia de cada gramo en mi mochila.

Escucho a lo lejos la brisa sacudiendo,

gotas de lluvia,

zancudos haciendo un festín de mi carne,

gritos de aliento de mis compañeros.

Sin fuerza alguna.

El cansancio se apodera de mi cuerpo,

pero no de mi voluntad,

y así, como si hubiera presenciado una revelación,

me pongo nuevamente en pie.

Con un soplo de aliento,

emprendo el camino por el tramo final para llegar a la cima.


Karl y Emm a paso constante lideran el grupo,

allá los veo, un poco lejos,

puedo distinguir el vivo azul y escarlata de sus respectivos atuendos,

en contraste al colorido verde y marrón predominante del camino.

Tomo otra bocanada de aire,

sin más pausa ni prisa, 

recorro los últimos pasos hasta llegar a la cima.

Me invade una sensación indescriptible de plenitud y satisfacción.

Lagrimas corren a chorros por mis mejillas sin mayor explicación

¡Me siento bendecido!


Ya tengo nombre para mi Mochila,

“Voluntad”.


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 


En la cima.

Quati.

Hemos pasado a territorio brasilero.

Mi refugio esta noche está en una cueva,

antes habitado por osos Quati.

Noche de fuertes vientos, 

noche eterna,

inquebrantable.

Vientos que retumban como olas de mar.

Imponencia.

Con la mirada al cielo,

alzo mi mano,

casi puedo tocar las estrellas,

pero no levanto la voz,

pues temo perturbar a los seres Celestiales.


Foto: Laura Tablante  © 2017. 


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 


Foto y Texto: James V. Machado  © 2017. 

(Sublime sensación de Paz, Armonía y Equilibrio! 

Que Gran Bendición!

Mas allá de nuestros miedos y limitaciones.

pude contemplar a mi país Venezuela 

desde esta maravillosa perspectiva

en algún lugar de la cima del Monte Roraima.)


Arcoíris.

Recuerdo un momento,

como era ya habitual, 

caminábamos de regreso a un refugio en alguna cueva,

conocidos turísticamente como  “hoteles”.

Nos detuvimos en un pequeño pozo de agua,

cada quien hacia lo suyo,

Lu tomaba fotografías,

Emiliano cocía y reparaba los zapatos de Lu,

el resto de los chicos intentaba un valeroso acto de echarse al agua.

Yo buscaba un talismán entre las piedras.


Un cielo azul y despejado,

el sol radiante, hasta ese momento,

comienza la lluvia a caer sin preámbulo alguno,

pero el sol pareciera negarse a esconderse.

Y así, ante nuestros ojos, un espectáculo de arcoíris en derredor,

unos sobre otros, perfectamente formados,

tan cerca que podía distinguir el juego de colores frente a mí,

interponiéndose entre una pared de rocas cercana.

Nos invade la impresión,

¡Nuevamente me siento bendecido!


Foto: James V. Machado  © 2017. 

Valle de cuarzo.

En lo personal siempre he tenido fascinación por las piedras,

en casa guardo una pequeña colección de ellas.

En tal sentido mi asombro al pasar por el valle de cuarzo fue indescriptible.

Llegamos allí supongo en horas de medio día,

el sol apenas nos hacía sombra en el sendero,

la energía del lugar es muy intensa,

cualquiera al llegar allí ha de percibirla.


Era un día radiante y despejado,

caminamos por un sendero ligeramente pronunciado,

y en una pequeña planicie, junto a un riachuelo

¡minerales de cuarzo brillaban!,

¡bajo las aguas!,

¡entre las rocas!,

¡incrustados en la tierra!,

¡están por todos lados!,

Pareciera un botín,

algún tesoro olvidado en el tiempo.

O quizás un 

“Kapüy Piapö Yenasak Roroimö poy”

Que quiere decir

“Un pedazo de luna caído en Roraima”.


Foto: Laura Tablante  © 2017. 

Melodía al viento.

Y entre caminar y seguir caminando

nos detuvimos en un mirador,

una de las mejores vistas sobre el Tepuy,

según nos explica Emiliano.

Al llegar, solo una pared de neblina cubría el paisaje.

De cualquier forma el lugar se sentía muy agradable,

así que decidimos quedarnos un rato.

Me retiro un poco del grupo,

y me siento sobre una piedra saliente.

Fue uno de mis momentos de introspección,

de estar en silencio, meditar un poco.

Desde mi interior pedí sabiduría,

y comencé a improvisar melodías.

Cierro mis ojos.

Por un instante solo sentía la fría piedra donde me sentaba,

la brisa tocar mi cara y el sonido de la armónica.

Luego ocurrió lo que para mí fue un momento sublime del viaje.

Como por arte de magia, revelación, conexión,

o simple casualidad, para algún escéptico lector,

con cada nota y ante la perpleja mirada de todos mis compañeros,

se hizo una brecha entre la niebla.

El abismo y el paisaje se despejo por completo,

permitiéndonos contemplarla y documentarla en fotografías.

Un regalo del monte Roraima,

la mejor vista de todo nuestro viaje.


Con el siguiente abrir y cerrar de ojos,

la neblina y la lluvia se apoderaron de la escena.

Todo volvió a estar como cuando llegamos.

Decidimos entonces continuar nuestro camino.

Siento que este fue un momento de agradecer, 

agradecer a mis compañeros por ser parte de esta gran experiencia,

agradecer por la  plenitud y armonía con este mágico lugar.


Foto: Carlos Blanco  © 2017.  

La Fosa.

A cada paso en la cima nos sorprende lo cambiante del paisaje.

Caminamos por senderos de roca maciza,

luego atravesamos un tramo de inmensos pedazos de rocas,

colocados allí de manera casi inexplicable.

Una vegetación frágil, delicada,

musgos, flores y plantas pequeñas,

no se ven árboles, 

Rocas y más rocas.

Seguimos el curso de un rio que luego termina en una cascada,

aguas que caen en una fosa,

un profundo y amplio agujero de piedra, 

lleno de agua en el fondo, formando un pozo.

Aguas que corren entre grietas y surcos.


Se desata un torrencial aguacero, 

Como nunca habíamos presenciado en la travesía.

Todos buscan refugio bajo las salientes de alguna roca.

Por mi parte quedo petrificado a la intemperie, 

con mi impermeable puesto,

alternando por momentos con una improvisada “danza de la lluvia”.


El clima se apacigua,

Algunos de mis compañeros se escabullen 

Entre las enormes piedras y grietas para llegan hasta el fondo

valerosamente se bañan en las frías aguas.


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 

Punto Triple.

Esta vez nuestro destino sobre la cima es el llamado “Punto Triple”,

un montículo triangular,

donde convergen las fronteras de Venezuela, Brasil y Guyana.

El clima de intensa lluvia y neblina,

terrenos irregulares, 

montículos de piedras con curiosas formas,

enormes grietas, venas de agua,

hermosas Bromelias únicas en el mundo.

Recorro el lugar de un lado a otro,

hacemos fotografías,

doy vueltas en círculos alrededor del montículo.

Quien diría que a solo cuestión de pequeños pasos,

puedo burlar los límites y las barreras que nos separan.

Mi pie derecho firme sobre tierras Venezolanas,

mi pie izquierdo en suelo Brasilero.

De un brinco, sobre una roca, he llegado a territorio Guyanés.

Ironía,

Ironías.


Foto: Laura Tablante  © 2017. 


La lluvia se hace cada vez más intensa,

seguimos nuestro camino

sobre Guyana,

vía nuestro punto final, 

“La Proa”.


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 

Lago Gladys.

En la cima nunca deje de sorprenderme,

hay que estar atento,

en todas partes hay algo interesante,

en veces surrealista.

Caminamos por un sendero de roca maciza,

Frente a mí un gran lago,

una vasta porción de tierra y agua 

hundida unos cuantos metros de profundidad,

un inmenso hueco,

rodeadas de un colorido verdor.

Estas tranquilas aguas reflejan el cielo, las nubes,

las formaciones rocosas.

Una escena sacada de alguna historia mitológica.

Un contraste con su entorno de rocas.

Foto: Laura Tablante  © 2017. 

La Proa.

A medida que nos acercamos a “La Proa”

nos encontramos con más obstáculos,

enormes grietas al vacío entre las rocas,

lluvia y espesa neblina,

subir y bajar estas enormes y resbaladizas rocas.

Ya muy cerca del punto final,

las condiciones se hacen casi imposibles.

Nuestro grupo no posee los equipos necesarios, cuerdas,

para acceder a este tramo.

Buscamos algunos atajos alternativos,

rodeando los puntos más difíciles,

hasta que los niveles de dificultad requerían de la decisión particular 

de continuar o detener la marcha.

Por primera vez, desde que partimos en carretera, nos separamos.

Algunos decidieron continuar, 

“La Proa” se encontraba a escasos quince minutos de extremo recorrido.

Por mi parte me sentía plenamente satisfecho y complacido con todo el recorrido,

Considere un riesgo innecesario, pero respete la decisión de cada uno.

Un poco más abajo podía ver a Lama, también decidió detenerse.

Más arriba estaba Lu.

Y así, durante un largo rato,

quede solo en medio de la lluvia intensa.

Fue una sensación extraña, me sentí vulnerable.

Habíamos dejado los morrales en el campamento,

ya había tomado mi merienda.

Era complicado subir o bajar para intentar acercarme a alguno del grupo.

Habíamos llegado a cada tramo ayudándonos unos con otros,

así que solo podía esperar.

Decidí entonces tomar una siesta.


Al poco rato escucho la bulla y algarabía de los que regresaban,

Camino arriba nos fuimos integrando,

“La Proa” estaba a pocos metros de allí,

y aunque el clima no les favoreció,

ventisca, brisa y neblina,

pudieron capturar muchas fotografías

y alzar la bandera tricolor,

que nos acompañó en todo el recorrido.

¡Me sentí nuevamente bendecido!

Estábamos todos juntos,

habíamos cumplido nuestra meta,

¡llegamos a la cima!

y caminamos sobre ella

de inicio a fin.


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 

Anécdotas.

Definitivamente debo mencionar a Emiliano,

este singular personaje,

escuche decir a Lu que quizás en otros tiempos

pudo ser algún semi Dios.

Nacido en estas bendecidas tierras,

descendiente de las primeras civilizaciones autóctonas.

Elocuente, servicial y polifacético,

no dejo de sorprender en innumerables situaciones de la travesía.

Abuelos de muchos nombres,

artesano, músico, cocinero,

cualquier actividad que fuera requerida,

allí se encontraba Emiliano.

Graciosamente esperaba encontrarme con un pequeño hombrecito,

vistiendo un escaso guayuco, descalzo,

que apenas pudiera entender mis palabras,

y nos topamos con este sinigual personaje,

que con la afluencia de turistas de muchas partes del mundo,

domina varios idiomas.


En una ocasión perdí de vista a Emiliano, 

que caminaba junto a mí,

cruzábamos un rio de mediana dificultad,

había comenzado a oscurecer,

vuelvo la mirada atrás y allí estaba el,

alumbrando con una linterna,

cruzando una y otra vez, ,

bolsas, morrales 

y toda persona que topara en su andar,

sin importar quien fuera,

sin importar las largas horas de caminata

sin importar el cansancio.


Si algo me ha quedado claro con este fascinante viaje, 

es la relevancia de las cosas sencillas.

El valor de la humildad.

Nuestra insignificancia frente a la grandeza e imponencia de la naturaleza,

respeto a elementos fundamentales,

el agua y la Tierra,

el uso apropiado y controlado de la madera, fuego y Metal.


Imágenes y sensaciones que llevare como cicatrices imborrables.

Paisajes que contemplamos con gran exaltación, 

con verdadero asombro.

Los colores del amanecer, del ocaso.

La bendición de los primeros rayos del sol,

el calor en mis manos congeladas, en mi rostro.

El esplendor de una noche estrellada.

El brillo de la luna.

La eternidad de una noche.

El zumbido de la brisa.

El olor de la lluvia caer sobre la llanura.

Caminar más allá de las nubes.

La inmensidad del horizonte.

El alto vuelo de las aves sobre la neblina.

Saltos de agua cayendo al vacío.

Degustar un chocolate caliente.

Un fraternal abrazo de Emm.

Las Sublimes inspiraciones para tocar la armónica.

La conexión con el entorno.

La armonía y convivencia con mis compañeros.

La paz interior.

La energía en el valle de cuarzo.

El sonido del agua correr entre las piedras.

Los zancudos, ¿cómo no recordarlos?

Emiliano.


Foto: Jessica Castillo  © 2017. 


Consideraciones Finales.

Monte Roraima, 

majestuosa presencia en la sabana,

imponente y respetable, 

tierra de los Pemones,

de los orígenes mismos del mundo, 

hogar de los dioses ancestrales, 

inspiración de relatos y mitologías, 

surrealista, 

un soplo divino de la creación.


Bendecidas tierras.

Frágiles y vulnerables.

Miles de años de imperturbable evolución.

Hoy sufre,

sufre ante la mirada indiferente y complaciente

de responsables de su resguardo y custodia.

Contrabando de aves exóticas.

tala, quema.

Minería ilegal a cielo abierto,

daños irreversibles del paisaje.

Contaminación de ríos.

Tendidos eléctricos.

Irrespeto a los habitantes originarios.

Desequilibrio entre riquezas del subsuelo

y las riquezas de la biodiversidad.

Cacería comercial,

un impacto severo a poblaciones 

de aves, peces y grandes mamíferos.


Bendecidas tierras.

Frágiles y vulnerables.

Bañadas de milagros inmortales.

Hoy sus dioses vigilantes se sienten impotentes,

ante el avance de fuerzas que amenazan sus dominios,

y nos reclaman,

en su silencio milenario,

ayuda urgente.

Ayuda de nuevas generaciones de guardianes,

comprometidos a mantener su legado.

Un legado de majestuosidad.

Un legado de Pasividad.

Un legado de Equilibrio. 

Un legado de sabiduría.


Noviembre de 2016.

 Por James V Machado -- © 2017.   


Foto: Carlos Blanco  © 2017. 


Foto: Laura Tablante  © 2017. 



Sort:  

Resteemed your article. This article was resteemed because you are part of the New Steemians project. You can learn more about it here: https://steemit.com/introduceyourself/@gaman/new-steemians-project-launch

thanks for the support @gaman

Wow realmente tremendo viaje, me dejaste sin palabras!!!! Y esas fotos!!! Las ame. Te leeré de nuevo con más calma mañana, de a ratos se me hizo confuso pero sin dejar de ser interesante, como una de esas lecturas de buenos escritores. Gracias por compartir tu bitácora! Sigue así mucho éxito.

Gracias @jokossita las palabras salieron solas ante tal viaje y experiencia. Gracias por tu comentario!!!

Coin Marketplace

STEEM 0.18
TRX 0.14
JST 0.029
BTC 58051.31
ETH 3136.86
USDT 1.00
SBD 2.44