Aventuras

La vida sin aventuras es realmente una rutina y yo detesto eso, siempre me gusta innovar y probar cosas nuevas. Tengo muchas anécdotas de aventuras que he vivido en el transcurrir de mi vida, les contare una de ellas.

Hace algunos años tuve la oportunidad de visitar y conocer el Estado Amazonas en Venezuela, un Estado caracterizado por grandes extensiones selváticas, abundante flora, fauna y una inmensa diversidad cultural. Siempre tuve el deseo de ir a este lugar y poder brindar ayuda a las personas de allí, pero no se había dado la oportunidad y aunque ir a este lugar requiere de muchos cuidados por los muchos peligros que existen, me atreví a ir y dar inicio a una gran aventura.

El viaje comenzó con 14h de largo viaje por tierra hasta llegar a Puerto Ayacucho (la capital), al llegar, inmediatamente se logra ver la majestuosa naturaleza y las hermosas personas nativas de allí. Todo el equipo que viajo, se alojó en un lugar de la ciudad para organizar los donativos y las respectivas salidas de los diferentes equipos a otras comunidades. Mi equipo salió de último y nos tocó un viaje de 3 días por el impetuoso rio Orinoco, Vaya aventura!!

No les niego que daba temor verse en medio de tanto poder de la naturaleza y sentirse indefenso, pasamos las noches en comunidades a la orilla del rio, sin conocer a nadie, con lluvia estruendosa y sin luz. Hubieron momentos en los que quise estar en mi casa pero recordaba la misión que teníamos que llevar a la Esmeralda, lugar que está situado en el corazón del Amazonas en Venezuela.

Al llegar nos recibieron las personas por las cuales llevábamos la ayuda y fue un emotivo y hermoso momento, pude conocer el gran potencial que tiene mi país en riquezas naturales y que muy pocos conocen, también lo mucho que otras personas mal intencionadas han hecho daño, de igual manera la diversidad de cultura de mi nación fue algo maravilloso que muchos deberían conocer, la comida, música, bailes y sobre todo las personas.

Una indígena muy querida quiso hacerme vestir como ellos, lo cual implicaba estar desnuda solo con una minifalda compuesta de solo la parte posterior ja ja ja, todos nos reímos y gracias a Dios entendió que no era mi cultura.

Al regresar vivimos la experiencia de viajar en un avión hércules de la guardia de Venezuela, donde se podía apreciar toda la inmensidad de la selva Amazónica, lo cual era hermoso pero también intimidaba mucho.

A todos los que me leen les invito a que salgan de la rutina y exploren este hermoso mundo que Dios nos dejó, pero no solo para ir y conocer lugares nuevos sino para dejar una huella positiva en las personas que nos rodean.