La ciudad perdida

Existe una leyenda que dice, que si al soñar con tus recuerdos, cierras los ojos, volverás a ellos. Y serás capaz de cambiarlos, revivirlos, o borrarlos para siempre. Cualquier opción que elijas cambiará tu presente. Sólo tú sabes, si será o no para bien.
Sueño con ella, sus calles amplias, diversas y desordenadas, Sus carnavales de colores al atardecer, que acababan con la fiesta en la madrugada. Sueño con los helados en medio de la plaza, las caras que no conocía, pero que con un: ¿Quieres jugar conmigo? se convertían en los mejores amigos por esos divinos instantes. ¿Por qué era tan fácil confiar a los 6 años? ¿Dónde quedó aquel instinto que decía con sólo una mirada: Sí, contigo puedo reír. Puedes acompañar mi alegría?
No tenía miedo a las ratas. Palabras como: política, revolución, socialismo, eran elementos desconocidos. Parte de esa materia inerte que es el conocimiento cuando no le conocemos, cuando no ha entrado en nuestra psique, cuando no nos ha volteado la vida.
Sin importar lo que diga la leyenda... si abriera los ojos al soñarte, ¿qué haría? ¿sabría que todo es un sueño? ¿cambiaría mi ciudad por un presente distinto? ¿sabría que debo cambiar?
No, los recuerdos son lo que son. Suficiente fortuna es poder encontrarla en sueños, caminar por sus calles, respirar su aire, vivir su alegría