Venezolana en Uruguay

in #terror6 years ago

133279916.jpgSe sentía feliz, pues consideraba que a pesar de todo le había ido bien en lo que llevaba de vida, a su corta edad consideraba que había tenido mucha suerte, a diferencia de otras personas, y por eso se sentía muy agradecida, era el primer día en su apartamento el cual había comprado con sus ahorros de un fuerte año de trabajo, un apartamento bien ubicado en Punta del Este, sabía que su auto podía venir después, estaba algo cansada debido a la mudanza, pues ella sola había ordenado la mayoría de las cosas en su nuevo hogar sin la ayuda de nadie, a pesar de un duro esfuerzo aún no había culminado.
Lo primero que había ordenado antes de su habitación, era su cocina, pues era su mayor afición, cocinaba platos excelentes, ella lo sabía, y sabía que todas las personas que fuesen probado algo cocinado por ella estaban de acuerdo en eso.
Aunque esa noche se comió un “chivito” algo simple, pues solo le agregó carne, cuando se disponía a hacerlo como realmente se debía, era el mejor que alguien probaría en su vida.
Desde que había emigrado hace 5 años se había acostumbrado en todas las maneras a la vida de ese país por lo que no se le hizo difícil ir al trabajo al siguiente día, sentía que era parecida a la vida que le contaban sus abuelos en Venezuela hace muchos años atrás.
Antes de que la corrupción, la delincuencia, el virus del chavismo y la viveza venezolana atacara aquellas tierras.
Llevaba una vida no muy agitada, trabaja en una agencia bancaria en el horario de la tarde, por lo que tenía toda la mañana y parte de la noche para trabajar en su negocio por internet, vendía dulces y tortas, y de vez en cuando uno que otro plato especial que le encargaran.
Después de desayunar un buen café con un pan relleno calentado en el microondas, fue por un baño… Durante el invierno hacía frio, por lo que optó por activar la calefacción, la cual le sentó muy bien, su cabellera roja casi le llegaba a los senos, era una chica con cuerpo de modelo, le quedaba bien el uniforme, era mucho más que la típica chica de atención al cliente, tenía un trato excelente.
Después de administrar sus últimos pedidos y revisar las redes sociales, estaba lista para irse. Tomó un autobús, le gustaba leer durante el viaje, era su pasatiempo favorito y lo hacía cada vez que podía.
Fue una jornada algo peculiar, alguien extraño había ido, aunque parecía un tipo corriente le había dado mala espina, no sabía si era por su rostro con un toque de ingratitud, o simplemente era cosa suya, pero el hecho es que había sentido una especie de energía negativa que le hizo sentir muy incómoda.
Como solo trabajaba de una a cinco de la tarde, aprovechó el resto del lo que quedaba en el día para ordenar las cosas que faltaban en su apartamento, un sofá grande y rojo estaba bajo una ventana que daba vista a otros edificios cercanos en la zona, una mesa de estar estaba cerca de una esquina con varias sillas a su alrededor, y un hermoso florero en el centro con pequeños girasoles.
Cansada luego de haber dejado todo en su lugar, tomó un baño caliente, mientras cubría su cuerpo con el jabón…
Las luces se apagaron, como si un corte de luz fuese afectado su habitación de baño, por lo que agua empezó a salir fría , terminó de bañarse y de manera repentina la luz volvió, como estaba muy cansada, se colocó la pijama y se fue a dormir, no tuvo tiempo de notar como las cosas de su escritorio, estaban cambiadas de lugar, su armario estaba desordenado, y no fue hasta la mañana siguiente que pudo notar que una de sus gavetas estaba abierta, algo que no entendía es que no faltaba nada, aparentemente no habían entrado a robar, pero la gran pregunta era como habían entrado pues ella se había asegurado de cerrar todo.
Asustada, no sabía qué hacer, pues no tenía amigos cerca de la zona, llamó a la policía, quienes tras un par de horas revisando todo el lugar no lograron encontrar nada, la seguridad parecía no haberse interrumpido nunca, las cerraduras no estaban forzadas, por lo que decidieron irse del lugar quedando a la orden y dispuestos a llegar cuando ella volviera a llamar.
Ella estaba asustada pues estaba sola en aquel sitio, sin familiares ni amigos cercanos, al comentarlo con una de sus compañeras de trabajo y pedirle compañía, esta se lamentó porque no podía acompañarle esa noche por ciertos compromisos personales, le aconsejó que cerrara todo y que estuviese atenta, antes de irse le dio un abrazo y le dijo que todo iba a estar bien.
Antes de cenar, y después de chequear el resto de los pedidos de esa semana, estaba revisando su facebook, tenía una solicitud de amistad cuando fue a revisar el perfil notó que tenía toda su biografía privada, lo único que se veía era aquello que la había dejado pasmada por varios segundos, el rostro que estaba en la foto de perfil era el rostro del tipo que le había causado una mala sensación el día anterior en su trabajo.
Automáticamente la eliminó y cerró sesión, ver eso no fue algo que la tranquilizó, todo lo contrario, la dejó pensando mucho más, luego de apagar su computador, hubo otro corte eléctrico, pensó que debería llamar a la compañía si eso seguía ocurriendo, no se alarmó tanto, pues la noche anterior había durado muy poco, no más de 10 minutos.
Pero al pasar 30 minutos ya se estaba preocupando, decidió que debía revisar por última vez las puertas y ventanas, no quería pasar otro susto en la mañana, o peor aún, durante la noche. Chequeó la ventana de su cuarto, las del baño, la de la sala, pero cuando fue a revisar la puerta principal sintió algo en la garganta, era como si fuese tragado algo caliente, sintió un dolor en el pecho seguido de un escalofrió, la puerta estaba abierta, pero ¿Cómo, si ella se había encargado de cerrarla?
Una laguna mental la abarcó haciéndole poner en duda si había cerrado con llave o no, un vacio en su cabeza estalló dejando una jaqueca horrible, cerró con llave y quiso pensar que pudo haber sido alguna brisa la que empujó la puerta.
Pero cuando sintió una mano tapando su boca y la otra agarrando su cuerpo muy fuerte sin permitirle moverse libremente, dentro su mente supo que algo malo pasaría.
Despertó semidesnuda atada por sus extremidades en la cama, no tenía sostenedores, ni poseía conocimiento de que hora era en ese momento, el cuarto seguía oscuro, pero había una luz apuntando a su cara, no podía gritar, tenía una pelota en su boca pegada con una cinta adhesiva, no podía distinguir el rostro de aquel hombre, aunque su voz era diferente, sintió lo mismo que aquel momento incomodo en el banco, solo que estaba vez parecía ser peor.
-Voy a disfrutar mucho contigo esta noche, espero no sufras tanto. –Dijo aquella voz algo ronca y gastada con un tono sádico.
Sintió algo asqueroso recorrer su cuerpo, eran aquellas manos frías que pasaban sobre su pierna y su zona intima, se sentía asqueada, desesperada pues no podía ver, moverse ni gritar, el hombre cortó su ropa interior con una tijera, escupió e introdujo sus dedos.
-Hoy voy a cumplir mi sueño, hace muchos meses que llevo viéndote en tu trabajo, que suerte que te hayas mudado sola.
Sintió como el pene de aquel ser entraba en ella, se quería mover, las lagrimas recorrían su rostro, se sintió la mujer más sucia y angustiada cuando el hombre terminó dentro de ella, quería matarlo literalmente, por más que intentaba gritar, era esfuerzo perdido.
No llores –Dijo con un tono burlón como si se dirigiese a una bebé – Es solo el comienzo, lo mejor estar por venir, solo que no pude aguantar las ganas de adueñarme de tu suculento cuerpo.

Aquel hombre tomó las tijeras con que había cortado la ropa interior, la chispa del encendedor sorprendió a Marian, y al ver como él calentaba las tijeras con ese fuego, se aterrorizó mucho más.
Mordió aquella pelota como nunca había mordido algo en su vida, cuando sintió las tijeras cortar su piel, sintió como se le acababa el aire mientras el metal caliente abría sus piernas hasta llegar un poco más debajo de sus caderas…

-¿Te duele? –Preguntó el hombre riéndose de una manera muy divertida.

Procedió a cortar sus pezones y por debajo de sus senos como si quisiera injertar alguna prótesis.
Marian perdió las fuerzas y dejó de intentar gritar cuando las tijeras empezaron a cortar sus mejillas empezando por sus labios, acercándose a los ojos, en ese momento supo que no habría marcha atrás, se resignó a morir mientras aquel hombre bajaba lentamente con las tijeras por la misma herida hasta su cuello.

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