Respirar en tus ventanas (Prosa Literaria).

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RESPIRAR

Un logro elevado a su máximo exponente, una sutil aventura que me ha llevado de la mano por insospechadas rutas
entre montañas y ciudades, entre manantiales y el mar bravío. Bajo tormentas anduve sostenido en la confianza del Creador, y parecía que volaba el tiempo en muchas ocasiones y en otras tantas, las horas se encontraban tan semejantes a un almíbar viscoso que se derretía lentamente que desesperaban las ansias, pero se alcanzó la meta.

Una apnea circunstancial para tocar el fondo de las frustraciones, es necesario purgar las penas y levantar la mirada luego hacia el infinito y así la apacigua la furia de los elementos del corazón. Corceles indómitos dominan el alma y pretendí en esos instantes dominar el mundo desde mi miope perspectiva, cuando era él quien me dominaba. Tonta parodia que dio risa a la concurrencia y en mí...¿qué me causaba a mi? un abundante torrente que salía de mis ojos mientras pagaba la penitencia del existir.

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He de rendir un fecundo homenaje a mis anhelos, combustible perpetuo que ha cosechado gigantes llamaradas de embeleso y frenesí. Una sublime flama de oro y de rubí que incita al suspirar y tranquiliza los pesares. Los testarudos llamados del destino retumbaron incesantes en mi puerta, pero no quise abrir, por el temor de mostrarme al mundo, que ahora se hizo ajeno para mi, y en estado hipnótico mi conciencia es la nueva aurora la que tendré el poder de llevarme a otras cimas, de una altitud que me hagan comprender todo el horizonte a sus anchas, razón suficiente para empezar a vivir...

No se harán esperar las promesas, reflejadas en las arras brillantes de unos ojos embriagantes que se declararon vasallos en mi feudo, poseedores de mi esencia, y custodios de mi pecho. Esas ventanas abiertas que dieron fe de una emoción, son las mismas que atestiguaron los hechos, y juzgaron mis acciones con el rigor de la justicia y la plenitud de la virtud. Ardientes pupilas que desechan mis vestiduras y me obligan a acudir inmaculado ante su presencia, amos y jueces, y a la vez tesoro anhelado que deleitan mis días.

Son esos ojos, ahora ventanas, miradores infinitos que despuntan al alba quienes me han permitido respirar....

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Imágenes de dominio público licencia CC0 de Creative Commons.

Autor del texto: Alex Díaz @humoalex.

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