LORENZO Y EL DEJÁ VU ( La ruta de Natalia )-2da parte

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Mañanas paralelas

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Natalia Oyarzun tenía una vida relativamente sencilla, basada en estudiar, comer, leer y por supuesto, trabajar (además de otras actividades misceláneas).

Al tener la universidad cercana a su residencia estudiantil, contaba con cualquier medio de transporte para llegar a su destino por las mañanas; además del lujo de poderse levantar un poco más tarde que la mayoría de los habitantes de la ciudad y todavía tener chance para arreglarse para la faena.

Natalia confirmaba el arqueotipo de cómo debe ser una Eva del medio bohemio, estudiaba en la Academia De Bellas Artes , era amante del Jazz y sus variantes, tenía una apariencia llamativa y despreocupada, y además contaba con un gran conocimiento en cultura general, cosa que hacia que sus encantos trascendieran a otro lugar más allá de lo superficial.

La residencia de Natalia quedaba justo encima y al lado de la estación del metro, situada en una parte de la ciudad donde por factores demográficos con el pasar de los años se había convertido en una zona empresarial; lo que hacía que bajar a la taquilla, comprar un boleto, pasar los torniquetes y bajar una vez más hasta el andén a esperar el tren no fuera un motivo para estresarse, ya que no tenía que pelear con ningún oficinista por un lugar en el vagón.

Esperó unos 3 minutos (ni más ni menos), a que llegara el tren y se aparcara con una precisión milimétrica en el lugar que le correspondía en los rieles, las puertas se abrieron frente a ella y se apartó a un lado para dejar salir a la horda de oficinistas y enardecidos.

Malditos oficinistas...

Exclamó Natalia después que un tipo con un terno gris le pisara las botas.

Como siempre, Oyarzun contaba con la suerte de conseguir el vagón algo libre; aunque siempre tenía la mayoría de los puestos ocupados, contaba con el suficiente espacio para no tener que estar espalda con espalda con otra persona en el trayecto.

Abordó el tren, se situó al lado de la puerta y espero a que arrancara después de que se cerraran. En este momento de su trayecto Natalia siempre recordaba los álbumes que había escuchado la noche anterior cuando debia estar estudiando, y los tarareaba mientras se miraba en el cristal.

Poco después de la primera estación cuando ya podía distinguir más allá de su hombro si había depredadores o pedigüeños, se quedó observando por un momento a una niña que le hizo bastante impresión; pues tenía el típico dibujo cliché que todos hacíamos cuando nos decían que dibujáramos nuestra casa, lo interesante es que lo hacía durante el movimiento del tren, Natalia solo tenía un pensamiento en su cabeza:

Que bien que no soy la única que hace las cosas a última hora.

Para después levantar la mirada y ver a un chico sonriendo entre dientes; que al principio estuvo haciendo lo mismo que ella, solo ver a una niña dibujar, y opinar al respecto.

fuente

Le parecía que lo hubiera visto en otro lugar; Natalia dudaba dicha posibilidad de haberlo conocido antes y no recordar su nombre, ya que consideraba secretamente que era buena recordando caras; pero había algo que le parecía familiar; quizás lo había visto en un concierto, en un bar o tal vez en una plaza o una licorería; pensaba en todo ello y rogaba que simplemente fuera la sugestión que actuó sobre ella en ese momento, como para que la hiciera mirar de manera tan obvia a alguien que no tenía la certeza de conocer.

Deberia acercarme discretamente y preguntarle su nombre...
Mejor no, sería muy raro de mi parte

Natalia simplemente no supo que hacer al momento, se sentía atada en su totalidad ya que no acostumbraba a sentirse así.
Cómo se bajaba en la siguiente estación le dio rienda suelta al destino, deseando que todo el desenlace se materializara en algo conveniente para los dos y se conocieran por obra metafisica…

Berro… otra vez…

Fue la unica frase que le correspondio a ese instante.

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Si desean leer la 1era parte de esta historia aqui se las dejo a la mano...

Lorenzo y el Dejá vu. (1era parte)

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