Ciclo Godard: “Vivir su Vida” | La superficialidad y el vacío en el mundo de la prostitución.

in #cervantes5 years ago

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Vivir su vida (1962) / Francia.
Título Original: Vivre sa vie: Film en douze tableaux
Dirección y Guion: Jean-Luc Godard.
Fotografía: Raoul Coutard (B&W)
Reparto: Anna Karina, Sady Rebbot, André S. Labarthe, Guylaine Schlumberger, Gérard Hoffman, Monique Messine.
Producción: Les Films de la Pléiade / Pathé Consortium Cinéma.
Género y tema: Drama | Nouvelle Vague. Prostitución. Cine experimental. Cine de ensayo. Cine de culto.

“Es la obra maestra olvidada de Godard”
-David Parkinson (Empire)

La prostitución había sido uno de los temas más recurrentes en los primeros filmes de Godard. Pero no siempre estaría abarcado desde el cuestionamiento social, sino más bien como personajes predilectos y no ocasionales, como parte del entorno que vemos, conocemos e ignoramos. Allí radicaría una de las principales diferencias de Godard con el resto de los filmes sobre mafia y prostitución y, con Vivir su Vida, nos lo haría entender.

Julia Roberts se ganó en vano el título de Mujer Bonita, puesto que olvidamos a una Anna Karina de ojos grandes que mira a la cámara con la intención de intimidarnos. Tampoco le gustaba besar a sus clientes, pero ni el príncipe azul y el verdadero amor serían los finales para Nana (Anna Karina), una joven veinteañera que abandona a su esposo y a su hijo, para iniciar su carrera como actriz. Sin capital ni vivienda, comienza a trabajar en una tienda de discos cuyo salario no le permite pagar sus deudas. Al verse en la dificultad de no poder pagar el alquiler, su casera la echa de casa, lo que la induce a ejercer la prostitución. Aquí la cámara es clara, nosotros somos ella; acompañantes, seguidores de Nana en todo su viaje por el mundo de la prostitución. El título Vivir su Vida se refiere a una doble connotación, puesto que en Francia otra manera de llamar a la prostitución es vida (Vie en francés), es por ello que la escogencia de ciertos planos y posiciones de cámara nos hace sentir que no somos típicos espectadores que ven el panorama desde afuera, por el contrario, somos el ojo curioso que observan a dos personas que tienen una conversación en una cafetería y que apenas podemos ver sus rostros desde el espejo que se ubica detrás del mostrador. Así comienza el plano inicial de la película, donde en un extenso diálogo explicativo los planos cambian de un personaje a otro. Este llamado error del novato en cuanto al montaje, de unir dos planos cuya escala y composición es la misma. En contraste, tal como menciona Roger Ebert en ”Las Grandes Películas”, sobre su crítica del filme: ”La cámara no es tan sólo una máquina para grabar, sino una máquina para mirar, que por sus movimientos nos avisa que la está mirando, se preocupa por ella, la ve en un lugar y luego en otro, explora el espacio que ocupa, especulando”. Y así será durante todo el filme, que está dividido en doce partes y con títulos semejantes a las novelas clásicas. Algo parecido a lo que Astruc alude en su manifiesto sobre la “Caméra-Stylo”, a propósito de la autenticidad del autor. Ya para esta obra Godard marcaría la diferencia como realizador cinematográfico, no sólo de la Nouvelle Vague sino como autor de cine.

La Pasión de Nana.

Godard realiza una analogía entre el personaje femenino de La Pasión de Juana de Arco de Carl Theodor Dreyer y el personaje de Anna Karina. En una escena de la película, observamos a Nana ver La Pasión de Juana de Arco en el cine. En un principio Godard nos muestra uno de los momentos más importantes y finales del filme, cuando le notifican a Juana que será ejecutada para su muerte en la hoguera. Los primeros planos que caracterizan la película de Dreyer, es utilizado por el propio Godard, cuando observamos a Nana mirar la película con lágrimas en los ojos. Tal vez, este sea uno de los momentos más empáticos del filme. A diferencia de lo que muchos críticos mencionan sobre el personaje encarnado por Anna Karina, considero que no se trata de una mujer sonsa, vacía y estúpida, puesto que tan sólo la vemos en su día a día: en su trabajo, tomando un café y fumando un cigarro mientras conversa con personas; tratando de meterse en su domicilio a sabiendas que no puede pagar el alquiler. Todo esto mientras aprende la profesión de la vida. De vez en cuando, le vemos bailar como una joven sensual e inocente que está aburrida de acompañar a sus clientes. El primer plano -muy bien utilizado por Godard- de Nana en el cine, no sólo es la similitud entre Juana de Arco y ella, sino también uno de los pocos momentos -tal vez el único- del filme, donde atisbamos a un personaje sensible, humano y que nos recuerda su pasión: ser actriz de cine. Los extensos diálogos, aunque explicativos, nos hacen olvidar lo que esta joven veinteañera quiere hacer con su vida. Parece ser un tema superficial, vacío, puesto que Nana abandona a su esposo e hijo y durante toda la obra parece no importarle, a tal punto que olvidamos que Nana tiene una familia. Tan sólo pensamos que se trata de una veinteañera hermosa, caprichosa que sólo quiere ir por la vida jugando a ser. Empero, hablamos de dos mujeres que nada tienen que ver, pero que al ser mujeres están condenadas en un mundo donde las oportunidades no están dadas para ellas. Ni liberadoras ni prostitutas; una no puede ser la enviada de Dios y la otra lleva consigo el error de vender su cuerpo. Nunca dueñas de sí mismas y siempre esclavas del poder. Aquella llamada esencia del cine que mencionaba Epstein y Delluc cuando hablaban sobre fotogenia en sus manifiestos, que no se trata del hecho de ser “bonito”, sino de que el actor pueda transmitir algo a la cámara. Sin duda, no sólo es lo que vemos en Renée María Faconetti, sino también en Anna Karina en un plano que imita la película de Dreyer. No se trata de una actriz que mira a la cámara por mirar, con aquellos ojos grandes e inexpresivos. Nos mira a nosotros que andamos de curiosos con su vida, y ella tan sólo observa como cuando miramos a las personas sentadas en una cafetería. Nana no quiere saber de cosas tristes, no piensa en la muerte ni en los problemas de la vida. Para ella la vida es sólo eso y tú eres el responsable de todo lo que pase.

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De izquierda a derecha: Falconetti en La Pasión de Juana de Arco (1928) de Carl Theodor Dreyer. Anna Karina (Nana) mientras observa la película.

El retrato Oval o el Retrato de Nana.

El cuento de Edgar Alan Poe sería la descripción del personaje de Nana. Ciertamente no tienen que ver, pero Godard no podía obviar la belleza de Anna Karina, quien había sido su esposa en ese momento. Nana no envejece, no pierde vida con el pasar de las estaciones. En cambio, parece ser en sí un retrato andante, congelado en el tiempo. Una mujer que ha olvidado y que nos ha hecho olvidar que es esposa y madre de familia. Por otro lado, nos reafirma su comportamiento jovial, de una adolescencia tardía y despreocupada. Nana sabe que su belleza es su mejor atributo y que la puede llevar a conquistar la fama. Sin embargo, desconoce los sinsabores ocultos en el mundo de la prostitución, la mafia y todo lo que su vida realmente es. La transparencia que tanto defendía Bazin no la encontramos en el sentido que a él le hubiese gustado tener en los filmes de sus hijos. La ambigüedad es justamente la manera en cómo Godard decidió mostrar a su personaje. No es sorpresa para nadie el final que viven muchas prostitutas –lejos del cuento de hadas que pretende vender Hollywood-. Algunas lo hacen por gusto, otras por necesidad y muchas por ser el camino más fácil a lo que realmente quieren. La parábola que hace Godard con el cuento de Poe es simplemente recalcar la temporal vida de estas mujeres. Tal como en el Retrato Oval, donde se describe a una dama que, principalmente, es jovial y hermosa, como lo son la mayoría de estas mujeres y como lo fue Nana hasta el final de su vida.

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Plano inicial de la película, y que constituye, además, la primera parte de la misma. Ambos personajes se mantienen de espaldas a la cámara. A través de un espejo podemos atisbar a los gestos de su rostros.

Las imágenes son fotogramas capturados y editados por mí. El texto pertenece a mi autoría.

Sort:  

Godard es uno de esos directores que aún me falta conocer. Tengo Breathless hace años, pero aún no la he visto; y ahora agregaré esta otra película a la lista porque me gustó su redacción y el completo análisis del post. Saludos y gracias por compartir.

Gracias por leer y dejar tu comentario. Si, Vivir su vida fue, de hecho, la primera película de Godard que vi. Muchos críticos dicen que para empezar a ver el cine de Godard, lo mejor es empezar por Alphaville... Bueno, honestamente no creo eso, vi Alphaville y no me atrapó y, de haber sido esa mi primera película, capaz no hubiese seguido viendo sus películas. Todo va a depender de cada quien y de los gustos.

Gracias por compartir esta información y el post, trataré de ver varias de sus películas antes de formarme una opinión propia. Saludos.

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