Pedro Loco.

Saludos a todos. Cómo olvidar a un personaje que dejó marcas en nuestra infancia. Esa persona que de alguna manera, hizo de aquella época, un torbellino de vivencias, sobre todo, hoy, haciéndote sentir libre para recordar. A continuación, el texto para su consideración y comentarios.

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Mis ojos se inflan y enrojecen demasiado. No manifiesto preocupación por ello, más bien, me hace recordar a los ojos de Pedro Loco.

Es un señor, de cuando niño, mi abuela Emilia lo utilizaba para amenazarnos que nos iba a comer, si nos portásemos mal. Por él, siempre realizábamos las tareas casi obligadas por temor a ser devorados.

Pedro Loco, era alto, pero muy alto, melenudo en la parte posterior de la cabeza y pelo alborotado por todo el rostro. Moreno, más bien oscuro por tanta tierra adherida en la piel, andaba todo el tiempo colgándose en sus hombros unos sacos. Llenándolo de botellas, pero no cualquier tipo de botellas, eran de ron o cocuy sus bebidas predilectas.

Algunas tardes, por no decir todas, se aparecía frente a la casa canturreando como un lobo solitario, aullaba fuertemente y en ese momento todos corríamos a escondernos bajo la cama. No muy lejos de allí se escuchaban las carcajadas de abuela diciendo – venga a comérselos Pedro Loco que están bajo la cama – en forma sincronizadas pelábamos los ojos y nos mirábamos unos a otros, no terminaba de decirlo cundo todos estábamos buscando acomodo en otro lugar, permaneciendo en postura muy difíciles e incómodas.

Pasado cierto tiempo alguno de mis hermanos se asomaba con cierto recelo para percatarse que Pedro Loco estuviese lo suficientemente lejos para que cada uno de nosotros saliéramos del escondite para secarnos el sudor.

Aquellas amenazas la tomábamos muy en serio.

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En oportunidades reincidía el canto y no nos habíamos secado muy bien la humedad cuando todos estábamos escondidos en otro espacio, esos días traspirábamos más de la cuenta.

Pedro Loco tenía los ojos como se ven los míos, hinchado y rojizo, recuerdo que lo apodaban “chochoe’perra”, ahora que recuerdo a ese señor nunca le pude ver sus ojos sanos.

Espero que los míos, sí…

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J.R.M.(@siondaba)

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Gracias por leer. Hasta la próxima.

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