Cuadros vivientes IV: Desnudo n.º 1
Por fin estaba en casa, de nuevo había sido un día agotador, estaba cansado, hastiado, desencantado con la vida en general, ya poco le satisfacía. Decidió ducharse para purificarse de todo aquel mal que lo asolaba por allá por donde pasaba, día tras día.
Después de la ducha todo parecía un poco mejor, apagó las luces, se echó en la cama, cerró los ojos y sus sueños le ayudaron a olvidar el mundo real, el mundo que aprisionaba todo lo que le hacía feliz, era el momento de navegar por un lugar mucho más placentero y abstracto.
Corría desnudo, libre, su pene golpeaba sus piernas a ambos lados, se sentía como flotando. Dio un salto y se elevó por los aires, movió sus manos y comenzó a volar como un pájaro, tras una increíble voltereta entró por la ventana de una casa con una enorme agilidad y elegancia.
Fuente
Elevó su mirada y allí estaba ella, una hermosa mujer totalmente desnuda tumbada en una cama, tenía unos hermosos labios carnosos que parecían querer comérselo y unos prominentes pezones que apuntaban hacia el cielo de forma casi divina, se excitó nada más verla y comenzó a masturbarse, mientras lo hacía, siguió observando esas curvas de fantasía que recorrían todo su cuerpo hasta llegar al suave vello de su pubis…
Tanta excitación provocó en él una rápida eyaculación que le hizo sentirse mojado, en ese mismo instante despertó de su dulce sueño y volvió a la realidad, fue entonces cuando salió de la cama de un salto y decidió pintar a aquella mujer exactamente en la misma posición que tenía en su mundo de fantasía.
Tom Wesselmann dibujó el cuadro con un estilo pop art e introdujo un curioso elemento, un retrato de él mismo, en el que observaba a la desconocida mujer tal cual lo había hecho en su increíble sueño, de esta manera transportaba a su realidad sus abstractos sueños.
Otros cuadros vivientes:
I: La Gioconda
II: El sueño
III: Danae
