Las cinco runas de Mohor (Microrrelato - revisión)

Tantos meses de investigación por fin darían sus frutos. Simik y yo estábamos muy cerca de resolver la primera incógnita, la primera pieza del puzle. Pero antes debíamos atravesar el laberinto de piedra de Isla Mahoc. Existe un lugar en esta isla, en el corazón del laberinto, que esconde una gran reliquia: la primera de las cinco Runas Mágicas de Mohor.

Mohor fue un rey hechicero de la antigüedad que unificó los Nueve Reinos de la Alquimia en una sola nación y bajo un mismo gobierno. Trajo prosperidad y paz a todo el mundo libre durante cuatro décadas enteras. No existía un solo alquimista que no lo respetara, un respeto basado en la admiración. Sin embargo, toda época de bonanza encuentra su final. Beenk, uno de los sobrinos y también discípulo de Mohor desde muy pequeño, canalizó toda la sabiduría y enseñanzas de su mentor para alimentar su propio odio. Un sentimiento que engordaba la ambición natural heredada de su padre, el envidioso hermano de Mohor. A pesar de su gran poder, el amor que el rey procesaba hacia su sobrino le hizo permanecer en el más consciente desconocimiento hacia lo que se avecinaba. Beenk quería el trono, la autoridad y la muerte de su tío. Antes de ser desafiado y ante el inminente choque, Mohor repartió las cinco esencias de su conocimiento mágico en sendas piedras rúnicas que escondió en diferentes lugares de los nueve reinos, debilitándose con ello. Aunque no lo suficiente como para no poder contener al joven traidor. Ambos quedaron inmersos en un combate eterno perdido entre los resquicios de la alquimia cuántica que descansa en el conocimiento de cada alquimista.

Quien reúna las cinco runas y las descifre, obtendrá todo el poder que Mohor protegió y, por tanto, la capacidad de devolver la estabilidad al mundo. A día de hoy, ninguna de las runas ha sido hallada.

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Pixabay

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Y aquí estamos mi compañera y yo, en los primeros pasillos del laberinto. La oscuridad es cada vez más profunda en nuestro avance y el silencio logra inquietarse con extraños susurros provenientes de ninguna parte. Nadie que se haya adentrado en esta maraña de caminos ha conseguido volver cuerdo. Los susurros son cada vez más intensos, se mezclan con el sonido de rocas crujiendo como si se hicieran polvo en un segundo. Simik camina tras de mí. Noto sus dedos presionar mi hombro, pero cuando me detengo sólo veo una nube de polvo crujiente donde antes estaba ella...

Este es un microrrelato que escribí y compartí hace alrededor ya de un año; encuentra aquí la publicación original. He pensado que voy a revisar y ordenar mis textos, mis relatos y mis poemas; corrigiendo aquí y allá, tratando de mejorarlos. Además, un poco de organización no vendrá mal a la hora de tratar de darles uso. Así que los que vaya teniendo listos y/o me gusten, los traeré de nuevo por aquí para conocer sus opiniones.