Los vio y como un enamorado despechado su corazón se rompió en mil pedazos. El rostro de Rony se contrajo en una mueca de dolor, un gesto difícil de describir. No supo cuánto tiempo se mantuvo allí parado viéndolos, los dos se besaban tiernamente y cada detalle que se daban lo ponía más rabioso.

Miles de cosas se decía mentalmente entre ellas estúpido e imbécil, hasta maldecía a Sandra.

De pronto, sin previo aviso se marchó a paso rápido, quería estar solo. Las emociones eran tan fuertes que no noto como la cadena echaba humo y comenzaba a ponerse roja sangre. A cualquiera le hubiera quemado la piel, pero no ha Rony. Apenas se percató también de como el collar se iba sumergiendo en su cuerpo, como si fuera un ente incorpóreo.

Y se terminó sentando en medio de un banquito rodeado de arbustos, estaba muy apartado de todos. Era el lugar perfecto para sufrir, pero lentamente el desconsuelo se fue transformando en odio hacia la chica que amaba. Le había hecho creer que se interesaba en alguien como él. Rony la odió como nunca antes por eso, apretó los puños y así mismo dirigió esa furia contra Capullo. Se aprovechó de Sandra y la engatuso.

Rony no se daría cuenta que el banco de piedra se rompió por sus manos, estas la estaban apresando con mucha fuerza.

La cólera se apodero completamente de su razón de ser y sus ojos se volvieron felinos. Unos colmillos comenzaron a nacer en su boca y un pelaje brilloso como el sol acompañado de manchas negras brotaron de su cuerpo.

Cuando se terminó de desvanecer el collar en su piel había crecido lentamente unos centímetros, además de haberse convertido la grasa de su cuerpo en musculo puro. El ardor se apodero completamente de su cuerpo mientras duraba la transformación, mientras más se iba pareciendo a un depredador, más su razón de ser humano se desvanecía. Quería masacrar, quería asesinar, quería venganza contra todo lo que se interpusiera en su camino.

La criatura que antes había sido Rony lanzó un rugido lleno de furia al aire casi con un deje de dolor y con un arrebato lleno de salvajismo.

Luego arrojo lo que quedaba del banquillo con una furia implacable, el objeto se perdió en el aire.

En los siguientes minutos se quedó allí la bestia exhibiendo todo su esplendor, su parentesco con un jaguar era arrollador. Las manchas, el hocico, los ojos gatunos y sobre todo el color del pelaje. Respiraba con furia casi escupiendo fuego de sus fosas nasales.

Finalmente dio un paso para dar impulso a un enorme salto, elevándolo en el aire. Saltar, correr y trepar eran cosas naturales para ese nuevo ser que había surgido, nada lo podía detener ahora.