Ciega y en silencio. //Relato erótico.

raizalorant (55)in #spanish • 6 years ago (edited)

Luego de una larga jornada laboral, prepare mi bañera con un poco de agua templada con sales marina, tome aquella máquina de afeitar que desnudaría mi sexo, no estaría mal un poco de crema exfoliante para librar mi cuerpo de la piel muerta.

Es mi momento, estar sumergida en esa bañera, pensándote y extrañándote, sé que me esperas y que tardare un poco más de lo habitual, mi cerebro me envía una señal que ya debo salir de la bañera, pero mi cuerpo está completamente relajado y no quiere salir.

Ya el agua no está tibia, el frío comienza a erizar mi piel, indicándome que ya debo abandonar la bañera. Salgo lentamente castigándome a mí misma, solo unos cortos pasos me detienen recostada entre mi habitación y el tocador. Deslizo la toalla suave por mi cuerpo quitando el rocío del agua y me preparo para el siguiente ritual.

Humedezco completamente mi piel con crema de olor a vainilla, un poco de corrector para las ojeras, no quiero note lo agotada que estoy, un suave maquillaje y unas cuantas gotas de perfume en mi piel translucida.

La ropa ya está seleccionada, solo que aun aguarda en el vestidor. Hoy no existirá sujetador que realce mis maduros pechos, solo una tanga que protegerá mis firmes glúteos. Me detengo frente al espejo y mis suaves manos suben a mí nuca, te imagino allí, detrás de mí acariciando mi pequeña cintura, mientras disfruta del aroma que emana mi piel.

Cuidadosamente separo las puertas de mi vestidor agarrando mí indolente vestido color miel que marca mis curvas y deja mí espalda descubierta, zapatos de tacón que elevan mi tamaño unos siete centímetro sobre el suelo. Sé que pocos hombres estarán a mi altura, pero realmente no me importa, mis pensamientos están enganchados a ti, y tú siempre lo estas.

Lastimosamente, yo no estoy a tu altura, mis ojos declaran dolor y una lágrima quiere salir, pero levanto mi cabeza, no dejare que una insignificante lágrima dañe mi maquillaje. Me acerco al espejo y coloco mí mano tocando mi rostro, cierro mis ojos para recordar por qué se marchó y porque lo sigo buscando.

Se habrá cansado de mí, de cada discusión, de cada palabra recriminatoria, abro mis ojos lentamente y lamento su partida, lamento no recordar con exactitud que lo hizo marchar.

Por eso salgo cada noche a buscarlo, refugiándome en la barra de su bar favorito, escuchando la música y tomándome un gin-tonic, su bebida favorita. Lo veo llegar tan elegante como siempre, se ha dejado un poco la barba y aun así se ve perfecto. Su mirada se sumerge en la mía, se acerca a la barra y me invita un trago, como si yo necesitara un trago.

Me he quedado en silencio, solo me levanto de la silla y me dirijo a la puerta para marcharme, él me sigue, puedo escuchar sus pasos, puedo sentir sus ojos clavados en mi cintura, acelero un poco el paso sin que note que estoy huyendo de él, pero aun así sus pasos son más largos y sus fuertes manos me detienen antes de entrar a mi coche.

Acerca sus gruesos labios pero no me besa, yo cierro mis ojos, no quiero ver, no quiero ver el error que estoy cometiendo, no quiero ver mi arrepentimiento. Estoy ciega y muda dispuesta aceptar lo que quieras hacerme, aunque luego castigues mi cuerpo con tu partida.

Siento sus manos acariciar mi piel, toca mis senos a través de mi vestido, siento su respiración en mi cuello, me toma de la mano y me lleva casi corriendo al tocador del estacionamiento, abro mis ojos sorprendida pero me dejo llevar, a donde él quiera yo me dejo llevar.

Escucho como la puerta se cierra, pero su fuego se ha apagado, sé que aún está a mis espaldas, pero no se mueve, giro mi cuerpo lentamente para recordarle que estoy allí, esperando que su miembro me engulla, esperando que arranque mi vestido y me penetre con fuerza, que sus dedos se enreden en mi cabello y sus labios beban de mi cuerpo.

Pero no ¡no! Él se queda allí de pie, ha esbozado una excusa y huido sin mirar atrás, mis dudas aumentan y me pregunto ¿Qué fue lo que dije para que no continuara? No lo recuerdo, no recuerdo haber dicho alguna palabra, solo me invade un recuerdo, aquel abrazo que me diste prometiéndome siempre estar juntos.

Esta vez no existe tristeza que invada mi cuerpo, no existe culpa por tu partida, no te esperare, no volveré a intentar que vuelvas.

Llegue a mi coche con pasos firme y segura de mí, dispuesta a seguir mi vida, una vida donde tú quedaras como mis recuerdos, ¡Sin recuerdo!

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