Caracas: Una ciudad de contrastes
Muchos nombres se han puesto a mi Caracas, desde Santiago de León, hasta ciudad de las furias, pasando por la Sultana del Avila. A mi en lo particular me gusta llamarla "Ciudad de contraste"; Para ningún Caraqueño es un secreto la diversidad que existe en nuestra ciudad, desde cerros hasta colinas, todos nos mezclamos en el valle de la Ciudad de Caracas, en el metro, en los autobuses, en las oficinas y universidades.
Todos los estratos sociales de nuestra Ciudad capital convergen para confundirse en uno, y solo se logran diferenciar efectivamente cuando se mira sus carteras o cuentas de banco, por que incluso en las "Zonas" de clase media-alta convergen cerros y viviendas precarias, con quintas hermosas que parecen sacadas de una novela.
Hace un par de días, para olvidarme de mi acontecer y mi drama diario, acepte la insistente invitación de un amigo de la universidad a ir de fiesta con el, con la premisa de que el alcohol y la euforia del momento me hiciera sentir mejor y me despertara al siguiente día con el sabor del ron en mi boca y el recuerdo de la noche anterior en forma de resaca.
Caracas: Una Ciudad de contrastes
A eso de las 8 de la noche de un sábado mi amigo ya estaba esperandome en las cercanías de mi casa, me subí al auto y rumbo a la autopista, con el objetivo de cruzar la ciudad por sus arterias. La afirmación con que empiezo este post toma sentido y vigencia.
En la Avenida donde hago vida, era una típica noche de sábado por la noche, gente tomando en las calles, bares hasta el tope, los puesto de comida callejera con gente comiendo, no pareciese que se respira un aire de inseguridad y que en cualquier momento alguien simplemente podría a punta de pistola arrebatarte tu esfuerzo o tu vida.
Al llegar a la Avenida Bolívar nos encontramos que esta cerrada por lo que parece ser un show o una parafernalia política, con un escaso grupo de personas y una tarima con músicos en plena puesta en escena, tomamos las calles aledañas y todo parece indicar el mismo ambiente de fiesta, no parece que hace unos cuantos meses atrás muchos arriesgaron y hasta la perdieron su vida.
No parece que una crisis humanitaria ataque al país, o por lo menos a Caracas, gente en las calles, los bares y licorerías llenos a tope, locales y puesto de comida llenos, lo que indica que la gente tiene y gasta dinero. Con tanta gente en la calle sentí casi por un momento la seguridad suficiente para atreverme a bajar el vidrio del carro y asomar mi cara, pero el temor a la inseguridad sigue latente.
La soledad y el silencio de la autopista hace que el sonido del motor y la mundana conversacion que teniamos en el auto callara todos los sonidos de la ciudad. Al llegar al otro lado de la ciudad, a las Mercedes, la misma escena veían mis ojos, algo acostumbrados y al mismo tiempo algo incrédulo.
Nos pertrechamos de bebidas y nos dirigimos al lugar de la fiesta. Pasamos por sitios en donde podria decir que vive la clase media-alta de la ciudad capital, estos sitios no se parecen en nada a lo que había visto antes, no había nadie en la calle y todos los negocios estaban cerrados, la únicas luces que alumbraban el asfalto eran los de las casas y apartamentos, además por su puesto los faros del auto.
Llegamos al sitio, me baje del auto y di una mirada de 360 grados para ubicarme y reconocer el sitio, casas y quintas, características de las novelas de antes, pero no de hace tanto, en lo alto de un cerro casas de ladrillos sin frisar y techos de zinc llamaron mi atención, me puse a detallar detenidamente el lugar donde había puesto mi mirada, curiosamente a la derecha de aquella casa, de ladrillos sin frisar, una de zinc y otra de cartón la cual habían hecho el esfuerzo de pintar para que no se notara.
Entramos a la casa, me presento y empiezan a ir y venir tragos, música a todo volumen taladra mis oídos, miradas y conversaciones. En un punto de la noche decidí salir a fuera a fumar, conversando un poco con los demás que estaban en el mismo acto vicioso que yo, hablamos sobre nuestros problemas de manera banal, tratando de naturalizarlos si se quiere.
Los típicos problemas de un grupo de carajos de 20 años con tiempo libre y sin preocupaciones mas alla del fin de semana, con el contexto agregado de una situación país que "parece" que se cae a pedazos cada día, amores, desamores, sexo, mujeres, universidad, dinero. Me dio la sensación que todos pensamos que el mundo se acabara mañana, y que mejor vivir el momento, que todos teníamos la misma clase de problemas y que esa era razón suficiente para dañarnos las neuronas bajo los efectos del ron y la cerveza.
Por un momento pude olvidar mi pequeño universo de problemas en una galaxia instantánea, donde la música sonaba a todo volumen y tragos iban y venían, por un momento nada me preocupaba más que donde estaba el hielo para preparar mi otro trago de ron, y si mis cigarros aguantarian toda la noche de fiesta.
En medio de una conversación banal, de locuras, proezas y desastres fiesteros, en medio de un canto de cumpleaños empezó a llover, a llover tan fuerte que todos por un momento nos asustamos, con el sonido de los truenos que lograron opacar el sonido de los cánticos fiesteros. Pero estábamos protegidos, por unas gruesas paredes de cemento, y el fuerte techo de la casa, por un instante recordé aquella casa de cartón y de zinc, y tuve una extraña sensación de terror al imaginarme que podría significar esa lluvia en otro contexto, un contexto que estaba literalmente frente a mi.
En ese instante mientras todos cantábamos y saltabamos en una euforia colectiva mi mente estaba en otro lado, pensando en que estarian haciendo aquellos habitantes de la casa de cartón, si estarían en casa, si tendrían miedo de perder sus pocas pertenencias en una lluvia, y a que nadie más que a ellos les importase.
Me serví otro trago, esta vez más cargado, tome rapidamente y aun asi esa sensacion y aquel pensamiento no abandonaron mi mente. Me toman de la mano y me dirigen hasta un sitio donde el desenfreno de los 20 combinado con hormonas y alcohol se encuentra en su apogeo, aquel sitio en donde la música taladra aun mas fuerte tus oídos.
Entre el baile, el alcohol y la euforia, debo admitir que por un momento lo olvide, no se por cuánto tiempo pase sin pensar en aquella casa y las personas que allí vivían, sin pensar en ella y en todos los problemas de mi universo, me perdí completamente en aquella galaxia de placer instantáneo. El sonido de la música taladrando mi cerebro era tan fuerte que tuve que salir un momento, aproveche para encender otro cigarrillo y darme cuenta que había pasado por lo menos 1 hora y media adentro, mientras inhalaba el tabaco y exhalaba volví a pensar en mi universo y me preguntaba si aquella galaxia instantánea me servia, me aportaba.
Pero todos aquellos pensamientos se volvieron a esfumar para preguntarme que habría pasado con la casa, y las personas que viven en ella, o si alguien vivía en ella. Una mano toco mi hombro y me pregunto si tenia hambre, a lo que respondí que "claro que si"
Todos salieron de aquel sitio de euforia hormonal y alcohol, montandonos en los autos, una caravana de gritos y sonido de motores recorren otra vez Caracas. Una Caracas a las 2 de la mañana en busca de arepas para aliviar el hambre de madrugada. LLegamos a un restaurante en Las Mercedes, que contra todo pronóstico en una ciudad azotada por la inseguridad estaba abierto y a tope, a nadie parece preocuparle aquellas lacras sociales que abundan en las sombras de la ciudad, pedimos y nos sentamos a comer.
Mis pensamientos no estaban en la mundana conversación, en las risas, ni en las miradas, estaba en la casa de cartón. Entre la oscuridad y cerca de un sitio de desperdicio de basuras, 3 rostros se asoman en la oscuridad y escucho pese al bullicio y el ruido como hurgan en la basura, mi cara es sin expresión alguna, pero el bolo de comida de la arepa se hace difícil de tragar y mi apetito se desvanece.
Estoy seguro que otros de los que estaban conmigo también vieron esa escena y sintieron esa misma sensación indescriptible, parecida a la culpa o injusticia. Mire mi arepa a medio comer y no se me hacía apetecible, pensé si era que había ignorado esa realidad, o vivía en una especie de burbuja en donde mis pequeños problemas me dejaban ciego, no se como me sentí, quería llorar o vomitar, quería gritar o calmar, dar golpes de mesa o ir al baño.
En silencio y calma me levanté de la mesa, pedí 3 arepas mas y se las dí, y volví a la mesa solo para descubrir que mi apetito seguía en la lejanía y esa extraña sensación aun estaba conmigo. Terminamos de comer, pagamos y nos fuimos. Me monte en el auto y permanecí en silencio, no quería hablar, no tenía otro tema de conversación más que conmigo mismo, pensé en todo y sobre nada al mismo tiempo. Pensé en lo afortunado que era por preocuparme por el amor, las pasantías y la tesis, pensé en lo afortunado que era por mi techo de concreto.
Trate de pensar si alguna vez viví el hambre en mi carne, la sed, el frío y el miedo, pensé que posiblemente las arepas les caerían mal si no habían logrado tener nada en el estomago, pense otra vez en la casa de cartón bajo la lluvia. Al llegar otra vez al sitio de origen no queria tomar mas, no queria fumar, solo queria dormir.
Al acostarme sobre un mueble, mis pensamientos no me dejaban tranquilo, la sensación parecida a la culpa estaba igual de impregnada en mi como el olor a tabaco y alcohol, "¿Que puedo hacer para cambiar la realidad?" "¿ A caso ellos merecen esos males?" "¿Quien tiene la culpa?" pero sobre todo que afortunado soy.
Por ese instante deje de pensar en ella, y la distancia, deje de pensar en que estará haciendo o si piensa en mí con la misma intensidad que yo, deje de preocuparme por la tesis y el análisis estadístico, deje de preocuparme por los parámetros ventilatorios y la afinidad del bicarbonato con los hidrogeniones.
Nada parecía tener sentido, la academia, el emprender y el amor, carecían de sentido cuando ves una realidad que te supera y caes en cuenta de tu extensa incapacidad para hacer un cambio real, piensas en que seguro tu o cual o tal, podrian hacer la diferencia, pero parece que las verdades dudas y el verdadero sufrimiento humano solo se esconde bajo la alfombra, de problemas más reflexivos o viscerales.
Como si estuviésemos huyendo hacia delante, dejando todo atrás. "Ni de los libros, ni del amor se come ni se vive", me dijeron una vez, ¿Pero donde encontramos las respuestas? incluso la frase que me gusta y bajo la que vivo ("Salvar vidas es cambiar mentalidades") parece estúpida cuando alguien tiene hambre.
En este momento mis preocupaciones se mudan, y otras se quedan intactas, quiero cambiar mi realidad con una pasión salvaje pero las dudas y preguntas superan mis respuestas y métodos que conozco, sigo comiendo y sigo existiendo pero mi apetito no está, lo reemplaza la preocupación por aquella casa de cartón.
Caracas: Una ciudad de contrastes
Todas las imágenes han sido tomadas de: https://pixabay.com
Excelente @pedrovillegas96! Me gustó mucho tu aporte. Aquí voy a invocar al robot de @originalworks para que le dé más exposición a tu trabajo. ¡Gracias por compartir un pedacito de tu día a día! Saludos.
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Que hermoso post, caracas es la ciudad mas hermosa de este país, paisajes y gente muy bella. la vida que se lleva ahí es llena de mucha energía... gracias por compartir esta historia.
Creo que hablamos de diferentes energías, aunque si, Caracas es una ciudad que amo a pesar de todo
Thanks for sharing ,
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Amigo muy buen trabajo, tus lineas me atraparon completamente, que manera de redactar tienes :O hermoso tu post, entiendo todo lo que expresaste... Saludos desde Margarita.
Muchas Gracias amigo !! me alegro haber sido capaz de transmitir algo a través de lo que escribo, de verdad me alegra mucho.
Saludos desde la Ciudad de contrastes
Qué hermoso vale, estoy orgullosa de ti, escribiste bien y bonito<3 Solo puedo decir una cosa: como el Ávila no hay otra.