Bailar, sin darme cuenta, se ha convertido en una parte esencial de mi vida.

Pasé de ser la persona que nunca se levantaba en las fiestas, a ser la que nunca se sienta en ellas, en las que para conversar conmigo es durante el baile y nunca tendré tiempo para muchas cosas en mi día, pero siempre para la academia.

Porque los pies nunca duelen mientras que no dejes de bailar. Y sé que soné terriblemente cliché.

Inicié en ello hace aproximadamente dos años y un poquito más en una academia pequeña y absolutamente nueva, con profesores principiantes y muy amables, a los cuales les tengo mucho cariño a pesar de que no formar parte de ella. Como todo en la vida, tuve mis bajo y mis tropiezos, cursé niveles hasta tres y cuatro veces antes de lograr avanzar como es debido, incluso si el problema no sera yo exactamente, sin embargo, eso me ayudó muchísimo a perfeccionar mi estilo y cómo quiero ser vista al bailar.

Salté muy pronto de las clases a las presentaciones sin sentirme lista, pero siempre apoyada. Aunque supongo que todos los que estuvieron conmigo en esos momentos también se sintieron así.

Formé lazos duraderos con otros bailarines que van más allá de las clases. No puedo decirles que descubrí que tenía miedo escénico, porque eso ya lo padecía desde antes, pero si que soy muy orgullosa como para admitirlo en el momento y me lanzo al escenario con el nudo en la garganta.

Bailé en tacones la primera vez que me presenté, y por primera vez, bajo las plegarias de todos para que no me cayera en escena, y no me caí ni dudé de mi en ningún momento.

Ensayé, sudé, discutí y me golpearon mucho, siempre accidentalmente, pero mucho. Y me encantaba. La presión, el brillo del maquillaje (a pesar de que no soy muy amiga de él), los vestuarios, la coreografía y las personas, todo le daba cierto sabor y encanto a mi vida.

La universidad me fue absorbiendo poco a poco y me vi forzada a cambiar de academia dejando mi corazón en aquella pequeña y nueva escuelita, sin embargo, era eso o dejar de bailar definitivamente.

Y no es un opción para mi.

He hecho nuevos amigos mientras que hay otros que he visto ir y venir repetidas veces, me acostumbré a tratar siempre con diversos tipos de personas, las clases son realmente más fuertes y exigentes, pero ya no bailo en presentaciones.

Después de mucho tiempo soy solamente una estudiante.

Lo cual también he notado que ha ayudado a distribuir mi tiempo para otras actividades que siempre quise hacer, así que no puedo quejarme. A pesar de que lo extraño un poco.

Bailar se ha vuelto mucho más que un pasatiempo, es un mundo alterno; me distraigo, comparto, hago amigos, aprendo y dreno cualquier tipo de molestias que pude haber generado durante el día.

Fue la mejor decisión obligada por mi madre y mis amigas que pude haber tomado en mi vida, porque también se ha vuelto un sello, forma parte de mi carta de presentación y me siento orgullosisima de eso.

Estoy cada vez más cerca de "graduarme" y se ha vuelto rápidamente uno de mis logros personales favoritos.

No puedo decirles que soy la mejor o que me sé con pelos y señales absolutamente todos los pasos que nos enseñan, pero si soy de las que más amor y dedicación le pone. Porque de eso trata todo, de amor y perseverancia. Mientras sienta eso, bailar jamás dejará de ser parte de mi.

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Así que, cariño, si tienes algún pasatiempo o un deseo escondido que jamás te has atrevido a hacer realidad: este es el momento. Lean mi historia, mi consejo, descubrir una pasión es algo difícil de conseguir, deben probar un poco de todo antes de sentirlo.

No van a arrepentirse nunca.