Los monstruos si existen

"Siempre nos informaron
que los monstruos eran imaginarios,
aparecían en los sueños
y de vez en cuando en el closet viejo;
no comían infantes,
mucho menos perros ladrantes,
podrían ser algunas sombras
que se reflejaban en la penumbra, generando zozobra".

Que bien se siente estar en el parque, sentir el frescor del aire, queremos disfrutar los juegos, antes de que llegue el aguacero.
Waldo se revuelca para oler feo, Don Zarigüeyo lo mira con desespero; Macaco no dice nada, él solo se echa con calma.

Todo parecía normal, era tiempo de el resbaladero disfrutar. Waldo de este se lanzó y que susto se llevó, había un extraño ser, con dientes por doquier. Se quedó mirando fijamente, intimidando a su oponente, pobre perro espantado corrió al otro lado; era un paquete de galletas enfurecido, había sido poseído por no ser recogido.

Don Zarigüeyo se columpiaba y hacia el suelo se lanzaba, pero a un ladito encontró, una caja con rostro de terror. Era un baúl de jugo, abandonada por algún astuto, que no entiende que la basura no se tira.
El parque no es su hogar, él quiere en una caneca estar.

Macaco tuvo que ver un perro deposiciones hacer, ahora no sabe a quién agradecer, porque ningún propietario se acercó a levantar ese hedor.
Era un prado agraciado, apropiado para el descanso, ahora estaba impregnado de olores y también de extraños colores; no es culpa del canino negro sino del vecino sin respeto.

Por todos lados se veían volar, no había cómo sacarlos del lugar, parecían enfurecidos por el olvido, de quienes alguna vez en sus bolsillos los habían tenido. Parecía una película de terror, con monstruos de verdad matando la ilusión...la ilusión de ver el parque verde hoy.

Se creían por fin seguros, junto a una bola blanca que no parecía monstruo alguno, se sentaron a descansar, después de tanta atrocidad; no entendían como los humanos, dejaban la basura por todos lados, convirtiéndose en despreciables criaturas que asustaban la hermosura.
La bola blanca los sorprendió, en su interior se encapsulaba algo aterrador, se asustaron demasiado, por eso a casa regresaron.

Así termina esta historia, con un parque lleno de basura y unos peluches que perdieron la cordura.

Paquetes de galletas, botellas de refresco, colillas de cigarrillo, servilletas con restos de comida, todo esto reposa en los parques, en las calles y en los pastizales. Cuando el aguacero llega arrastra todo sin decencia, taponando alcantarillas y ocasionando inundaciones sin beneficencia. Muchas de estas basuras llegan a los ríos, a los mares y terminan en el olvido, contaminando el océano y matando animales en exceso.