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Portugal, país hermano, espera una oportunidad. A escasos veintitrés kilómetros de la península, hay un soplo de esperanza en lo que parece una España en los ochenta. La región del Alentejo, tiene vinos, una repostería conventual que sin llegar a los extremos de perfección barroca de Lisboa, contiene una enjundia de lo que es el placer auténtico de endulzar al pueblo.

Se pone como ejemplo el gobierno socialista de Portugal, como milagro a imitar, no nos engañemos, es como comparar un bonobo con un insigne cirujano. En España, no somos conscientes de la cantidad de cosas que tenemos por derecho, de la calidad de carreteras, de lo suave de los precios de los peajes, de nuestras infraestructuras hosteleras y la variedad y calidad gastronómica.

No desmerece Portugal, pero es como un hermano pequeño que le tienes aprecio por eso, porque es tu hermano y hay un vínculo indivisible., al igual que entre los países que para bien o para mal compartirnos la misma península al extremo sur de Europa.

Pero si midieramos con criterios totalmente objetivos, otro gallo cantaría. España es más Europa de lo que parece ella misma cree, podremos tener lazos de hermandad con el cono sur y el norte de África, pero somos Europa más Europa de lo que nunca imaginamos, quizás un resto de la semilla fundacional de los Austrias.

En la foto, vemos que los sistemas antiguos de correos siguen teniendo su utilidad al menos en estas tierras, tan amables y con un vivir más pausado en el tiempo que porqué negarlo, me produce una sana y vivaz envidia.

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