Carta de despedida de mi padre (que vivió para contarlo)

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En esta época navideña, suelo adornar hasta el último rincón de mi hogar... buscando entre cajones, encontré una carta amarillenta; de letras casi borradas por el espacio encerrado en el tiempo.

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A continuación, las líneas que le escribió mi padre a mi madre; desde una tienda de campaña en un largo retiro militar:

En esta noche sepulcral, el silbido del viento retumba en mis oídos; entonando canciones con tu voz dulce y celestial, en este cuadriculado espacio en donde ya no tiene lugar nuestro presente.

En esta pequeña y acalorada campaña de lona, recuerdo tus besos húmedos, pero los siento partidos como mi frágil corazón... tus abrazos envolventes, me recuerdan el último abrazo de mi compañero herido en la batalla de ayer... tus palabras llenas de fe, me recuerda que la vida le dió de baja para siempre a los hermanos de armada; en este campo desolado, con olor a pólvora y hiel.

Lamento ser parte de este doloroso presente, quisiera nunca haber respondido aquel saludo, cuánto daría por no haber contestado tus llamadas; ni haber correspondido tus entregas alocadas... y no estar hoy, torpemente unidos en este descalabrado destino.

Me entristece sentir que tu ausencia, llena y drena la herida profunda de mi alma, que me dice al oído que antes de conocerte: ya te extrañaba...

Hoy, mis tareas cotidianas pesan y asquean más que el atol de cada mañana... con mis latidos acelerados y mis manos temblorosas: cuelgo junto a mi ropa húmeda y desecha, todo el amor que siento por ti; para que se funda con el sol y desaparezca con los destellos de cada uno de sus rayos.

Mientras continúo escribiendo, las nubes seguirán danzando; para desdibujarse en el perdido horizonte, las cáscadas seguirán su caída libre; para desembocar en los ríos sin cauce, las hojas seguirán cayéndose secas y moribundas de los ancianos árboles, y algunos ateos empezarán a rezar... así como lo hago yo, para que mi mirada NO se extinga con la triste melodía de esta desolada tonada.

Cuando a mi madre le llegó esta carta, ya tenía 3 meses embarazada y gracias a la vida y a Dios, mi padre sobrevivió a una expedición que duró 6 meses.

En esta fotografía, habían pasado 4 años de aquella cruzada sin tregua... después que nací, mi padre decidió retirarse de la milicia y hasta el fin de sus días se dedicó a ejercer su carrera de odontología en el Hospital Militar de caracas; sus consultas a los más necesitados eran "gratuitas"... este gesto fue una muestra de agradecimiento que duró mientras vivió, por haber visto de cerca a la muerte y haber regresado con vida para poderlo contar.

• Foto extraída del albúm familiar.

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