La luz más brillante de la noche

La noche trae consigo una belleza indescriptible. La quietud y paz que se siente nos permite sentir más intensamente aquello que nos rodea. Nos permite vincularnos más con nuestro ambiente y apreciar más lo que percibimos con nuestros sentidos. La belleza de la música adquiere mayor poder en el silencio que nos envuelve al caer el sol.

La noche es paz y tranquilidad. La calma que trae consigo nos brinda la suave pero constante sensación de que, sin importar los embates del día, podremos estar en armonía durante la dulce velada. La oscuridad de la noche nos arrulla en sus brazos y nos permite relajarnos al máximo.

Sin embargo, estas bondades palidecen ante la verdadera luz de la noche.

La noche nos pone en contacto con nuestros más profundos deseos y emociones. Es con esta capa de negro terciopelo que podemos escudriñar nuestras propias almas y encontrar nuestros preciados anhelos y los deseos mejor escondidos de nuestros corazones. La noche nos invita a la introspección y al análisis de nuestras propias acciones.

Y así como nos exploramos tan fervientemente bajo la luz de la luna, también abrimos nuestros corazones a las demás personas.

La noche es cómplice de los enamorados. La noche brinda el cobijo a los amigos que se acompañan. La belleza nocturna se encuentra verdaderamente en esa puerta abierta que nos deja la oscuridad para conectarnos y enlazarnos de una manera honesta y estrecha con aquellos que nos importan. La noche no miente, y nosotros tampoco podemos hacerlo durante ella.

Los más bellos versos, las canciones más románticas, las palabras más hermosas, se pronuncian en la intimidad de la noche. Allí reside la luz más brillante en el firmamento nocturno, en el resplandor de las almas que se abren al cielo y se dejan ver por aquellos a quienes amamos.

Ya es de noche y el brillo de mis ojos tiene tu nombre.