Con el ocaso del día, comienza un tétrico silencio que abarca la comarca, los pájaros evitan pasar sobre el caserón más emblemático del lugar, y la soledad refleja una tensión sobria en los alrededores.

La gente con el pasar de los años habían creado cuentos sobre la vetusta construcción, lo cierto de todo, nadie se atrevía a acercarse a la misma desde la desaparición de unos jóvenes intrépidos que profanaron sus límites hace veinte años atrás.

Pedro, un hombre de más de treinta años, acababa de regresar de la ciudad, la que fue su hogar durante sus años de estudios universitarios, ahora estaba de vuelta en su pueblo natal con el propósito de reclamar la herencia de sus abuelos maternos. Uno de los requisitos, era pernoctar en la torre de la casa que heredaba, en el caserón a la que la gente temía.

La gente murmuraba a su espalda: ¿Ese no es el nieto del brujo? ¿A qué habrá regresado? ¡Mejor se hubiera quedado en la ciudad!

Al científico le tenían sin cuidado lo que pensaran de él y de su familia, después de todo, sus padres hacía tiempo que se habían mudado de allí, de hecho, cuando él solo contaba con cuatro años de edad, pero le sorprendía, la gran superstición de los aldeanos.

En el caserón, todo parecía como si el tiempo se hubiera congelado, el orden y la limpieza reinaban en la planta baja y la puerta que daba a la torre estaba cerrada. El abogado de su difunto abuelo cumplió estrictamente con las instrucciones testamentarias de mantener el caserón hasta que llegará el momento de traspasar el bien. El se preguntaba el por qué él era el único heredero y no su madre o hermana.

Ya entrada la noche con el sonido de los grillos por doquier, Pedro se echó sobre la cómoda del salón principal, dispuesto a leer un artículo sobre mecánica cuántica, cuando un destello iluminó las rendijas de la puerta de la torre. Recordó las palabras del abogado cuando le entregó la llave de la puerta de la torre, terminé el trabajo de su abuelo. Pero, ¿cómo lo iba a terminar?, él no le recordaba físicamente, jamás había visto una fotografía suya, y su madre, evitaba hablar de él.

Dejó la revista a un lado, caminó hacia la puerta, introdujo la llave en el cerrojo. Mientras subía por las escaleras hacia el tercer piso, se preguntaba, ¿cuál será el misterio que me espera? ¿Valdrá la pena estar a allí? Bueno, al terminar la noche, habré cumplido el requisito y podré vender el caserón para financiar mi investigación.

Al empujar la puerta, la quijada casi cae al suelo, imposible, es un laboratorio de alta tecnología. Mi abuelo si era un brujo, pero un brujo de la ciencia. Con avidez, siguió las instrucciones de la pantalla de la computadora principal. Una voz femenina le dio la bienvenida llamándole por su nombre. ¿Quién eres? Corrijo, ¿qué eres? Replicó Pedro con asombro.

"Soy la réplica virtual de tu abuela y pronto conocerás a tu abuelo, una vez termine con los algoritmos cuánticos que me encargó hasta verificar tu llegada y la aceptación del trabajo que quiere proponerte".

De seguro, ahora el se convertirá en el nuevo brujo de la torre.