Primer día de trabajo

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Jessica finalmente había completado las unidades académicas para laborar como pasante en una empresa. Estudiaba para ser licenciada en administración, sin embargo, la única vacante laboral que la universidad le encontró fue en Spot Light, una compañía publicitaria.

“Hija! Levántate, hoy es tu primer día de trabajo, debes llegar temprano”, dijo la madre de Jessica.

“Unos minutos más… por favor”, respondió Jessica, desde el confort que le brindaba su cama, arropada entre cobijas y muchas almohadas.

“Tú sabes lo que dicen, hija…”, y sin dejar que finalizara su frase, Jessica respondió:

“El que madruga, Dios lo ayuda…”

De mala gana, comenzó su lucha con las cobijas y almohadas; luego de unas cuantas patadas y golpes de karate, finalmente salió victoriosa de las garras de la cama.

“Toma eso, Pereza! Eso te enseñara a no meterte con una alquimista!, cierto Ed?”, gritó a su cobija y luego chocó su palma con un afiche en la pared de FullMetal Alchemist.

Luego de 50 minutos de transformación en el baño y luego en el cuarto, estaba lista para salir a su primer día de trabajo.

“Come algo antes de irte”, dijo su madre.

“Una rebanada de pan tostado, ya se me hizo tarde!”, respondió.

Se llevó la rebanada de pan a la boca, tomó su morral y partió hacia la parada de autobuses.

La sede principal de Spot Light, era un edificio muy grande, de esos que son puro cristal. Finalmente al llegar a la entrada de la sede, mostró su carnet universitario e indicó al personal de seguridad que venía a comenzar su pasantía.

“Buena suerte en tu primer día”, le dijo el viejo vigilante.

Le habían indicado que debía ir al departamento de recursos humanos. Una vez allá, registraron sus datos como personal de la empresa y le dieron su carnet de entrada. Finalmente, le indicaron que iba a iniciar su pasantía como asistente de la Directora Creativa, Gliceida Armas. Debía tomar el ascensor e ir al último piso.

Cuando se abrió el ascensor, había una señora sentada frente a los botones, que preguntó:

“A que piso?” y Jessica respondió: “Ultimo, por favor.”

“Hoy es mi primer día de trabajo, me asignaron como asistente de la Sra Armas.”

“Demonios! Olvidé su primer nombre!”, añadió.

La señora se santiguó y le dijo

“Te deseo suerte en tu primer día.”

Dentro de su mente se dijo: “Que afables son estas personas!”

Al llegar al piso 20, se abrió el ascensor frente a un escritorio, donde estaba una chica atendiendo unas llamadas.

Jessica se le acercó y la chica le hizo señas con su dedo índice para que esperara. Por lo que esperó que terminara su conversación.

En eso llegó otra chica a entregarle unos sobres a la primera.

“Buenas! Soy la pasante Pérez, me asignaron como asistente de la señora Armas.”, se apresuró a decir Jessica.

Las dos chicas se miraron entre sí y finalmente la primera chica le dijo:

“La oficina del fondo, a tu derecha. Será mejor que te apresures, a la jefe no le gusta esperar”

Jessica se fue hacia donde le habían indicado.

Las dos chicas se volvieron a mirar y una le dijo a la otra:

“De seguro, no dura un día.”

“Tenlo por seguro”, dijo la otra.

Sobre la puerta había un letrero que decía: Gliceida Armas, Director Creativo

“Gliceida! Ese era su nombre”, se dijo mentalmente.

Tocó la puerta de cristal, una mujer muy diligente hablaba frenéticamente a través de su manos libres. Con su mano derecha le hizo seña a Jessica para que pasara a la oficina.

“Tienes hasta las 3pm para encontrarme 10 niños y 10 niñas para la campaña de las galletas Oreo”

“Dime, niña que deseas?”, le preguntó a Jessica.

Jessica, se había quedado observando los premios y reconocimientos almacenados en la repisa de la oficina.

“Avíspese, el tiempo es oro, a que vienes?”, preguntó nuevamente

“Me asignaron como su asistente”, respondió Jessica mostrando su carnet.

“Quiero que sepas que en esta vida hay dos tipos de asistentes: los mandaderos y los delegados.”

“Sabés la diferencia?”, preguntó Gliceida.

Y sin dar tiempo a responder, continuó:

“A los mandaderos hay que explicarles con detalle lo que deseas que hagan. Es decir, si deseas que te traigan un café: debes decirles dónde, cómo, con qué y que autobús deben tomar para traer ese café. Los delegados, simplemente se les dice la orden y las cumplen. Sabes cuántos mandaderos tengo a mi cargo?”

Jessica iba a abrir su boca cuando, nuevamente, Gliceida siguió con su conversación:

“Cero! A ver… eres mandadera o delegada?”

“Supongo que… delegada?”, inquirió Jessica.

“Eso está por verse. Tráeme un caramel macchiato”, dijo finalmente.

Jessica se proponía a preguntar, pero se tragó las palabras y respondió:

“Enseguida!”, y partió corriendo.

Pasó corriendo frente a las chicas de recepción y entró en el ascensor diciendo:

“Planta Baja, por favor”

Al cerrarse el ascensor, las chicas se miraron y se dijeron: “Duró menos de lo pensado.” Y se rieron.

Tomó su teléfono móvil y escribió las palabras: caramel macchiato.

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Café caramel macchiato

Su composición es muy similar al de una lágrima. Se utilizará 1/3 de la taza para la infusión de café, otro 1/3 para leche normal, y el último para espuma de leche. Para finalizarlo, se le pone una capa de caramelo en la superficie, que generalmente se aprovecha para hacer algún dibujo o forma artística. Ese último detalle, es el responsable que haya convertido a esta variación, en uno de los tipos de café preferidos para hacer volar nuestra creatividad.

“Dónde demonios, encontraré ese tipo de café?”, pensó Jessica.

“Señora, sabe dónde hay una cafetería cerca?, necesito un café caramel macchiato”, preguntó a la operadora del ascensor.

“Mi niña, frente al edificio hay una. Pero, veo que te la puso difícil, no creo que hagan ese tipo de café ahí, de todas formas: preguntando se llega a Roma!”, dijo la operadora.

“Muchas gracias”, respondió Jessica.

Cruzó la calle y llegó donde estaba la cafetería indicada. Preguntó por el café

“Lo siento, cariño. No hacemos ese tipo de café. Pero en la calle 15 podrían hacerlo. Está a 4 cuadras, bajando.”

“Correr 4 cuadras en tacones, no creo que sea buena idea”, se dijo pensativa

Tomó una moto taxi y se fue hacia la calle 15.

Había 10 personas haciendo cola, sin embargo en el menú estaba el café que buscaba, por lo que Jessica esperó a ser atendida. Finalmente, cuando llegó al mostrador, pidió el café para llevar. A los dos minutos le entregaron el café.

“Te vamos a dar una bandeja de cartón para que lo lleves, ya que está hirviendo”, respondió el chico que atendía en el mostrador.

“Gracias” respondió Jessica y partió corriendo hacia la moto.

Para su sorpresa, ya se había ido y para colmo, su tacón quedo atascado en una rejilla de la acera. Al ver que no podía sacar su zapato. Colocó la bandeja a un lado para halar el zapato con sus manos, sin percatarse que había dejado la bandeja sobre el techo de un vehículo. Cuando por fin logró sacar su zapato se dio cuenta que el café ya no estaba. El vehículo se había ido.

“Hijo de… la madre tierra que le dio vida!!!”, exclamó Jessica.

Regresó de nuevo a la cafetería y le explicó lo sucedido al barista.

“Lo lamento chica, el último caramel macchiato lo acabo de vender a ese muchacho”.

Se dirigió hacia el chico y le dijo

“Hola! No me creerás lo que te voy a decir! Necesito ese café porque si no me despiden del trabajo”

Poniendo los ojos de cachorrito y sacando el labio inferior. El muchacho no pudo decir más que:

“Tranquila! Tómalo, te lo regalo”

“Gracias Agnes!”, se dijo mentalmente Jessica

“Gracias, eres un angel!”, añadió y con la misma partió hacia la calle.

Al salir, evitó pisar en la rejilla y al momento en que iba a pedir un taxi y una ancianita le dice:

“Señorita, sería tan amable de ayudarme a cruzar la calle”

Jessica pensó en el trabajo, sin embargo, no podía negarse a ayudar a una ancianita.

“Cómo no! Vamos abuelita”, dijo Jessica y cambió su café de la mano derecha a la izquierda y tomó con su mano derecha la mano de la anciana.

Haciendo señas para que se detuvieran los autos, hizo pasar a la ancianita al otro extremo de la calle.

Finalmente la abuelita le dijo:

“Dios te bendiga hija, antes de irte podrías decirme que hora es?”

“Claro abuela, son las 10 de la mañana”, dijo Jessica, sin percatarse de que al doblar su muñeca para ver la hora, derramó el café en la calle.

“Mieerrrr…. Colesss por la mañaaanaa!!!”, exclamó molesta Jessica.

“Ahora que voy a hacer? Era el último café”, dijo Jessica lamentándose.

“Eso solo un café, hija”, respondió la abuela.

Jessica le explicó todo lo sucedido a la anciana.

La anciana la miró y le dijo: “Cuanto lamento que hayas derramado tu café, conozco una cafetería excelente justo frente a la Plaza Mayor, se llama ‘La Tacita’”

“Abuela, a estas alturas, dudo que deba volver a la empresa. Y pensándolo bien, no estoy estudiando para asistente…”, respondió Jessica.

“No te des por vencida, hija. Cumple con tu tarea y luego si lo decides los mandas al demonio! jajajaj”, dijo la ancianita.

“Ve y le dices al dueño que vas de parte de ‘la nona’ y no te cobraran el café”, añadió la anciana.

Jessica agradeció eternamente a la ancianita por su ayuda y sus consejos. Se quitó los tacones y partió corriendo hacia la Plaza Mayor.

Al llegar a la Plaza Mayor, localizó el local llamado ‘La Tacita’. Con un toque bohemio para su gusto, sin embargo antes de llegar, veía como salía del lugar una dama muy elegante, que por alguna razón, le parecía muy familiar.

Antes de entrar, un caballero muy apuesto, que le recordaba a Jason Statham en el Transportador, le abrió la puerta y la invitó a pasar.

“Que tenga buen día” le dijo antes de marcharse.

Adentro parecía una fiesta. Uno de los caballeros del mostrador, bailaba emocionado.

Debían hacer muy buen café, ya que todo el mundo estaba desesperado por comprar uno.

Mike le decía a Peter.

“Hey Peter! Están lloviendo damas con tacones dañados”

Todos voltearon a verla. Se hizo un silencio en el local.

“Hola! Mi nombre es Jessica, vengo de parte de una mona llamada ancianita”, dijo Jessica nerviosamente al ser centro de atención de todo el sitio.

Todos la miraron como si hubiese hablado en otro idioma…

"Como dices niña? Ven y acércate que no mordemos", dijo Mike.

“Perdón! Vengo de parte de una ancianita llamada ‘mona’?”, expresó Jessica.

“La nona!”, corrigió Peter sonriendo

Jessica se acercó al mostrador y les explicó lo sucedido. Mike respondió:

“Tranquila, Peter te hará un ‘caramel macchiato’, que a tu jefa se le van a caer las medias.”

“No te preocupes, que el café va por la casa”, agregó Mike.

Le brillaron los ojos a Jessica de emoción y respondió:

“Arigato gozaimasu!!”, con una reverencia japonesa.

De regreso a la Sede de Spot Light, Jessica dejó boquiabiertas a las chicas de la recepción. Traía una bolsita muy llamativa con el nombre ‘La Tacita’.

Al llegar a la oficina de la Directora, Gliceida le dijo: “Has tardado demasiado”

“Lo mejor se hace esperar”, respondió Jessica, dejando la bolsa sobre el escritorio.

Gliceida observó el diseño de la bolsa, haciendo un movimiento aprobatorio casi imperceptible con la cabeza y sus cejas. Abrió la bolsa y sacó el café y una cajita con un dulce.

Le hace seña a Jessica para que se retire. Al ver que su teléfono móvil recibía una llamada. Sin prestar, mucha atención, contestó la llamada y se llevó el café a la boca.

Jessica se retiró lentamente, mientras veía a lo lejos, a través de la puerta de vidrio, como la expresión de asombro llenaba la cara de Gliceida.

“Mike, de verdad decía la verdad!”, se dijo a sí misma Jessica.

Esa tarde, cuando Jessica llegaba a su casa, recibió un mensaje de recursos humanos:

“En hora buena. Has pasado la prueba. Mañana comienzas a laborar en el departamento administrativo. Piso 5. Llega temprano.”