Hoy quiero compartir con ustedes un post relacionado con viajar, espero sea de su agrado.

Aún no he conocido la primera persona que no disfrute de la experiencia de viajar. Posiblemente si existan algunos individuos a los cuales no les guste este tipo de “aventura”, y aunque buscando en la web no conseguí estadísticas confiables al respecto, seguramente deben ser una proporción minúscula de la población.

Me parece interesante el poder conocer por qué a la inmensa mayoría de nosotros nos gusta viajar. Entre algunas de las razones, que he encontrado que son utilizadas como argumento, se encuentran:

 Nos permite conocer sitios maravillosos que jamás hubiésemos imaginado que existían. Si bien en la actualidad con el internet podemos conocer más del mundo que lo que pudieron hacer nuestros abuelos, una fotografía o un vídeo jamás pueden superar la experiencia vivida.

 Otro importante motivo esgrimido es el poder estar en contacto con culturas diferentes. Desde luego este es un planteamiento que no implica consideraciones sociológicas o antropológicas, sino simplemente estar en relación con los individuos propios de la región que visitamos, sino nos referimos por ejemplo al turismo interno, o a los ciudadanos propios del país que visitemos. Esta experiencia nos permite el descubrimiento de manifestaciones culturales como la gastronomía, la música, artesanía, danzas, entre otras tantas.

 A otras personas el viajar los entusiasma porque pueden hacer nuevas amistades. Este argumento parece no ser tan relevante si se le compara con el impacto cuantitativo que sobre este tema tiene en la actualidad las redes sociales; sin embargo, entiendo que el señalamiento se hace desde el punto vista cualitativo, ya que recibir un beso o un abrazo en vivo no tienen precio.

 Para otros, el viajar no es más que un proceso de oxigenación necesario para recuperarse, física y mentalmente, del agotamiento del estrés laboral, de las actividades académicas y/o de las obligaciones familiares. Es así como el viajar se convierte por unos días en una especie de oasis ante los cada vez más exigentes compromisos del día a día.

Ahora bien, me gustaría que consideráramos otro enfoque sobre el tema. El deseo de viajar también puede tener implícita una necesidad de huir por parte de aquel que lo manifiesta. Para ello haré mención de un filme que resume de manera brillante este “mar” de emociones.

Esta temática es tratada en la película COMER, REZAR Y AMAR (basado en el libro Eat, Pray, Love de la escritora estadounidense Elizabeth Gillbert, 2006). En esta cinta la actriz Julia Roberts (quien interpreta a la autora mencionada) llega a un punto de inflexión al sentir que ya no quiere más la vida “exitosa” que tiene. Una carrera profesional brillante, una relación amorosa conflictiva y una gran casa. Toma una decisión y finaliza su relación amorosa y emprende un VIAJE de autodescubrimiento para revelar las causas de su estado de frustración. Este viaje de autodescubrimiento se traduce en la visita a espectaculares lugares en Italia, la India e Indonesia (Bali). Sin embargo, el viaje más importante lo estaba realizando en su ser mediante el despertar de la conciencia y la búsqueda de respuesta a sus diferentes conflictos existenciales.

¿No les parece a ustedes toda una contrariedad que a veces busquemos nuestra paz interior visitando hermosos lugares o comprando bienes materiales, y que dejemos en último lugar la búsqueda de la esencia de lo que somos y el objetivo de nuestra razón de ser?.

Espero hayan disfrutado de estas pequeñas líneas, seguimos en contacto por aquí. Un caluroso abrazo para todos ustedes.