Al relajarnos, la mente entra a un estado alfa (estas son las ondas que predominan en nuestro cerebro cuando estamos relajados). Las técnicas de relajación pueden variar, desde el yoga, ejercicios respiratorios, masajes, etc. Puedes elegir la que te guste, pero hay que hacerlo. Es necesario relajarse.

El estrés es algo bueno. Libera adrenalina en la sangre, hace que se aceleren los latidos del corazón y el flujo sanguíneo en los músculos. El estrés es lo que salva a un montañista que, al caer se aguante a una piedra con fuerza para no ir al vacío. El estrés forma parte de tu vida. El único lugar donde no va a existir es en el descanso eterno en los cementerios, para los difuntos, por supuesto, porque los vivos sufren de estrés cuando entran allí. Como decía el guitarrista y cantante Jimmy Hendrix: “La armonía absoluta sólo se encuentra en la muerte”.

El distrés es muy malo. Es el estado en que nos encontramos cuando estamos preocupados y ansiosos. Deprime el organismo y el sistema inmunitario y somos propensos a sufrir enfermedades como la gripe. Hay que evitarlo: aprender a controlarse y estar a gusto contigo mismo. Resumiendo, hay que relajarse y encontrar el equilibrio, porque si no, vendría la enfermedad.

¿Han escuchado que es la visualización? Es un método milenario de condicionamiento cerebral. Funciona de la siguiente forma: se trata de “crear” una realidad para nuestro cerebro, visualizando cada detalle de un objeto, un sentimiento o un acto. Si visualizamos bien, la mente no distingue si es real o no. Serviría para engañar a un detector de mentiras, por ejemplo.

Se realizó un experimento en la Universidad de Yale y se seleccionó a 30 alumnos que nunca habían usado un arma de fuego. A todos le hicieron prueba de tiro, y después se les agrupó en tres equipos, según el porcentaje de aciertos.

El primer grupo entrenó 20 minutos diarios, cinco veces por semana, durante seis semanas. Los alumnos del segundo grupo también iban al lugar de entrenamiento con la misma frecuencia, pero en lugar de disparar de verdad, solo lo imaginaban, e imitaban el gesto de disparar, es decir, visualizaban los disparos. El tercer grupo también iba pero sólo a ver, sin hacer nada.

Después de esas seis semanas, se repitió las pruebas, y todos dispararon con armas reales. El primer grupo, que se había entrenado con revólveres, mejoro los resultados en un 83%. El segundo grupo, que sólo había visualizado que estaba disparando, lo mejoro en un 82%. Sorprendentemente ¡Casi igual! El tercer grupo consiguió un mal resultado, muy por debajo de los otros dos. Esto demostró a la final que el revolver sólo fue un instrumento para centrar la mente.

Una cosa importante para mejorar nuestra autoestima es saber aceptar nuestros errores. Todos nos hemos equivocado en tratar de hacer algo. Es mejor intentarlo a no hacerlo.

Es como el caso del niño que está aprendiendo a caminar: lo intenta, se cae y se vuelve a levantar. Y así sigue hasta que llega el día que por fin, lo consigue. Imagínate al niño no aceptar fallar en sus intentos; entonces nadie en este mundo sería capaz de caminar. Pero recibimos una educación equivocada en la que fallar es un pecado.

El gran problema es que no sabemos digerir los errores, nos volvemos inseguros, nos da miedo arriesgar, porque la imagen que tenemos de nosotros puede salir perjudicada.

Pero el hecho es que es difícil acertar a la primera en las cosas de la vida que son importantes. Equivocarse, fallar, forma parte de la vida. Tenemos que aceptar nuestros errores y aprender de ellos, así de esta manera tendremos mayores oportunidades de éxito cuando lo volvamos a intentar. Sólo así, aprendiendo, consiguiendo y progresando, confiaremos mucho más en nosotros mismos y aumentaremos nuestra autoestima.

No exagero amigos, porque sin errores no hay aciertos. Y si no acertamos no hay éxito ni victoria. Si encaramos nuestros errores de esta forma, te resultará más fácil aceptarlos y sacaras mayor provecho de ellos.

Para crecer nuestra autoestima, hay que ¡SONREIR!, sabes ¿por qué? Cuando nos reímos se mueven 28 músculos de tu cara, menos que los 32 que se contraen al arrugar la frente y tenemos cara de preocupación. ¡Sonríe, al mal tiempo buena cara!

Sonreír es muy importante para aumentar nuestra autoestima. Cuando nos reímos, aunque no sintamos nada, nuestro cerebro lo entiende como una señal de que todo va bien y manda mensaje inmediato al sistema nervioso central para que libere una sustancia llamada Beto-endorfina, esta sustancia da a la mente respuestas positivas.

Las mujeres sonríen más que los hombres, Estudios científicos lo comprueban. Y como ya sabemos, las mujeres viven 8 años más que los hombres como término medio. Creo que esto también tiene que ver con la sonrisa.

La cultura japonesa, nos dice que un japonés sonríe cuando está con otra persona. Si pensamos en esto, unos investigadores hicieron un experimento: reunieron a un grupo de japoneses y les pusieron a ver una película de terror. Mientras miraban la película, los técnicos les tomaron la tensión y midieron el ritmo cardiaco, tomaron muestras de sangre para estudiar el nivel de catecolamina, estas son las hormonas del estrés. Se prepararon dos situaciones diferentes: La primera, los espectadores iban acompañados a la proyección, y en la segunda prueba, veían la película solos. En la primera situación, cuando aparecía una escena de terror, los japoneses veían a la persona que los acompañaban y sonreían. En la segunda prueba, al ir solos, no tenían a nadie a quien sonreírles. El resultado fue que en la primera prueba, el ritmo cardiaco y el nivel de catecolamina eran mucho menos que en la segunda, lo cual demuestra que sonreír disminuye el estrés.