—Algunos causan felicidad a donde vayan; otros, cuando se van.

Oscar Wilde.

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¿Decirle... o no decirle?

_{Imagen de mohamed Hassan, Pixabay}

   En una ocasión me encontraba yo visitando a una amiga en casa de sus padres. Ese día, luego del almuerzo, todos hablábamos en la sala. Cada quien daba una reseña sobre una película que le había gustado, y los demás decían luego si la habían visto.

   Hubo un momento, en que el papá de mi amiga habló de una película que había visto recientemente, "Londres Bajo Fuego" (London Has Fallen). Él aseguraba que el protagonista era Russell Crowe. Yo, como alguien que acostumbra a investigar el elenco de una película antes de verla, sabía con toda seguridad que el protagonista de esa película era Gerard Butler.

   Cuando el señor terminó de hablar, fui el primero en decir "Sí, la he visto"; pero también añadí: "Aunque el actor que la protagoniza es Gerard Butler, el protagonista de '300', en vez de Russell Crowe". El padre de mi amiga rechazó mi corrección, e insistió en que era Russell Crowe el protagonista.

   —Entiendo que crea que es Russell Crowe —dije—. Es fácil equivocarse con ese actor y creer que es Russell Crowe, porque Gerard Butler se parece bastante a Russell Crowe.

   —Elieser —respondió el señor—, yo he visto todas las películas de Russell Crowe, y estoy seguro de que es él.

   Entonces lo entendí. Continuamos hablando y el papá de mi amiga se notaba un poco receloso. ¿La causa? Mi corrección hacia su conocimiento sobre actores de Hollywood en frente de su familia. Al final de la tarde, pues, cuando ya me iba, le dije: "¿Sabe? Creo que usted tiene razón, y el que está confundido con Russell Crowe soy yo".

   Recordé ciertos principios que había leído en libros de relaciones humanas, y entendí que era erróneo esperar que, siendo invitado en la casa de un hombre, este dejara de ofenderse, o me diera la razón, por decirle que se equivocaba en algo.

   Moraleja: a veces, corregir a alguien cuando se equivoca, es más incorrecto que correcto.

   Podrá usted volcar sobre él toda la lógica de un Platón o de un Kant, pero no alterará sus opiniones, porque ha lastimado sus sentimientos.

   —Dale Carnegie, frase en referencia a lo que resulta de mostrar a alguien que se equivoca.

   En otra ocasión conversaba yo con mis amigos en un chat grupal. En medio de la conversación, hice yo un chiste sobre el cantante de Pop Latino, Paulo Londra; pero me equivoqué al escribir su nombre, y escribí "Pablo Londra". De inmediato, una amiga del grupo me corrigió. Yo, ante haberme equivocado en algo tan tonto, tan sencillo, dije: "Ya sé. Yo le digo 'Pablo' a propósito". Pero claro, mentía, pues aquello había sido una completa equivocación de mi parte.

   Yo sabía que me había equivocado, en el fondo lo sabía; pero me negaba a admitirlo. Después de todo, en ese chat estaban todos mis amigos, y aunque una equivocación sea tonta, y sin importancia, la dignidad siempre se sentirá amenazada si a uno se lo corrige en público, por lo que es más fácil buscar razones para justificar uno su equivocación, que admitir el error luego de ya haber insistido en que tenía la razón.

   Al final cambiamos de tema rápidamente, y el asunto perdió importancia y al rato fue olvidado por los demás. Yo, sin embargo, sentí recelo por al menos media hora más, y nunca admití haberme equivocado.

   Moraleja: aunque a veces uno corrija pequeñas cosas a los demás y estos las acepten con agradecimiento, cuando alguien se niega a la primera, así lo hará a la segunda y a la tercera. Mientras más se le insista en que está equivocado, más atacada se sentirá su dignidad, y lastimado su orgullo.

   Ahora estoy convencida de que no puede lograrse nada bueno, y sí puede hacerse mucho daño, si uno le dice directamente a una persona que está equivocada. Solo se consigue despojar a esa persona de su autodignidad, y uno queda como un entrometido.

   —Katherine A. Allred. Relato personal.

   ¿Debe decirse que está equivocado al que está equivocado? Depende. Si quiere uno sentirse importante, y que los demás noten lo importante que uno es por saber las cosas correctamente, contrario al que está equivocado, sí. Pero si los intereses de uno se inclinan más hacia querer mejorar su manera de relacionarse con los demás, y, sencillamente, agradar más, conviene pensar si realmente es necesario o importante señalar la equivocación.

   Algunos causan felicidad a donde vayan; otros, cuando se van. ¿Cuál de los dos ser?

   Recuerde que la otra persona puede estar equivocada. Pero ella no lo cree. No la censure. Cualquier tonto puede hacerlo. Trate de comprenderla. Solo las personas sagaces, tolerantes, excepcionales, tratan de proceder así.

   —Dale Carnegie.

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Gracias por la visita, la lectura y el apoyo.

Nos estaremos viendo en próximos artículos. Buen día para todos.

Elieser Urbano