El coronel no tiene quien le escriba (Libro): la férrea espera.

in #cervantes5 years ago (edited)

La segunda novela de Gabriel García Márquez

En 1961, años antes de Cien años de soledad y justo entre las publicaciones de La hojarasca y La mala hora, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982, escribió el que él consideraba su mejor libro: El coronel no tiene quien le escriba.

Se trata de una novela que habla de la pobreza, la resiliencia, la guerra, la violencia, la muerte, pero sobre todo de la espera. “El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más que una cucharadita” con la cual le prepara el café a su esposa enferma, asmática, antes de asistir al funeral de una familia que ha perdido a un hijo, músico joven de la edad de Agustín, el hijo del coronel asesinado nueve meses atrás. Se trata de una época violenta, en la cual el músico “Es el primer muerto de muerte natural que tenemos en muchos años”.
El coronel espera. Espera el correo que llega cada viernes en una pequeña lancha. Espera una carta. Espera su pensión (“Se necesita tener esa paciencia de buey que tú tienes para esperar una carta durante quince años”). Pero no llega. “Octubre era una de las pocas cosas que llegaban”, un mes húmedo, lluvioso, perjudicial para la salud de su esposa y de su vivienda. Se trata de un mundo en decadencia: una pareja de ancianos, la casa vieja, su hijo muerto (“Nos estamos pudriendo vivos”), en donde lo único nuevo es el gallo de pelea que dejó su hijo Agustín, en quien depositan todas sus esperanzas. El plan del coronel es conservar el gallo hasta enero, el mes de las peleas, ganar dinero con el animal y venderlo después. Mientras tanto, van tirando, vendiendo sus cosas, hasta llegar al extremo de comprar maíz para el gallo y nada para ellos. Pero esa fidelidad al gallo, no es sólo un asunto económico, se trata del último nexo con su difunto Agustín (“Somos huérfanos de nuestro hijo”). Aunque el coronel deposite su confianza en el animal y lo vea como la única esperanza “real” ante la ausencia de la carta que ya demora demasiado, la verdad es que se trata de una esperanza basada en la incertidumbre.

Diferentes ediciones de la novela

“Prohibido hablar de política” dice un aviso puesto sobre una guitarra colgada en la sastrería. Son tiempos de represión y tiranía. Sin embargo, es precisamente a ese lugar a donde el coronel lleva las noticias clandestinas que el médico del pueblo deduce de los periódicos y entrega a los compañeros de su hijo Agustín, opositores al gobierno actual. En el periódico también publicaban las listas de los nuevos pensionados, pero no han publicado nada durante los últimos cinco años.

La mujer del coronel, de quien tampoco sabemos el nombre, tiene un carácter duro, endurecido aún más por cuarenta años de amargura, de tanto estirar el dinero y de ver la precariedad en la que viven. Un día dice a su esposo: “Estoy hasta la coronilla de resignación y dignidad”; le confiesa que “Varias veces he puesto a hervir piedras para que los vecinos no sepan que tenemos muchos días de no poner la olla” y lo acusa de ser “caprichoso, terco y desconsiderado” por no pensar en ella. Es entonces cuando:

“El coronel comprobó que cuarenta años de vida común, de sufrimientos comunes, no le habían bastado para conocer a su esposa. Sintió que algo había envejecido también en el amor.”

El coronel, quien para ese momento ya había decidido no vender el gallo (en un punto de la novela llegó a negociarlo), toma una actitud de resolución y de no importarle ya nada. A cada reclamo de su esposa contesta con un plan, a cada increpación con una decisión (¿o es desidia?) como si la respuesta dada fuese no sólo la más natural sino la única posible. Cuando su esposa lo sacude, enérgica, hacia el final, la memorable respuesta del coronel cierra perfectamente la novela:

“El coronel necesitó setenta y cinco años - los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto - para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:”

Para los que no conocen la respuesta, les invito a leer el libro. Para aquellos que lo han leído, la respuesta del coronel, ¿es en serio? ¿es en broma? ¿está al borde de un estallido? No, se trata de un hombre que está tranquilo y responde desde esa tranquilidad. El coronel es uno de los personajes más entrañables de la pluma de García Márquez y sus rasgos más destacados son su férrea paciencia y su sentido del humor, que le hace tomarse las cosas de forma alegre, a pesar de su gravedad. Cuando lo ven flaco, responde:

“Me estoy cuidando para venderme – dijo el coronel –. Ya estoy encargado por una fábrica de clarinetes.”

Cuando su esposa lo manda a vender el reloj, le contesta:

“Si me ven por la calle con semejante escaparate me sacan en una canción de Rafael Escalona.”

Y casi al final, en medio de una conversación seria con su mujer, le dice:

“Quédate así como estás – la interrumpió sonriendo –. Eres idéntica al hombrecito de la avena Quaker.”

Sea senilidad, evasión o simple humor, lo cierto es que ese rasgo ayuda al coronel a sobrellevar esa sempiterna espera y a expresar frases memorables en la novela, como “La vida es la cosa mejor que se ha inventado” o “Nunca es demasiado tarde para nada”.

Las conexiones de esta obra con otras del autor son abundantes y evidentes. Se menciona al coronel Aureliano Buendía y el Macondo de Cien años de soledad, novela con la que guarda la mayor relación. La frase pronunciada por su mujer, “Si el tres de enero se hubiera quedado en la casa no lo hubiera sorprendido la mala hora” remite a la tercera novela de García Márquez y los almendros, su olor, sus hojas, recuerdan la frase inicial de El amor en los tiempos del cólera. El propio Gabriel García Márquez reconoció que era la más simple de las novelas que había escrito hasta la fecha porque no posee la complejidad de otras obras posteriores. Sin embargo, están presentes el realismo mágico (“Soy la mujer que murió hace doce años en este cuarto”), algunas rupturas en la línea temporal y el lenguaje de un autor que comenzaba a edificar su propio universo.

El coronel no tiene quien le escriba es una de las tres novelas de Gabriel García Márquez incluida en la lista del periódico El Mundo con las 100 mejores novelas publicadas en español en el siglo XX y fue llevada al cine en 1999 por el mexicano Arturo Ripstein. Con menos de 150 páginas (incluso menos de 100, dependiendo de la edición) es una de las obras menos extensas de su autor. Sin embargo, no puede considerarse una obra menor. Todo lo contrario. Acaso se tate del primer éxito del colombiano (en calidad, no en ventas), quien anticipaba ya el terremoto que sería el universo macondiano en la Literatura Universal. Una de las frases más célebres de esta historia es pronunciada por el coronel, en un diálogo con su mujer:

“- La ilusión no se come – dijo ella.
- No se come, pero alimenta – replicó el coronel.”

Y de igual manera, los libros, la lectura de obras como esta, no se comen pero alimentan. Para los amantes de los buenos libros, recomiendo esta pequeña joya de Gabriel García Márquez. Buen provecho.

Reseñado por @cristiancaicedo



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Excelente reseña de la obra, la leí muchas veces, no deja de fascinarme.

Curador: @equipodelta

Sin duda, de lo mejor del Gabo. Gracias por la valoración y el apoyo. Saludos cordiales.

Una de las mejores obras del escritor Colombiano,tenía una imaginación muy buena.

Más que imaginación, tenía memoria. Saludos y gracias por leerme.

Estoy segura que muchas personas han disfrutado cada libro de este gran escritor.

Sin duda alguna, era un Escritor, así con mayúsculas.

No cabe duda alguna.

Vi un documental sobre Gabriel García Marquez. El fye criado por sus abuelos. Su abuelo era un militar retirado que nunca consiguió una pensión y pasó la vida esperándola. Su experiencia infantil le sirvió de inspiración. Seguramente, el carácter del coronel se basó fundamentalmente en el carácter del abuelo. Un saludo 😊

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Probablemente fue así. No había oído esa información. Saludos y gracias por leerme.

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