Queridos amig@s, compañer@s steemians, deseo compartir con ustedes, una parte de mi experiencia en el tema de la amistad.

Considero que nuestro perfil en la comunidad Steemit, es en resumen, la carta de presentación y una guía, que orienta a quienes visitan nuestro blog, en cuanto a los temas que podrán encontrar, tratados con pertinencia en cada una de las publicaciones que hacemos.
Claro, siempre hay la posibilidad de girar el timón unos cuantos grados (°), en atención a la dinámica social que plantea y fortalece la comunidad; así como la diversidad de desafíos o concursos, que pueden retar nuestros escondidos o desactivados gustos artísticos.
De manera tal que, escribimos y publicamos, buena parte de lo que somos y ofertamos en nuestra marquesina Steemit:

---

---

Bueno, haciendo honor a mi palabra, ya pueden observar que destaco en mi perfil -de entre muchas cosas hermosas de la vida que me gustan- cinco aspectos fundamentales. De ellos tomaré uno, para ilustrar esta publicación.

La amistad

No pretendo dejar una conferencia, solo compartir una de las muchas experiencias que tengo, derivadas de ese gran vicio que amo y del cual, casi soy esclava: _la amistad.
Inculcada y practicada en el hogar desde muy niña, multiplicada y fortalecida desde el inicio del camino escolar y laboral y, cada vez que he tenido oportunidad, a lo largo y ancho de mi vida, en cualquier espacio, a donde las circunstancias me llevan.

En este ocasión, les contaré la historia de una amistad que cultivé personalmente, en el año 2009, con un grupo de jóvenes, de los muchos que llegaron a Venezuela a cursar estudios universitarios, mediante un Convenio Institucional entre el gobierno venezolano y los de algunos países.
Mi grupo en cuestión, procedente de la República de Gambia, nación del África occidental, cuya capital es Banjul; estaba conformado por 8 jóvenes, de más o menos, 22 años.
Cesay, Modou, Amulay, Bakary, Salomón, Tijan y Bassadi, fueron ubicados para cursar estudios en el estado Barinas. Como tengo parte de mi familia allí, pues, me fue dado conocer a estos chicos. En principio, mi hermana adoptó a cuatro de ellos, para brindarles los primeros auxilios, mientras lograban equipar una casa, que les permitiera vivir con cierta comodidad e independencia.
De manera tal, que el primer contacto fue en las vacaciones del mes de julio, no había clases Ya mi hermana me había adelantado la novedad y algunas veces saludé a los chicos por teléfono. Muuuucho inglés británico y español machacado.
El día del encuentro, mejor dicho noche, pues el vuelo era tarde, llegué a casa y una sala repleta de hombres, altos, negros, vistiendo exóticas y coloridas túnicas musulmanas, me recibió a una sola voz "Bembenida mamma" o al menos eso es que que escuché. Acto seguido, saludos y sonrisas y miradas pícaras, pues creo que yo parecía un _baloncito en medio de un equipo de gigantes basketbolistas.
Luego, la cena en medio de un silencio casi ceremonial, comencé una maravillosa etapa de observación. valoración, aprendizaje y disfrute de una nueva experiencia social, cultural, religiosa y gastronómica. A las 9 en punto, entraron a una habitación que mi hermana dispuso para que hicieran las oraciones del día.

A partir del día siguiente y durante más de un mes, compartí con ellos cada día, pues mi hermana regresaba del trabajo a eso de las 6:00 de la tarde. Me convertí también en madre adoptiva, siempre me saludaban y aún en el presente como mamma.
De a poco y con paciencia, nos fuimos entendiendo y charlando, me dijeron que además hablaban en lenguas tribales como Mandinka, Wolof o Fula. A veces, entre ellos mismos no se entendían, pues pertenecen a diferentes tribus y solo Salomón es de la ciudad capital. Ellos aman hablar en sus lenguas maternas y yo? jaja, apoyándome en el lenguaje de los gestos, porque no me dejaban por fuera en las charlas. Después, muy emocionada, me tocó buscar en google, algunas palabras de una o de otra lengua, para agasajarlos. Cada mañana les daba los buenos días en mandinka: i saama , dukare (por favor), abaraka gracias. Ellos siempre dan el saludo musulmán, menos Zak, que es cristiano.
Compartimos comidas, sobre el mantel en el piso, una rodilla en tierra, ellos, yo como niña en prescolar. Me permitieron comer de su tazón de arroz, tomando cada bocado con la mano derecha y sin cubiertos. El arroz gambiano es delicioso y comíamos mucho pescado. Aprendieron a comer arepas y algunos platillos criollos, pero, por supuesto, nunca comieron cerdo.

---

Este tiempo disfruté mucho compartiendo con los chicos, cocinando, leyendo sus libros preparatorios para aprender a entender el Corán y compartiendo historias de nuestras culturas.
Unas tertulias nocturnas maravillosas con sus cuentos de espíritus y fantasmas.
Una noche se me ocurrió preguntarles ¿de qué color son los fantasmas en África?
-¡Pues negros, mamma...!

---

Esta historia continuará.
Gracias por leerme. Les dejo un saludo amigable y amistoso.

Soy @armonia