Falta de tacto
A veces sufro de cierta propensión insana a soltar un chiste en momentos o lugares inapropiados. Y es que a veces el chiste es tan bueno que no lo puedo dejar pasar.
Una vez estuve en un curso organizado por la empresa donde yo trabajaba. Ese día me tocó el curso junto con el gerente del banco y otros empleados de nuestra oficina. Esto tuvo lugar en el Hotel Punta Palma de Lechería, estado Anzoátegui, el martes 13 de febrero del 2007.
Hotel Punta Palma. Foto del 2007
Había una dinámica del curso donde cada quien debía hablar sobre una persona influyente en su vida. Le tocó el turno a mi amigo José Antonio Medina, gerente de nuestra oficina. Él estaba sentado al lado mío. Se levantó y se puso en el medio del salón.
Vale aclarar que José Antonio Medina me ayudó a terminar mi carrera de T.S.U. de Informática. Hizo gestiones en el banco para que yo tuviera un horario especial. Él le daba mucho valor a la preparación académica de su grupo, nuestro grupo.
Mi amigo comenzó a hablar de su personaje influyente. Se trataba de su madre ya fallecida, quien con mucho sacrificio había criado, ella sola, a doce muchachos. Citó unas palabras de ella:
“Yo tengo doce hijos. Alguno tiene que servir para algo”
Esas palabras fueron un motor en su vida, que lo impulsaron a formarse profesionalmente.
Se extendió tanto hablando de su profusa formación, que me pareció exagerado y aburrido. Además de gerente en el banco, él era profesor universitario en el I.U.T.A. Hasta ahí lo escuché con atención.
Ya yo sabía
que en esos días
él estaba haciendo una maestría.
Se extendió tanto, y con tanto denuedo sobre los detalles de su larga carrera, que se me ocurrió un chiste… No había manera de hacerle llegar la brillantez de mi ocurrencia, así que tomé un papelito y se lo escribí.
Recuerdo que terminó su discurso diciendo:
”¡y sigo estudiando!”
Salió del centro del salón y se sentó en su puesto al lado mío. Le coloqué delante el papelito doblado, y le hice señas para que lo leyera. Lo abrió, lo leyó y luego lo rompió en mil pedazos. No me volvió a hablar en el resto del curso.
Yo pensé: “Otra vez volví a caer en mi viejo mal” y “No lo vuelvo a hacer jamás”... Por suerte para mí, al día siguiente me volvió a hablar y pude seguír mi vida feliz. Aquello quedó como un incidente aislado que no tuvo mayores consecuencias.
...
¿Que qué decía el papelito? <clic aquí>
BONUS: Fotos de ese día que no creo que yo use en otra parte
Ana Rojas. Trabajó años conmigo: 5 en mi primer trabajo y 20 aquí en Mercantil
Siempre me pareció de mal gusto esta obra
La hermosa Jessica Ciano
José Medina (sentado con saco y corbata)
Créditos del texto e imágenes: Amaponian Visitor (@amaponian)
Jajajaja. Yo también he sido víctima de tu poco tacto! Pero como también te quiero, te sigo hablando después de tus malos chistes. Abrazos ;)
¿chistes malos? no creo esa broma...
Grazie signori!
Solo fue una correlación de hechos, seguir hablando hasta morir después de una perorata tan larga no era para menos tu ocurrencia, pero si, se de tus palabras certeras, afiladas como dardos. @amaponian
Se lo merecía ¿verdad?
¡Qué cruel! Jajaja, pero creo que todos estaban tan fastidiados como tú y fuiste la única que se atrevió a hacer algo al respecto.
Jojó. Te sigo.