Hoy acepté acompañar a mi esposa a la iglesia. Era ya de noche y decidió irse a pie, lo cual no es muy bueno para una mujer sola. Fuimos juntos, caminando.

En la mañana se sentó en mis piernas y me habló de una mujer que el sábado va a predicar en la iglesia. Dicen que esa hermana tiene Don de Ciencia. Los que tienen eso suelen ser capaces de declarar lo que hay en lo profundo del corazón de la persona.

Tuve que preguntarle:

—"Me estás invitando?"

Acepté ir el sábado.

Hoy la acompañé, y resultó que no iba para la iglesia sino a una campaña a cielo abierto y sobre una tarima. Estaba predicando aquella hermanita que ella decía. Decidí quedarme. Tal vez mi esposa soñaba con que me llamaran y me dijeran algunas cosas de parte de Dios.

Al final, llamaron a varias personas. Me parecían muchas; una cuarta parte de todos los que estaban ahí. Pero no me llamaron a mí. No había nada ahí para mí. O eso pensé yo...

Comencé a escuchar La Ministración. A través del micrófono, la predicadora estaba diciendo cosas muy específicas a las personas que estaban ahí. La cosa se veía tan buena que me sonreí y me acerqué, para chismosear...

El problema es que uno no sabe si es verdad lo que está diciendo. Acaso lo sabrá el que lo está recibiendo. Pero yo estaba muy cerca, y le puso la mano a alguien que yo conozco...

Era mi hermana Conchita.

Decía la predicadora:

—"Hay mujeres aquí que tienen ovarios poliquísticos..."

Mi hermana nunca ha podido tener hijos. Una vez la operaron de ovarios poliquísticos y luego salió embarazada. Pero resultó en un embarazo ectópico y por poco muere. Creo que perdió un ovario. Creo que ni ella lo sabe bien.

La predicadora, en medio del discurso, le pone la mano en la barriga a mi hermana y grita:

—"¡Abre esa matriz!"

Mi hermana salió danzando y hablando en lenguas. Después vino otra arremetida de la predicadora y mi hermana cayó al suelo, inconsciente.

Temprano estaba por ahí su esposo, El Negrito. Ellos están separados, pero él insiste.

Al final, estuve hablando con mi hermana sobre lo que le ministraron. Ahí compartí con mi esposa, que no se había enterado de lo que le dijeron a mi hermana.

Ya a esa hora El Negrito se había ido para su casa.

Yo le dije a mi hermana:

—"Oye... Te abren la matriz, ¿pero dejaste ir al negrito?..."

Créditos del texto: Amaponian Visitor (@amaponian)
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