Deseo de pintura derramada | Cuento

Hace mucho tiempo que bailaban bajo las luces de neón de la disco. El tiempo era infinito, o no existía. Para ella, lo único que importaba era bailar. Moverse, darle el gusto de sentir esos suaves roces de su piel por encima de la ropa. Un atisbo de lo que vendría, un appetizer de la noche por venir. Ella, artista, bohemia, arte en movimiento, estaba a punto de ser la musa de alguien que le pintó de colores la noche oscura.

Su largo cabello negro se movía en ondas al ritmo de sus caderas. No había nada más que sentir como se electrifica, con cada roce, se elevaba su pulso. Presa, víctima de las manos diestras de una chica que permanecía con gotitas de pintura en su vida. Iba a pintarle la vida, iba a usar su cuerpo como un lienzo, sería arte en movimiento.

El no deja de llevar sus ojos a lo largo del cuerpo de esta mujer encantadora. No sabe que vió ella en él, no lo entiende, pero tampoco va a preguntar. Si se pierde la magia hoy, se arruina la experiencia de su vida. Asi que solo la observa, la desnuda con la mirada esperando que lo entienda, y que lo acepte.

Lleva sus manos al cuello del chico su cuello, y lo mira con intención. Esos ojos achinados, llenos de picardía, sólo dicen una cosa. Y él traga seco. Aquí fue, piensa, esto es.

-¿Te parece si nos vamos?-le susurra la chica al oído, mordiendo suave y sugestivamente el lóbulo de su oreja. Los escalofríos que lo recorren no son por el frío de la noche

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La pared está muy fría. Ella eso lo sabe. Pero el chico y ella son una sola pieza. Manos en cabello, manos en espalda, manos en nalgas. ¿Y ella se va a quejar por la pared fría? Su espalda está pegada a la pared helada del estudio porque en su prisa, las llaves y la privacidad no importan. Le levantó la camisa, quedó enrollada en algún punto de su pecho, no importa eso, solo lo quiere para ella. Lo quiere todo, lo quiere ahora. La temperatura no importa, solo la boca que está unida al cuerpo que no se cansa de tocar.

El chico levanta una de sus piernas y la engancha a su cintura mientras besa su cuello. Se arquea y hace un sonido sugestivo que no sabe que puede hacer. Maldita sea ¿Dónde están las llaves? Lo aparta un momento y se agacha a agarrar su cartera. ¡Eureka! Las llaves de su estudio. Le toma la mano, allí, en un momento ilógico, el chico duda. Pero sigue adelante, entra al reino de la artista.

A su alrededor, pintura y lienzos adornan el estudio. Un gran espacio, lleno de desorden artístico. Ella debe ser… pero no termina de pensarlo. En dos segundos, la chica está nuevamente en sus labios. Y se le olvida que era ella según su cerebro. Solo sabe que besa bien, que lo acaba de sentar en un mueble que no recuerda ver al entrar y que ahora, está montando su cintura mientras lo besa.

Y se deja llevar, porque no le queda más nada que pensar. Sube de nuevo su camisa, la saca de la ecuación mientras ella termina de desabotonar sus botones. Hay demasiado entre nosotros dice la chica en su mente. Malditos botones piensa, frustrada ya con los últimos que no se quieren soltar. Rebelde, hala la tela y despega uno. El chico hace un sonido raro, pero ella muerde sus labios y él olvida que estaba protestando.

Los besos se hacen más intensos, cada vez hay menos ropa. Él no recuerda quitarse el pantalón, es lo de menos. Solo sabe que la piel de ella está allí para él, solo para él. La muerde, la lame, toca su cuello y baja sus dedos por su espalda hasta llegar a su cintura. La aprieta y ella se arquea suavemente. Baja un poco más y ese es el punto. La chica se arquea completa, él se siente en control.

Pero el mueble es muy pequeño, demasiado cerrado para hacer todo lo que quiere. Así que está balada horizontal debe moverse a otro lado. ¡Si! piensa ella, guiandolo hasta el área dormitorio del estudio. Este espacio alto y largo no tiene paredes, solo ventanales antiguos que dan a la oscura calle. Es para arte, es para ser. No para definir. Pero ella define algo hoy. Define placer con la forma en la que las manos de él la recorren. Se acaba el tiempo, es ahora, es ya.

Los besos se hacen mas intensos, y se aleja todo lo que los separa. Mientras el sigue besando cada rincón (con o sin gotitas de pintura) de la artista, la chica lo mira entre suspiros. Diablos, estoy perdida dice sin reparo. Esta noche no importa nada, esta noche es todo. Hoy es ella, el chico de la disco y la perdición de su deseo por su piel.

Distraída por las sensaciones no ve como él empieza a explorar. Y la sorprende con un movimiento. Ella abre los ojos en sorpresa, y un sonido sale de su garganta, no puede detenerlo. Su cuerpo se estremece y ella sonríe sin pena. El chico besa su cadera y la noche arranca en forma. Veo dorado… dice como ultimo pensamiento coherente de la noche.

Fuente: Alexander Straulino / Archive.

Despierta bajo una sábana blanca con manchas de dorado. ¿Qué pasó? piensa mientras intenta rebobinar. Pero su cuerpo protesta, de una manera deliciosa. Ah, ya recuerda. Siente junto a ella el calor de un ser humano, de un pintor amateur. De otra alma que decidió perderse en los brillos de neón de la discoteca.

Se levanta y ve que la cama está llena de dorado, su piel está casi completamente pintada. Sonríe para si misma. Se siente así, una estatua de carne y hueso. Venerada, adorada, decorada con mordidas y besos sin piedad. Pintada de placer en medio de la noche. El chico, moreno, tiene marcas de pintura por su cuerpo. Él también debe estar satisfecho.

Es esa hora de la noche en la que no sabes que hora es. Camina por el estudio y busca su cámara. Revisa en ella las fotos del día, y ve de reojo al chico despertar. El la mira y sonríe con un aspecto cansado y satisfecho. Abre la boca y ella baja la cámara. Camina hasta su lado de la cama y le sonríe. No necesita palabras para felicitarlo por la noche.

-Lo siento por la pintura derramada-dice le chico, pero en sus ojos no hay ningún tipo de verguenza.

-No hay problema, es arte-dice ella encogiéndose de hombros. Toma una camisa que encuentra por allí y se la pone, intentando contener el frío.

-Arte... -repite él, pensativo. Luego de un par de segundos de silencio incómodo, le hace una seña para que venga a su lado.

La chica se acerca. Aquí se despiden y esto nunca pasó. Que es una buena idea desde algún punto lógico de su mente. Pero la parte ilógica la domina. Quiere hacer replay a todo. Desde el baile sugestivo de las luces de neón, hasta el baile horizontal en su cama imaculada, ahora llena de manchas doradas. Dorado es deseo piensa ella mientras da pasos sobre el piso helado en dirección a una despedida que no quiere dar.

El chico toma su mano y la jala hacia la cama. La acuesta y la besa de nuevo. Tu eres arte le susurra mientras engancha su pierna en su cintura de nuevo. No, definitivamente él no necesita palabras de despedida. La toca y la besa con la misma pasión de temprano, como si las horas y las rondas anteriores no pasaron. Sin pensarlo dos veces, la chica se derrite entre sus dedos y participa por completo. Esta noche no se acaba tan temprano como pensaba.

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Regalo de cumpleaños para @Richi03. Me dio el tema “Pintura derramada” y bueno… Salió esto. ¿Pensaste que no te iba a dar la historia? ¡Mejor tarde que nunca! Lamentablemente, no es muy muy dirty, pero tiene sus momentos. ¡Espero que te guste!

Tengo otros cuentos a la espera de ser leídos ¡Está atento! No dudes en pasar por ellos Conquistando el espacio de sus labios