La idea “controversial” y “democrática” de una editorial de Francia: que el lector decida qué libros publicar.
Como aspirante al oficio de la escritura, uno busca constantemente la manera de poder conocer todas las posibilidades para publicar sus libros. Existen modelos atractivos como la autopublicación y edición de pocos ejemplares; por ejemplo, que han ayudado a muchos escritores a publicar su anhelado libro. Como toda acción del ser humano, tiene sus pros y contras cada modelo.
Esto que ahora les comparto me parece una de las mejores alternativas que podemos encontrar: la idea de que sean los lectores potenciales, quienes “curen” los textos y decidan qué libro se debe publicar. Aquí un poco la idea: resulta que una editorial francesa ha decidido mostrar, previa publicación de los libros, los trabajos de los escritores en potencia.
La idea es que lean esos manuscritos (algo así como “betatester”); y por medio de votos decidan “democráticamente” qué libro se publicará. Cabe señalar que este modelo no es algo nuevo, es decir, ya se hace en páginas para canciones y otras opciones. Como señalé anteriormente, cada acción del ser humano tiene sus pros y contras. ¿Qué opinan ustedes de esta idea?
Me parece bien siempre y cuando no sea un modelo único. La calidad no depende del criterio de las masas. En ocasiones el valor de la obra artística, o de la acción humana, reside precisamente en decir aquello que nadie quiere oir o escribir aquello que nadie quiere leer.
En muchas ocasiones en la historia del arte ocurre que un artista, o un grupo de ellos, empiezan a hacer cosas que no resultan fáciles de digerir, o de entender, y son rechazadas por la sociedad. Si este modelo de publicación editorial fuera el único, no conoceríamos el Ulises de Joyce, ni a Octavio Paz, ni a Thomas Pynchon, ni a Foster Wallace, ni el archipiélago Gulag, ni a muchos otros grandes autores que hubieran sido silenciados por la inercia del conformismo y la ignorancia.
La medida de esta editorial francesa me parece bien, incluso interesante, porque tengo presente que es una iniciativa privada. Con lo que creo que hay que tener cuidado es con considerar que los parámetros que proponen para medir la valía de una obra artística (popularidad) son idóneos.
Resumidamente: los libros que más venden, los bestsellers, la mayor parte de las veces son pura bazofia. Por otro lado las grandes obras de la literatura, a menudo, han pasado desapercibidas y no han obtenido ningún tipo de reconocimiento comercial. Cuidado pues.
Habría que intentar ver la jugada de forma global, contemplando la medida desde tres puntos de vista: uno, la editorial, dos, el autor, y tres, el lector.
¿Qué gana la editorial con esta medida?
Básicamente se ahorran la necesidad de tener un criterio propio, de contratar a un editor profesional. Un sueldo menos que pagar.
¿Qué gana el autor con esta medida?
En mi opinión nada ya que gracias a los nuevos modelos de autopublicación podrá dar a conocer su obra aunque no se haya dedidado al coleccionismo de likes o de followers.
¿Qué gana el lector con esta medida?
Creo que no gana nada. De hecho pierde la posibilidad de conocer obras que, quizá, pudieran resultar imprescindibles.
Creo que fue el poeta y dramaturgo García Lorca quien dijo que es responsabilidad del pueblo elevarse al nivel de sus autores y no obligación de los autores rebajarse el nivel de las masas.
Francia es uno de los países que más reverencia y mima a sus propios autores. Sostengo que si hay algo que los españoles tenemos que aprender de los franceses es esa. Ellos valoran mucho más que nosotros su propia cultura. La literatura francesa se considera una de las literaturas cultas de nuestra civilización. Allí no son como en España, en donde se defenestra a nuestros mejores autores, se les insulta y, en muchos casos, se les relega al ostracismo.
Quiero pensar que este tipo de iniciativas no calaran muy hondo allí. Aquí, en España, seguro que son un éxito.
MUy instructivo para mi su comentario. Lo analizo con detalle.