Excelente. Esto me hace recordar una conversación que tuve hace poco con unos amigos cercanos. Hablabamos de un personaje histórico y reflexionabamos sobre su actitud (más allá de sus aciertos y errores), y terminamos concluyendo que si algo podíamos aprender de él, es que aparentemente (digo aparentemente porque en realidad lo interno no lo conocemos), su mentalidad no era la de acumular rencor y llenarse de ira, sino solo hacer "lo que [el consideraba] necesario".
Obviamente "lo que es necesario" es algo en parte subjetivo –aunque se puede llegar a comprobar cuando algo es realmente necesario–, y que aparte de lo utilitario, es necesario someterlo a la evaluación ética, sin embargo, la lección que comparo con la eliminación del problema (quizás como complemento útil) es que resolver el mismo no debe implicar dejarse controlar por la pasión.
En el cuento hay un maestro, unos discípulos, una espada y una acción. No hay gritos, ni una obsersión por DEMOSTRAR que se puede con el problema. A veces la mayor muestra de elegancia que podemos hacer esta en no gastar energía en lo innecesario (como las pretensiones), lo cual tambien es útil para enfocarla en lo vital.