Cuando el país es un adiós

Venezuela, a lo largo de la historia ha sido uno de los países latinoamericanos que ha recibido gran cantidad de inmigrantes. Durante los años 50, inmigrantes procedentes de Europa, el Medio Oriente y países del este asiático encontraron un hogar aquí, huían de la pobreza. A principio de los 80, Venezuela abrió sus puertas a inmigrantes latinoamericanos procedentes de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y el cono sur quienes abandonaban sus tierras debido a las dificultades económicas, conflictos y dictaduras. Este intercambio trajo como consecuencia una influencia cultural enriquecedora: comida, costumbres, palabras, música, etc.

Venezuela no ha sido un país con tradición de emigración; sin embargo hoy está pasando por una crisis económica bastante grave. Debido a esto hay una gran cantidad de venezolanos, sobre todo jóvenes, que están emigrando a otros países, muchos buscando una vida mejor y otros, buscando una aventura para poder contar en el futuro.

tres venezolanas, una chilena y un español en camino a escalar.

Este proceso no es fácil, significa meter toda una vida en dos maletas, trabajar para poder desplazarse fuera del país, trámites para legalizar todos los documentos necesarios. Después de estar afuera, se vive una lucha constante: trabajar para mantenerse, enfrentar la discriminación que hoy en día ocurre en algunos países donde muchos de sus habitantes fueron recibidos aquí, dejar atrás tus paisajes, aromas y sabores, sobreponerse a la nostalgia de no vivir con o cerca de tu familia y amigos…

Para las personas que se quedan, es difícil aceptar que todos a su alrededor se van; aunque el cambio forma parte de la vida, conseguir una amistad toma tiempo y eso es lo que falta en una sociedad tan convulsionada como la nuestra. Es deprimente ver cada día la decadencia de un país entero y como cada obstáculo desmotiva a sus habitantes. El ambiente se vuelve tóxico en medio de tanta negatividad y es casi imposible mantener los ideales y las esperanzas.

dos de cinco ya están afuera del país.

Yo siempre quise conocer el mundo, de chiquita me imaginaba en Alaska o en Australia, en la Patagonia o en Escandinavia. Hoy, cuando veo a mi alrededor a los jóvenes que se van como si fueran de rumba, me angustio y me lleno de incertidumbre. Sigo pensando en recorrer el mundo, pero no ha llegado mi momento, quiero hacerlo con pie seguro. Mi mamá siempre dice que las dificultades forjan el carácter y nos hacen crecer. Por ahora prefiero creerlo.