Todo es risas hasta que se pierde un diente, o en este caso dos!

Tener hermanos menores siempre se presta para que sucedan cosas que no estaban precisamente en los planes. Soy el mayor de 3 hermanos y cuando éramos niños solía jugar bastante con ellos, una de las diversiones favoritas eran las luchas libres donde los tres (ellos dos contra mi) nos sumergíamos en grandes combates que tenían como fin inmovilizar al oponente utilizando cualquier técnica o llave hasta que se rindiera.

Normalmente estos combates se daban en una colchoneta o alguna superficie suave que aplacara los golpes, pero un día el reto fue en la sala, fue un combate uno contra uno, mi hermanito intento agarrarme por la espalda y con un movimiento hice que se resbalara pegando la cara del piso y partiéndose un diente, uno de los incisivos centrales quedo a la mitad, las luchas quedaron prohibidas y fui castigado por ser el mayor y el que se supone debía dar el ejemplo jejeje. No paso ni un mes cuando el instinto de luchar se apodero de nosotros y volvimos a caer en un combate nuevamente en el suelo, esta vez era cerca de una escalera, en uno de las tantas vueltas que dimos la boca de mi hermano pego del filo del escalón perdiendo el otro incisivo, esta vez la chancla no se hizo esperar (creo que solo los venezolanos de la vieja escuela entenderán las consecuencias de esa terrible herramienta jajajaja), afortunadamente para él y para mí eran aun dientes de leche, eventualmente los mudo y le salieron sus nuevos dientes permanentes. Esta fue una de las muchas calamidades que se presentan cuando se tiene hermanos.