4 historias más cortas

Estas son todas obras de ficción y de ninguna manera, al menos intencionalmente, las situaciones o los personajes se relacionan con la realidad. Cualquiera, si se encuentra, sería absolutamente coincidencia.]

[1]

Sentarse y ver es lo que haría toda la familia. Una rutina, no sé por qué, ellos no saben por qué y por lo tanto no sabemos por qué. Los niños se aburrieron, los no tan viejos les inculcaron valores morales, los ancianos en la silla murmuraban el pasado. El más joven, agarrando la parrilla, sonriendo.

Caras conocidas, movimientos familiares y el maldito desconcierto. Las casas a lo largo de las calles y tal vez también la calle han cambiado para los no tan viejos, las diferencias no son nada para los jóvenes y los viejos. Cerrando la parrilla, sonrió el más joven.

Siempre miraban hacia afuera. Ya no envejecían en la silla. Sé dónde, ellos saben dónde y nosotros sabemos dónde. El más joven a través de la ventana, miró hacia adentro, a un mundo que cambió con los colores de su imaginación.

Todavía sonrío junto a la ventana que sujeta la parrilla, la vista no ha cambiado pero el color está estacionado en gris.

[2]

Lenient por naturaleza, éramos los nacidos salvajes. Debajo del techo de las estrellas, caminábamos dondequiera que sentíamos tierra bajo nuestros pies. Nuestros pies olían a petricor, cuerpo sudado tierra y mente afligieron un alma. Nos detuvimos cada vez que se necesitaba compasión porque teníamos que alimentar nuestro apetito y lo que podría ser más indulgente que matar. A lo largo de los siglos, al hacerlo, hemos perdido a mucha de nuestra gente. Por eso elegimos ser de corazón duro. Complementamos el hambre cantando, luchamos contra el miedo gritando y vivimos buscando nuestro alma.

"Los inútiles son los que no tienen alma", escuchamos a nuestros ancestros decir.

“¿Dónde viven nuestras almas?” - Coro de venganza.

"Vuelan alrededor, millas de distancia, justo aquí a tu lado", decían.

Así viajamos lejos, a través de generaciones en busca de alma. Y los encontramos. Lo que perdimos para entonces era nuestro cuerpo.

"Despedidos son almas sin cuerpo" - nuestros descendientes oyeron decir a las almas.

[3]

Corrimos donde pudimos. Pantalones lúdicos, vestidos racheados. Uñas esparcidas, polvorientas y mal formadas - nos reímos.

"Gritar" - "¿Y por qué?" - "Porque tienes que hacerlo".

"Mirar" - "¿Para qué?" - "Porque estás sorprendido".

"¿Por qué?" - "Porque corriste y te reíste".

Corrimos de nuevo. Esta vez hacia casa. A través de los callejones, en el barro y hasta la oscuridad. Miramos a través de los agujeros, nos golpeamos el pecho.

"No grites" - "¿Por qué no?" - "Porque no necesitas hacerlo".

"No mires" - "Estoy sorprendido".

"No, no lo eres" - "¿Y por qué?"

"Porque estás perdido".

[4]

Nos sentamos junto a la ventana al sol oscuro. Vimos una parte del cielo ardiendo, mientras que el camino estaba antes de ser eclipsado por la sombra de sus peatones. Nos abrazamos y cuestionamos. Nadie respondió.

Los faroles iluminaban los parches de la carretera. Las estrellas parpadearon. Nos abrazamos y cuestionamos, desde entonces, hasta ahora. No hay respuesta todavía.

La cena fue servida. Uno vacío, el otro cuencos llenos. Nos liberamos y comimos. Todos los tazones vacíos. Una trashed. Nos abrazamos y deseamos buenas noches. Me caí cada vez que me subí a la cama.

“Las sombras grises y oscuras no tienen derecho a dormir”, se abrazaron y dijeron.