Es interesante pensar en el futuro e imaginarse como será. Al proyectar nuestro comportamiento y los resultados que puedan desencadenar nuestras decisiones tendremos la oportunidad de hacernos una idea bastante clara de lo que nos espera a la vuelta de la esquina, por aquel dicho que dice que "uno cosecha lo que siembra", no obstante, también estamos expuestos a situaciones que escapan de nuestro control o influencia, pero creo de manera muy personal, que este tipo de variaciones siempre será mucho menor.

Nunca intentaré equipararme a "futurólogos" connotados como Isaac Asimov o el mas grande de todos como lo fue el maestro Julio Verne, pero igual seguiré pensando en el futuro y trataré de diagramar algunos caminos que a mi opinión podríamos transitar en base a lo que hoy tenemos y proyectamos.

Muy probablemente nos quedaremos cortos con lo que pronostiquemos, pero el solo ejercicio de imaginar  representa en sí una gran forma de vivir. Para  ustedes uno de mis cuentos con una visión futurística algo  apocalíptica. 

Nanito pulsó el botón de encendido de su videojuego. De la pantalla saltaron figuras tan brillantes como estrellas en una noche despejada. No estaba de ánimo para programas de acción y eligió uno de habilidad mental, que le hacía preguntas de cultura general, lo invitaba a aparear figuras geométricas y armar complicados rompecabezas multicolores, actividades estas que lo mantuvieron absorto por horas. 

Al darse por satisfecho apagó el aparatito disponiéndose a hacer otra cosa. Sintió curiosidad por el significado de algunas de las palabras que no pudo descifrar en el dispositivo que acababa de dejar, encendió su computador personal, procediendo a ubicar en línea la dirección web de su diccionario favorito, saltando a su pantalla una página que le pedía ingresar la palabra cuyo significado deseaba averiguar, lo hizo y pocos segundos después, allí estaba su respuesta, repitió el procedimiento varias veces hasta que el hastío se lo permitió.

La maravilla de la tecnología le era muy familiar a Nanito, sentía que sólo a un “click” de distancia podía tener casi todo lo que quisiera o le importara. Podía ordenar pizzas, revisar el correo electrónico e incluso consultar información de lo que le apasionaba; los videos de caricaturas japonesas que llaman “animés”, dedicándole horas para luego comentarlos con sus compinches en línea. 

De súbito,  una voz conocida lo sustrajo de sus fantasías, devolviéndolo a su realidad inmediata cuando muy dulcemente demandaba su atención:

- Nanito, ¿qué haces hijo? ven a cenar antes de que oscurezca.

Así bajo sus dedos, el teclado se transformó en un trozo de papel con un bosquejo bastante parecido a lo que solían ser estos instrumentos, un espejo bastante opaco que acusaba provenir de tiempos mejores ocupaba el lugar de lo que hasta hace unos segundos era un monitor frente a él.

Al mirar a un costado e intentar ubicar la consola de video que acababa de dejar, pudo reconocer un pedazo de cartulina muy bien cortado y dibujado y con la forma que tenía ese dispositivo cuando era fabricado en masa.

Ese y todos los aparatos que habían transformado la vida de la especie humana, desaparecieron o se convirtieron en desechos inútiles luego de que ocurriera lo que los científicos llamaron un gigantesco pulso electromagnético. Fenómeno que dejó a la tierra sin energía eléctrica finalizando así la era de la tecnología y las comunicaciones, como a muchos se les había ocurrido llamarla.