Los padres de María eran misioneros se dedicaban a evangelizar en las comunidades, un domingo asistieron a su iglesia y le dicen que tienen que viajar hacia el Amazonas a evangelizar durante un mes, María al escuchar la noticia se pone muy feliz porque iba para el Amazonas, pero sus padres hablaron con ella, y le dijeron que no la podían llevar porque no tenían lo suficiente para costearle el pasaje y se iba a quedar en casa de su abuela.

María se pone muy triste con la noticia, cuando de pronto se le vino un pensamiento a su cabecita su sueño era ir al Amazona para evangelizar, e iba hacer realidad su sueño. Al día siguiente cuando sus padres salieron María comenzó hacer galletas en formas de estrellas, luna, caritas, ángeles y ositos, las arreglo en una bolsita y se las llevo a la escuela para venderlas, las galletas gustaron tanto que sus compañeros le encargaron por docenas, ella estaba contenta que se desvelaba para hacer las galletitas.

Cuando ya se iba acercando la fecha de la partida para Amazonas, ella tenía su alcancía llena y se le acerca a sus padres y le dice:

Papa quiero hablar contigo, con una voz muy firme, si dime hija, te escucho, aquí tengo mi alcancía y pude reunir mi pasaje para irme con ustedes al Amazonas, los padres se miraron a los ojos y se les salieron las lagrimas.

Los padres de María le dieron un fuerte abrazo y le dijeron que se iba para el Amazonas, María preparo su equipaje muy contenta.

Llego el día del viaje y partieron, María iba muy feliz, al llegar a la ciudad de Amazonas esperan la canoa para cruzar el rio entrar en la selva y llegar a las tribus para poder evangelizar.

Admirando la fauna selvática del Amazonas, disfrutando cada momento María se asombra de la belleza de la naturaleza y junto a sus padres comienza a evangelizar, los niños se sentían muy bien con María hasta jugaban con ella y le mostraron toda la selvática, fue así como la perseverancia, la pureza de su corazón y la inocencia de esa niña la llevo a cumplir su sueño de visitar ese hermoso lugar.